Bebimos té para darle tiempo al estómago de digerir los condimentos de anoche.
Cuando se trata de té y no de café, las cosas se vuelven extrañas e incómodas; sé que mi despedida no fue la más cortés de todas y eso colabora a que el ambiente sea difícil, lo sé.
Y rayos, tenía razón.—Lamento no haber terminado mi cena, señor Tom. Sé que se esforzó mucho y me siento muy mal por haberlo dejado, es sólo que tengo muchas cosas en la cabeza y... eso.
—No se preocupe por eso, señorita. ¿Necesita algo?Qué irritante es su consideración, en serio. ¿No podría molestarse en público, aunque fuera un poco?
Ugh.—Estoy perfectamente, gracias—Cuando estrellé la cuchara en la mesa caí en cuenta del control tan bajo que le daba a mis emociones—. Perdón. Le propongo que... dejemos esta charla para la cena, ¿quiere?
—De acuerdo.
—Y también quiero proponerle otra cosa—Levantó ambas cejas. Es gracioso verdad cómo una de ellas está más inclinada que la otra, tal vez por expresarse tanto—. Hoy tengamos rutinas separadas, por favor.
—O...quei. Suena retador. Aunque la cena no se negocia, señorita.
—Hm, no.
Pude sonreír al mismo tiempo que él se levantó y al irse acarició mi cabello como si tratara de despeinarme. Escuché su risilla y lo imité.Él permaneció toda la tarde en el cuarto que aún no conozco. Pude escuchar ruido de voces, como si viera algún video o llamara a alguien.
No quise husmear de esa manera así que me retiré y llamé a mi familia y amigos. Verdaderamente agoté mi batería llamándoles; casi pierdo la hora límite para empezar a prepararlo todo.La noche llegó y de milagro pude terminar la cena. Coloqué las lámparas de estrella en el filo de la puerta, junto a los platos y cubiertos. Preparé té negro helado y rollitos de jamón y queso en pan leudado.
Gracias a "Ideas de 10 minutos".
También tenía un par de sorpresas para el señor Hiddleston y esperaba emocionada por que le agradaran tanto como a mí.Él bajó y yo apagué todas las luces con excepción de las del jardín. Lo esperé escaleras abajo y sin duda se confundió al verme con sus pantalones para dormir.
Extendí la mano y dije:—Tan deslumbrante como siempre pero tendremos una cena informal, señor Tom. Debo pedirle que se cambie por ropa cómoda porque acamparemos en el jardín.
Sus ojos se abrieron y brillaron como un par de perlitas bajo el agua.
Corrió al piso de arriba y regresó a la velocidad del rayo, con una chamarra azul marino y rojo, y pantalones a juego.
Nos detuvo antes de llegar a la puerta y salir.
— ¿Es seguro salir?
—Bien... estaba leyendo que no hay mucho riesgo en salir a los jardines propios, siempre y cuando no tenga vecinos en las alturas que pudieran escupir por accidente.
— ¡No tenemos vecinos! Qué buena noticia; el aire de adentro comenzaba a sofocarme.No. No tenemos.
Al señor Hiddleston le encantó la cena y no paramos de reír con mis historias sobre las veces que me extravié en la ciudad cuando recién llegué. Él también se ha extraviado más de una vez en los sitios donde viaja y sus historias no son menos graciosas.
Igual de torpes y aventureros, ¡qué risa!—Y bien, y bien. ¿No teníamos una charla pendiente?
—Oh... sí, sí—Recogí los platos y los llevé a la cocina. Del horno saqué un refractario con una deliciosa y cálida capa de chocolate derretido bajo una crujiente manta de malvaviscos dorados, tomé las galletas y volví al jardín—. ¡Tah daaah! ¿Postre?
—WOAAAAAAAH.
Levantó las manos y estiró las brazos hacia el cielo, sonriendo.
—Debo admitir que esconder todo esto de usted fue una carrera contra el mismísimo dueño de la casa, pero lo logré.
—Oh, qué burla es esta.
Su sonrisa sigue siendo encantadora.El primer mordisco lo dio él y fue el sonido de la galleta y los malvaviscos lo que hizo que escuchara el exterior. ¡Estábamos afuera!
El césped se sentía tan suave y fresco a nuestros pies, el aire bailaba, las personas no hacían ruido, a lo lejos alguien tocaba la guitarra y pude sentir la totalidad de mi cuerpo en aquel espacio tan agradable.
Es muy lindo tener momentos que pudieran durar para siempre, tan seguido.—Resulta que no he dicho la verdad—Un hilo de malvavisco colgaba desde su boca hasta la galleta, cuando hablé—. Creo que tengo miedo a que me cancelen la evaluación.
—Pero dije que aceptaba continuar.
—Es que... no debería decirlo porque sólo aumentan los sesgos. Pero la intimidad puede alterar los resultados de las pruebas y entrevistas futuras.
— ¡No hemos tenido intimidad!
Oh, Dios. Mala elección de palabras. Su cara estaba tan roja como las flamas dentro de las lámparas.
— ¡No! Me refiero a la cercanía. Además, la intimidad no sólo es sexo, señor Tom. Y-y-y yo no quiero dejar de trabajar en esto, ¡es una gran oportunidad! Pero creo que esto YA está jodido. ¿Cuándo se supone que debo decirle a mi jefa todo esto?
Puso una mano sobre mi hombro y dijo con la voz más tranquilizadora del universo:
—Tranquila, yo tampoco he sido sincero con mis superiores.
— ¿Qué?
—En el cuarto que permanece cerrado hay una tableta electrónica donde tengo conferencias. Mis superiores me han preguntado por la evaluación y mis planes. Tampoco les he contado sobre usted.
— ¿Y qué vamos a hacer?
—Seguir así. Ya verá que las cosas saldrán bien. Y yo puedo actuar como si nada hubiera pasado.
—Sí, pero es más complicado que eso. Las pruebas tienen muchos candados difíciles de evadir. No se puede hacer trampa del todo.
—Entonces... sigamos así hasta que se necesite. Ni siquiera sabemos si volveremos tras los cuarenta días. Y por ahora debemos disfrutar de esta bonita cena y está bonita noche.
—Eso creo... gracias, por dejarme contarle esto. Es más sencillo si otro te ayuda.Terminamos el postre y charlamos un rato más, sintiendo la corriente de aire ir y venir.
—De cualquier forma, no me arrepiento de ser su amiga.
Lo abracé y él respondió con un abrazo de oso, apretando.
—Yo tampoco, Teresa.
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[Puertas Cerradas] |Tom Hiddleston|
FanfictionMarzo, 2020. La pandemia que se ha desatado obliga al mundo entero a cerrar sus puertas. A todos. Incluyéndome en la casa de un extraño a quien he debido entrevistar para una evaluación psicológica previa a un papel teatral. Bien... no tan extraño...