CAPITULO 46

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Te prometo...

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¿Existe el tiempo a la hora de amar? Aun si así lo fuera, sintiendo la eternidad acariciar tu alma tras haber complementado tu existencia, el tiempo no es más que un simple delirio.

La sensación de verte cada mañana y sentirme vivo, sabiendo que nuestras vidas se entrelazan entre sí, es una de las sensaciones más inefables que alguna vez pude sentir.

Puede haber millones de personas en el mundo, pero cuando te encontré ese millón se redujo a una sonrisa y un par de ojos que me invitaron a soñar. Para qué voy a querer a otra persona, si cada vez que te miro, siento que no necesito a nadie más. Tu sola existencia complementa mi vida y me brinda una razón para ser feliz cada día.

La vida siguió su curso, nos regaló más días juntos, más momentos, más oportunidades de acercarnos, compaginando nuestras vidas y emociones de tal modo que el producto no sea más que el resultado de un puro y sincero amor que aún pese a la imperfección podíamos obtener felicidad.

Preparé mi jugo como todas las mañanas al regresar de correr y me senté en la mesa mientras revisaba mi feed en Instagram.

Tenía mucho sin entrar, había varias notificaciones de reacciones a las fotos que tenía publicadas, incluso algunas de ellas habían sido compartidas en los estados de varios de mis seguidores. Eso realmente era muy agradable, sentía que cada esfuerzo dedicado a cada una de ellas valía la pena. Quería agradecer a uno por uno, pero de hacerlo no acabaría nunca. Aun así, trataba de dejar una reacción a cada publicación en la que me habían etiquetado.

Seguí revisando y me di cuenta de que Iraís, o, mejor dicho, Alyssa había publicado una foto nueva. En la foto aparecía enfocada sobre su muñeca la pulsera roja que le di aquella vez y en el comentario decía:

"Un instante capaz de durar toda una eternidad. Puede haber sido breve, pero en el recuerdo el tiempo no predomina ni existe"

Comprendí muy bien la idea del comentario. Aun debía acostumbrarme al hecho que siempre había sido la misma persona.

Dejé mi reacción en su publicación y minutos después me llegó un mensaje de ella.

—Hola, galleta de la fortuna.

Sonreí después de leer su mensaje, hacía mucho que no me decía así. Leerlo me provocaba una sensación extraña en el pecho.

—Sabes... Ahora que lo pienso, ese sobrenombre que me pusiste, tiene mucho sentido.

—¿Por qué?

—Tú eres mi fortuna. Desde que te conocí no ha habido un momento que no me haya sentido afortunado de haberme topado contigo.

—Eso fue muy bonito. Entonces... eso quiere decir que, tú eres mi Galleta. ¿Verdad?... Aunque cuando decidí llamarte así no lo hice por ese punto.

—Sé que no.

—Estoy saliendo para el trabajo. Justo ahorita.

Me levanté de la mesa y me asomé a la ventana de la cocina para verla. Alyssa regresó a verme y se despidió de mí levantando su mano sonriendo, para luego correr a su trabajo.

Volví a la mesa y respondí su mensaje.

—Amo tu sonrisa. Sin importar cuan fugaz pueda ser, es el principio de la luz de tu belleza.

Cerré el Instagram, sabía que no me respondería hasta más tarde. Me levanté de la mesa y lavé los servicios.

Entró una llamada al teléfono. Respondí y puse en altavoz, mientras secaba y acomodaba los servicios en su lugar.

Un Susurro En El SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora