CAPITULO 33

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Decisiones

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Tomé la mochila con todo lo que necesitaría para la sesión fotográfica y bajé a la cochera. Ya eran las 9:38 de la mañana, así que tenía que apresurarme. Una notificación de mensaje me llegó al teléfono, era Mario, pidiéndome que le diera saludos a Carson de su parte, imagino que ese era el nombre del que me iba a pagar. El portón se abrió a los pocos segundos que acabe de leer el mensaje. Seguidamente me llegó otro mensaje, recordándome que el auto y yo éramos uno solo.

No pude contener la risa, recordé el día en que "Uní mi vida al auto", no podía creer lo que había hecho. Saqué el auto de la cochera y me dirigí a la dirección que Mario me había enviado la noche anterior.

Debido al apuro, solo había tomado mi jugo y no había avanzado a comer pan, así que subí la bolsa de pan al auto con una botella de agua mineral, para comer mientras me guiaba con el teléfono hacia el lugar.

Los contactos de Mario no dejaban de sorprenderme, siempre estaban fuera de la ciudad, en los lotes residenciales. No estaba acostumbrado a trabajar con personas así, sin embargo, pagaban bien, de hecho, más de lo que solía cobrar normalmente y eso era gracias a Mario.

El decidió, sin consultarme, aumentar el precio de mi trabajo al recomendarme a sus contactos. Creo que sabía que no les importaría ello, porque hasta el momento ninguno me había refutado el precio.

Llegué a la dirección indicada, una casa hermosa con un gran jardín afuera, pensé que solo había un jardinero encargado de ello, pero me equivoqué. Había uno trabajando en los maceteros, otro limpiando la fuente, otro podando el jardín, otros podando los arbustos, sé que había más, solo que ya no eran visibles.

Estacioné el auto donde me indicó uno de los señores encargados del estacionamiento. Bajé del auto y contemplé la casa unos instantes, realmente era increíble. Esto le debe haber dolido en el alma— Pensé—, Me pregunto si aún conservará ambos riñones, o talvez aprendió a vivir solo con uno.

Regresé la mirada al jardín, conté los jardineros que eran visibles y también al que me recibió en la entrada. Eran 7 personas en total que recibían un sueldo fijo. ¿De dónde saca tanta plata? — Me pregunté—¿Acaso trafica órganos o algo así? — la idea me alarmó—, Genial ahora me va a secuestrar, me matará, extraerá mis órganos, los venderá y terminaré por varios lugares del mundo, en cuerpos diferentes. Y pensar que, al sacar mi documentación, deje claro que no donaría mis órganos al morir.

Una voz gruesa e imponente, me trajo de vuelta de mis pensamientos. Regresé a mirar, un señor en bata se acercaba a mi encendiendo un cigarro que sostenía en su boca.

— Hola, tú debes ser Andrés, el fotógrafo ¿Verdad? — Me preguntó.

— Sí, soy yo. Mario me comentó que necesitaba uno.

— Sí. Es cierto. Te vi mirando el jardín. Hermoso ¿No?

— Lo es. Está muy bien cuidado.

— A mi esposa le gusta mucho la naturaleza. En la parte de atrás hay un jardín mucho más grande. Suele pasar horas sentada por la mañana leyendo un libro. Ya me acostumbré a acostarme con ella y despertar solo.

— Pues, tiene una bonita rutina. Personalmente admiro a las personas que leen. Son los que mejor entienden la vida.

— Ni idea. Yo solo siento que me es infiel con esos libros.

— Pues de ser así. Tiene mucha competencia —Respondí sin pensar. Cerré los ojos al darme cuenta de lo que había dicho.

— Jajá. Tienes agallas, me agrada.

Un Susurro En El SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora