CAPITULO 16

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La feria

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La vida sería imposible si todo se recordase. Lo cierto es que los recuerdos son una forma de aferrarte a las cosas que amas, las cosas que eres, las cosas que no quieres perder, sin embargo, el secreto está en saber elegir lo que se debe recordar y lo que se debe olvidar.

No sé en qué momento empecé a pensarte tanto, de alguna u otra manera, tu recuerdo se ha apoderado de cada rincón de mi mente, ahora sonrío al pensarte, me emociona recibir una llamada tuya, reviso a cada minuto el teléfono en busca de mensajes nuevos, mirarte por las mañanas barrer las escaleras se ha vuelto una obsesión vehemente adherida a mi alma capaz de llevarme a perder la cordura. O quizás ya lo hizo y es desde ese estado de donde salen estas palabras.

Sin embargo, soy consciente de la posición en la que me encuentro, podrás estar tan cerca, pero, la verdad, es que estas demasiado lejos de mí. La vida no deja de reprocharme en la cara el haber llegado tarde; creo poder hacerte feliz, creo poder cuidar tu corazón mejor que nadie, pero no me pertenece, tú no me perteneces, nuestro encuentro ha sido una pequeña casualidad de la vida, necesaria para aliviar nuestras cargas solo con la fuerza de la amistad, pero que en algún momento tendremos que decirnos adiós y seguir nuestro camino.

En la vida deberás conocer varios tipos de amores: el primer amor, el secreto, el platónico, el amor a primera vista, el verdadero, el imposible. He llegado a la conclusión de que tú eres ese amor imposible, ese amor inalcanzable, ese amor que sin importar la ficha que mueva, permanecerá así. La verdad, hubiese deseado que fuese distinto y poder cuidar tu alma y sanar tus heridas, sin importar lo profundas que sean; secar aquellas lagrimas invisibles, que solo habitan dentro tuyo, porque nadie más tuvo el valor de ver más allá de lo que muestras.

Apaciguar tus miedos y aliviar aquella pesada carga que hace temblar tus rodillas y sin importar lo que me cueste y todas las energías que deba darte, quedarme contigo, siempre, y así demostrarte que la felicidad no se alcanza mediante la inexistencia de problemas, sino enfrentándote a ellos, quiero acompañarte en tus guerras y luchar contigo hasta acabar todas mis energías, y sin importar el costo, permanecer a tu lado.

Miré el reloj, 7:00 a.m., me levanté de la cama y fui a lavarme, ya habían pasado varios días desde aquella vez que fotografié a Alyssa y si embargo aún aquel momento seguía irrumpiendo en mi mente, mostrándome el recuerdo una y otra vez haciéndome imposible evitar el impulso de sonreír.

Fui a la cocina y preparé mi jugo como todas las mañanas; mientras me servía, me entró una llamada al teléfono, rápidamente lo saqué del bolsillo y contesté, era Alyssa.

—Hola—respondí rápidamente, delatando mi emoción.

—Hola, ¿Dónde estás?

—¿Por qué?

—¿Saliste a correr?

—Me encantaría decirte que sí, pero no.

—¿Otra vez incumpliendo tus rutinas?

—Jajá, no, no es eso, la verdad es que estoy muy cansado.

—Entiendo, ayer trabajaste hasta tarde— La escuchaba barrer.

—Sí, regresé en la madrugada— quedé observándola por la ventana de la cocina.

—¿Fuiste con Mario?

—Sí, pero por increíble que parezca, esta vez no regresó borracho.

—¿Enserio?

—Pues si

Un Susurro En El SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora