CAPITULO 38

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Amistad

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El enemigo de grandes soñadores me despertó. La alarma. Cogí el teléfono y la apagué. Quedé mirando el techo unos instantes, el recuerdo del momento que pasé con Alyssa el día anterior se cruzó por mi mente.

Poder disfrutar de los recuerdos de la vida es poder vivir dos veces, después de todo, es el recuerdo el único paraíso del cual no podemos ser expulsados.

Realmente había sido un momento muy agradable, no podía dejar de sonreír al recordarlo. Entonces, si le importo—pensé—. Entonces... tal vez, solo tal vez, mi amor podría ser correspondido. ¿Podrías... llegar a amarme Alyssa?

<<"Hay mucha complicidad y química en la mirada de ambos. Las palabras no pueden ocultar lo que gritan sus ojos>>

La cajera tenía razón. Podremos mentir a todo el mundo, pero jamás podríamos mentirle al corazón.

¿Es que no puedes darte cuenta Alyssa?, mis ojos brillan por ti. Esa complicidad y química existente entre tú y yo es la prueba tangible de que nuestras almas son compatibles. Pero, aun así, seguimos cerrando las puertas a esta verdad, yo por el miedo de perderte y tú por tú inseguridad.

La alerta de una notificación me trajo de vuelta de mis pensamientos. Cogí el teléfono y revisé. Era un mensaje de Iraís en Instagram saludando.

Era extraño, su mensaje ya no me emocionaba como antes. De algún modo mi corazón permanecía tranquilo. Pero no me sorprende. Con Iraís solo tengo el recuerdo de una noche, pero con Alyssa desde que la conocí sigo acumulando recuerdos.

Son los momentos, los que entrelazan a dos personas forjando su relación, haciéndola más fuerte, más cercana, más duradera.

Volví a la conversación y respondí el saludo de Iraís, no pasó ni un minuto y respondió.

— Imaginé aún dormías...

— No, suelo estar despierto a esta hora.

— ¿Alguna rutina o solo por trabajo?

— Suelo correr por las mañanas.

— Entiendo. Entonces, ¿No pensabas escribirme?

— He estado algo ocupado. Disculpa.

— Hum. ¿Trabajo o alguien en particular?

— ¿Por qué la curiosidad?

— Siempre existe un motivo para la lejanía de alguien. Cada excusa tiene una razón que defiende.

— No veo necesario responder tu pregunta.

— Prefieres conservar tu defensa. Interesante. Eso solo confirma lo que dije. Bueno. Quería preguntarte algo.

— ¿Qué cosa?

— ¿Por casualidad trabajarás en algún evento el miércoles?

— ¿Por qué?

— Solo es curiosidad.

— No.

— Ok. Gracias.

— ¿Tienes algún plan para el miércoles?

— Un aniversario de una amiga.

— ¿Querías asegurarte que no estuviera?

— Sí.

— ¿Por qué?, ¿No le agrado a tu novio?

— ¿Y yo soy la curiosa?

Un Susurro En El SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora