CAPITULO 21

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Único

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La vida es increíble, predecir sus movimientos es prácticamente imposible. De hecho, muchas veces se encarga de demostrarte cuan equivocado puedes estar, aunque intentes probar lo contrario.

Está llena de extrañezas, sorpresas, desconciertos; la mayoría de veces suele ser muy irónica, pero aun así por breves o extraños que sean estos momentos, frecuentemente calan muy hondo llegando a cambiar el trayecto de toda una historia.

No entendía por qué, pero cada vez, que intentaba escribirle, iniciaba una interminable guerra conmigo mismo. Los nervios y el no saber cómo iniciar la conversación me volvían loco. Era algo extraño, usualmente esto no me pasaba, sin embargo, ahora, cada que me proponía escribirle un mensaje, la mente se me ponía en blanco y al final la duda terminaba venciéndome. ¿Qué es lo que has hecho conmigo Alyssa?

Me levanté de la cama y volví al escritorio, necesitaba seguir y terminar con las fotografías. Pasé más tiempo de lo previsto, eran dos sesiones, almorcé casi a las 4 de la tarde para luego continuar editando. A la mañana siguiente, salí a correr, aquello me tranquilizaba, me permitía calmar mis ideas, apaciguar mis dudas, liberar mis cargas.

Pensaba en Alyssa. Su presencia en mi vida fue realmente inesperada, pero necesaria. Desde aquel momento, nada ha parecido tener sentido, soy consciente del cambio que ha ocasionado en mí, sin embargo, también soy consciente que en el afán de enamorarse uno puede llegar a pensar, actuar, incluso hablar de manera inusitada. La ideología de tu vida cambia por completo, los sacrificios se vuelven habituales, la alegría cotidiana, los suspiros frecuentes, y el pensarla, un pasatiempo.

Se ha convertido en algo inexorable este sentimiento que con el paso de los días no deja de crecer. De algún modo ha llegado a ocupar gran parte de mis sueños, llegando a llenar un lugar que ni siquiera estaba vacío. Irrumpió en mi vida y se robó mi atención, ahora en el intento de recuperarla no he logrado más que adherirme al sueño de tenerla entre mis brazos y acobijar su alma.

Aquello que creí inerte, resulto tener vida, ¿Es que algo así puede llegar a sentir?, ¿En qué momento perdí el dominio de mi propio corazón?

No recuerdo precisamente en qué momento fue que comencé a quererte, pudo haber sido cuando nuestro saludo se convirtió en horas de charla, o talvez cuando aquel día, por más que intentaba, mis ojos no podían dejar de mirarte. Pudo ser, cuando luego de estar unas horas juntos, sentí que no podía separarme de ti, o quizá cuando había pasado un tiempo sin verte, desperté y mi corazón no latía con la misma fuerza e intensidad como cuando estoy contigo.

Pasé por la panadería, como siempre el señor se mostraba muy amable, ya había varios días que me proponía en pedirle su nombre, pero me olvidaba, así que antes que volviera a repetirse la historia, pregunté

— Perdone, ¿Cuál es su nombre?

— Pensé que nunca me lo preguntarías, muchacho —Dijo soltando una carcajada—, Mauro, mi nombre es Mauro.

— Un gusto, me llamo Andrés—le estreché la mano y respondió al saludo.

— El placer es mío Joven Andrés— Sonrió—, me agradas muchacho.

— Gracias.

— Y ¿Cómo vas con la muchachita de las escaleras?, ¿Ya la conoces mejor?

— Pues resultó no estar loca después de todo.

— ¿No?

— Digamos que le gusta hacerlo, aunque últimamente no lo ha estado haciendo.

— Nunca nadie deja de hacer algo que le gusta sin una causa de por medio.

Un Susurro En El SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora