CAPÍTULO 18

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Angustia

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Desperté y el grito que creí haber dado solo en el sueño, también se escuchó más allá de las cuatro paredes de mi cuarto.

Estaba completamente sudado, el corazón me latía mucho más rápido de lo normal, ese fue el sueño más perturbador que he tenido. Creo que me estoy volviendo loco.

Miré la hora, 1:15 pm, me levanté de la cama, la verdad es que no tenía ánimos de cocinar, cogí la billetera con las llaves y salí del cuarto.

Fui hacia el lugar donde comí la primera vez y pedí lo mismo que esa ocasión. La señorita me reconoció; "El que ganó la pelea, ¿verdad?" —preguntó, respondí afirmativamente con una sonrisa fingida.

No podía dejar de pensar en el sueño que tuve, no podía evitar sentir que algo malo iba a pasar. Los sueños no solo abarcan nuestros deseos sino nuestras preocupaciones, nuestros temores y nuestros intereses, quizás, mi sueño solo fue un reflejo de mis miedos y le esté dando demasiada importancia, sin embargo, no podía evitar sentirme así.

Miles de teorías pasaban una y otra vez por mi mente, intentando de algún modo hacerme sentir mejor, pero, solo conseguía lo contrario. ¿Este era el momento?, ¿El momento donde nos decimos adiós?, ¿El momento donde nuestros caminos se separan por completo?, ¿El momento donde debo aceptar haberte perdido para siempre?, si es así, no quiero hacerlo, pasé mucho tiempo esperando aquello que apaciguara todos mis miedos, que le diera otro sentido a mi vida y ahora que por fin lo encontré, no renunciaré a ello tan fácil.

Algunas personas las conoces solo una vez en la vida y una vez que las pierdes ya no vuelven, por eso, aun si debo ser tu amigo por el resto del tiempo que me quede, quiero hacerlo, quiero aceptar tu amistad y quedarme a tu lado, quiero vivir enamorado de ti, aunque solo pueda decirlo en el silencio.

Se bien que llegué tarde a tu corazón, no sabes cuánto lo lamento, pero no estoy dispuesto a aceptar perderte solo por el deseo egoísta de que puedas amarme solo a mí.

Quizás la vida solo unió nuestros caminos con la intención de ser amigos, sin importarle lo que podamos sentir en el trayecto, nos unió con el deseo de hacernos más fuertes gracias a nuestra amistad, y así, apaciguar nuestros miedos, aliviar nuestras cargas, sanar heridas, llenar vacíos.

Estoy dispuesto a aceptar haber perdido, rendirme al deseo de que puedas amarme y reconocer mi lugar en tu vida si solo así, puedo quedarme contigo.

Terminé de comer, pagué la cuenta y dejé propina a la señorita, ellas trabajaban demasiado y no recibían la paga que merecían.

Regresé a casa, no podía evitar ver su puerta y sentir el deseo de golpear. Entré a mi piso y me tiré otra vez a la cama, revisé el teléfono con la intención de encontrar alguna llamada o mensaje de ella lo cual era muy poco probable ya que de haber sido así hubiera timbrado y vibrado, pero no lo había hecho, pero lo curioso del cerebro es que, aunque sabe la verdad, le cuesta aceptarlo.

Mantuve la esperanza de que al día siguiente todo fuese distinto, pero me equivoqué, una y otra vez volvía a encontrar la tarjeta en el mismo lugar y las escaleras sin barrer. ¿Es que acaso no se da cuenta de lo sucias que están?, y según ella, era fiel a sus rutinas.

Volví a subir a mi habitación, miré varias veces su ventana, con la intención de que saliera a barrer; aquella situación ya me estaba desesperando, ya tenía casi una semana sin saber nada de ella, le había escrito incontables mensajes, había marcado su número tantas veces que incluso ya me lo había memorizado.

Un Susurro En El SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora