CAPITULO 10

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Alyssa

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La alarma sonó, había olvidado desactivarla, apenas había dormido un par de horas, cogí el teléfono para desactivar la alarma y volví a reconciliar el sueño.

Escuchaba una risa constante una y otra vez, era muy peculiar y demasiado ruidosa, entre abrí los ojos, la luz del sol me caía directamente en la cara, me tapé las vistas y empecé a mirar de a pocos, para que mis vistas se vayan adaptando a la luz, el ardor era inevitable, tenía que aprender a cerrar esas cortinas.

Me asomé a la ventana y la abrí, para ver al culpable que arruinó mi sueño.

Debí haberlo imaginado, allí estaba ella fiel a las escaleras, hablando por teléfono. De hecho, era la primera vez que la escuchaba reír, también era la primera vez que la miraba ser feliz.

Quedé contemplándola durante varios minutos, traía puesto un vestido licrado color morado con rayas fucsias, y encima una chompa color rosa, el pelo amarrado y en sandalias, sus fachas mañaneras no dejaban de sorprender. Colgó la llamada, ni siquiera había prestado atención a lo que ella estaba hablando.

— Oye tú... ¿Acaso le haces competencia al gallo?, no me dejas dormir— dije logrando llamar su atención.

— ¿Y tú con qué derecho lo dices?, escuché el auto de Mario en la madrugada, me despertaron.

— ¿Cómo sabes que estaba con él?

— No es obvio, las ojeras en tu cara, tus vistas irritadas, ni siquiera te has quitado la camisa, no lo sé dímelo tú.

— Cierto, ¿No hay día que descanses?

— Pues no. Todos los días se ensucian las escaleras.

— Si siempre es lo mismo deberías dejar de hacerlo.

— Siempre comes... deberías dejar de hacerlo.

— Eso es muy diferente.

— ¿Seguro?

— No lo sé... no puedo pensar en estos momentos, tengo una horrible migraña.

— Vaya, y tan tranquilo que parecías, resultaste ser todo lo contrario.

— Oye, solo fui por trabajo, de haber sido por mí, no hubiese ido.

— Sí, seguro—Dijo sarcástica—, ¿Fuiste por trabajo? ¿En qué trabajas?

— Pues...—cogí la cámara que estaba encima de la mesita de noche—, soy fotógrafo —Dije tomándole una foto.

— Oye... ¿Por qué me tomas a mí?

— Me gusta capturar momentos, lo que me sorprende, lo que me impacta, lo que me fascina y lo que no entiendo, como en estos casos, por ejemplo.

— ¿A mí?

— Sí, a ti no te entiendo.

— ¿Por qué?

— ¿Por qué?, ¿Qué?

— ¿Por qué dices que no me entiendes?

— Pues, no entiendo tu rutina de barrer todas las mañanas las escaleras.

— Ya te dije, por aquí no pasa el concejo.

— Quizás ya se enteraron que lo haces tú y gratis, así que les ahorras trabajo.

Un Susurro En El SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora