CAPITULO 15

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Eres mas fuerte que tus miedos

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Regresamos al auto, al final fue buena idea haber metido la polera ya que le había dado mi casaca a Alyssa.

— ¿Tienes hambre? —pregunté.

— Mucha.

— Buscaré un lugar cercano en mi teléfono.

— Me muero y nunca comimos, regresa y toma la carretera de la izquierda y sigue de frente, hay un lugar muy bonito.

— Jajá, ok.

Hice conforme me dijo, después de todo ella conocía mejor que yo el lugar. La noche ya nos había alcanzado y lo cierto es que hacía demasiado frío, pese a que la polera era gruesa, aun así, podía sentir.

Alyssa subió la cremallera de la casaca hasta cubrir el cuello y metió sus manos en los bolsillos.

Llegamos, Alyssa tenía razón, era un lugar muy bonito, nada caro, ni ostentoso, un local pequeño, sencillo y rústico. Bajamos del auto y entramos, nos sentamos en una mesa cerca a la ventana.

— ¿Tienes frío? —Pregunté

— Pues sí, ya está comenzando el invierno, tu casaca es muy calientita.

— Sí, lo sé.

— ¿Tú no tienes frío?

— No, ya me acostumbré a este clima —La clásica de siempre.

— ¿Seguro?

— Sí, no veo la carta por ningún lado.

— Jajá, no aquí no es así, lo que hay, está detrás de ti, en la pizarra.

Regresé a mirar, incluso lo que servían era muy sencillo.

— Si gustas podemos ir a otro lugar— dijo dudosa.

— He no, no, está bien, solo que imaginé que repartían comida.

— No, aquí solo es una cena sencilla, solía venir con papa a este lugar, desde aquel entonces, este lugar ha cambiado mucho.

— ¿Y qué era lo que solían pedir?

— Pues, café, pan, huevo frito y plátanos fritos y por las mañanas, pan con queso, yucas y café.

— Ya veo entonces pidamos pan con huevo y plátanos fritos.

— ¿De verdad?

— Pues sí, no veo porque no.

Llamé a la señorita y le hice el pedido, pero pedí que trajeran por adelantado el café caliente, necesitaba calentarme antes que los escalofríos fuesen notorios.

A los pocos minutos la señorita trajo el café. Rápidamente tomé un sorbo. En definitiva, no había probado café más delicioso en mi vida.

— Este café es delicioso—dije.

— Verdad que sí, a mí me encanta.

— Entonces ¿No has venido aquí desde hace mucho?

— Pues no, desde que perdí a papá.

— ¿Y tu novio?, ¿No has venido aquí con él?

— No, él no es de comer en estos tipos de lugares, en una ocasión le lleve a comer donde una señora que vendía hamburguesas y se puso mal una semana.

Un Susurro En El SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora