CAPITULO 3

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Aquella señorita con polo de rayas

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Había olvidado correr la cortina y el sol decidió iluminarme el rostro como evidencia de que ya había amanecido.

Segundo día y aún estoy vivo, eso es una muy buena señal; me estiré un poco y me levanté de la cama. Cogí mi toalla y me metí a la ducha. Mientras me lavaba recibí una llamada de Mario, tomé el teléfono y respondí.

—Qué...

—¿Cómo amaneció el bello durmiente?

—¿Qué es lo que quieres, Mario? Aún faltan 29 días para pagarte el mes, y apenas empezara a correr desde hoy, porque aún no me he mudado arriba.

—Jajá veo que amaneciste con el pie izquierdo, te tengo una propuesta que no podrás rechazar, bajo en veinte minutos.

Mario fue quien me habló de este lugar, dijo que era un buen lugar para empezar de cero, durante mucho tiempo me insistió en que viniese y bueno cuando le acepté la propuesta hizo los preparativos y empezó a limpiar el segundo piso para rentármelo a un buen precio, el problema es que aún faltaba mover algunas cosas así que hoy me mudaría arriba.

Entré a la habitación a cambiarme, corrí la cortina y observé a una señorita barriendo las escaleras, llevaba un polo de rayas, por su forma de vestir, no parecía ser del concejo, se le veía con un ánimo apagado, parecía que su cuerpo estaba allí pero su mente en otro lado y todo lo hacía por simple inercia o rutina.

Los golpes apresurados de Mario a la puerta me hicieron dejar de verla.

—¡Amigo!,— exclamó abriendo los brazos sonriendo

—¿Qué quieres?

—Vale, vale— respondió entrando al cuarto— sé que estas molesto por haberte hecho dormir aquí, pero el segundo piso aún no estaba disponible, pero ¡Créeme que te va a encantar!, si esa pequeña ventana en el cuarto te gusto, créeme que la de arriba, ¡Puff! te fascinará.

—Shh déjate de palabrerías y dime a qué hora puedo mudarme arriba.

—Que temperamento. Ya están haciendo limpieza, en una hora podrás subir.

—Vale, eso me agrada, ahora, ¿De qué propuesta querías hablar?

—A si, ¡Cierto!, este viernes un amigo tendrá su aniversario y quiere un fotógrafo y adivina a quien le recomendé — dijo sonriendo y levantando el ceño.

—No lo sé, ¿A quién?

—Pues a Rodrigo.

—¡Idiota!

—Jajaja, es broma, le hablé de ti y te recomendé, así que espero hayas empacado tu traje, porque el viernes nos vamos a gozar.

—Corrección, tú te vas a gozar y a hacer lo que quieras, y yo, voy a trabajar. Si no trabajo, en unas semanas se me acabarán los fondos. Iré a comer algo, muero de hambre. Por cierto, gracias por recomendarme, me viene bien, cierra la puerta cuando salgas.

Salí, miré a todos lados buscando a la señorita, pero ya no estaba, ¿Habrá sido del concejo?, bueno la ropa que llevaba no parecía ser del concejo. Caminé buscando donde comer, el lugar no era muy grande, sin embargo, sentía que si no me grababa el camino podría perderme.

Llegué a la plaza, vi a unas señoras con chaleco verde haciendo limpieza, me acerqué a una de ellas para preguntarles si trabajaban para el concejo y sí, si trabajaban para el consejo y hacían limpieza a todas las calles. ¿Qué gracia tiene salir a barrer la calle si igual la barrerá el concejo? — pensé.

Frente a la plaza encontré un lugar para comer, había platos que no conocía, así que miré todas las mesas y lo que tenían servido

—¿Joven pedirá algo?

—Un momento señorita... Deme de ese que tiene el señor en esa mesa— dije señalando.

—Pollo mechado.

—¿Así se llama?

—Sí...

—Me nace la curiosidad de preguntar por qué, pero tengo mucha hambre así que deme del pollo que ganó la pelea.

—Ok, está bien— dijo la señorita entre risas anotándolo en su libreta.

Debo admitir que no me esperaba estuviese tan rico. Miré hacia la calle y vi pasar a la chica que estaba barriendo las escaleras, otra vez con su mirada perdida. Me daba curiosidad saber quién era, pero tampoco quería parecer un acosador, que le diría cuando la vea "¿Te vi barriendo fuera de mi casa y pues quería conocerte?", uy sí, no parezco nadita un acosador.

Salí del local pagué la cuenta y le dejé propina a la señorita. Regresé a la plaza, debía llamar a mis padres y decirles que aún estaba con vida, capaz me velan y aun ni me muero, al menos sería así por algunos días ya después se aburrirían de escucharme a cada rato.

Mientras conversaba con mis padres volví a ver pasar a la señorita, pero esta vez llevaba varias bolsas, al parecer regresaba del mercado

—¿Hijo estas allí?

—Oh, sí mama, aquí estoy, solo que me distraje mirando algo.

—Siempre buscando buenas tomas ¿verdad?

—¿Tomas?... ah pues sí, jeje ya sabes como soy

<< ¿Buscando buenas tomas? ¿Acaso debería tomarle fotos?... no que va, no sería una buena toma de ser así >>

—Y, ¿Ya encontraste trabajo?

—Pues sí, el viernes iré a un aniversario, Mario me consiguió ese trabajo.

—¡Oh que bien hijo!, me alegra tanto saber ello.

—Sí, a mí también, madre, hablando de buenas tomas, acabo de ver una, voy a colgar, saludos a todos, te amo.

—Está bien hijo, yo también, cuídate mucho, abrígate.

—Ok.

Una madre sentada en el pasto con su bebe distrajo mi mirada, se les veía muy felices, no podía desaprovechar esa oportunidad, traté de enfocarlos sin que se den cuenta, hasta conseguir la toma perfecta.

La vida aquí era demasiada tranquila. Regresé a casa y llevé mi equipaje arriba. El segundo piso si era muy grande, Mario tenía razón, todo se veía de maravilla, la sala, el baño, la cocina y ni hablar de la habitación, era incluso mucho más grande que la mía.

Corrí las cortinas y sí, la vista era increíble, iluminaba toda la habitación. Desde aquí podía divisar muy bien las escaleras. Esto último me pareció muy interesante, así veré porque la necesidad de esa señorita de barrer por las mañanas y quitarle el trabajo a los del concejo.

Me desplomé en la cama, era muy cómoda, hasta el momento todo estaba marchando muy bien, no había nada de malo, pero mi padre siempre decía que cuando todo estaba marchando bien, era allí cuando debía preocuparme y no bajar la guardia. Así que, ya me estoy preocupando, solo espero que no pase nada malo, pero, no hay razón para preocuparse por el mañana es mejor vivir un día a la vez.

Un Susurro En El SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora