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Acosador
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Regresaba de correr, aproveché a pasar por la panadería
— Hola, ¡Buen día!
— Hola, joven, que bueno verte otra vez.
— Gracias, deme dos soles por favor— le entregué el dinero.
— Perfecto, dos soles en camino.
— Solo popular.
— Muy bien... aquí tienes— Dijo entregándome la bolsa
— Ok, muchas gracias.
— De nada, ve con cuidado, sin perderte esta vez.
— Vale—reí.
Saqué un pan y lo comí, el cielo estaba despejado, iba a ser un hermoso día. Caminé sin prisa, quería conocer las tiendas que había en el camino de regreso, a esa hora ya empezaban a abrir.
Miré la bolsa de pan, ya solo quedaban tres, había estado comiendo sin darme cuenta; crucé para bajar las escaleras, levanté la mirada y allí estaba Alyssa barriendo, regresó a verme y me regaló una sonrisa mientras me veía bajar las escaleras.
— Esta vez no te dormiste...
— ¿Qué te puedo decir?... soy un hombre responsable con sus rutinas.
— Jajá, uy si...
— Lo digo enserio ...
— Ajá... sí.
— No me creerás ¿verdad?
— Pues no, aprendí a esperar acciones, no palabras.
— Auch... pero, solo fue una vez que me dormí.
— Así se empieza. Sabes, yo de verdad te creería, pero por desgracia, tengo evidencia a mi favor y esas evidencias me dicen que no eres responsable con tus rutinas.
— Entonces, me tocará demostrar lo contrario, señora jueza.
— Es una buena idea, espero lo logres, acusado.
— Ya veremos— reí.
— ¿Fuiste a la panadería solo por tres panes?
— ¿Qué? Ehh no, de hecho, eran dos soles, pero en el camino me los comí.
— ¿Enserio?
— No me crees tampoco, ¿Verdad?
— Pues no.
— Ok, en este momento las circunstancias no están a mi favor, así que cualquier argumento que utilice será usado en mi contra, por ese motivo prefiero tomar mi derecho a guardar silencio.
— Muy buena decisión, ¿Aparte de la panadería que otra tienda conoces?
— Seguí mi camino y saqué las llaves para abrir mi puerta.
— Oye, no me dirás nada.
Moví la cabeza a ambos lados mientras abría la puerta.
— ¡Andrés!, ¿Es enserio?
Asentí y entré, le hice un guiño y cerré la puerta. Subí las escaleras y entré a mi piso.
Le dije que tomaría mi derecho a guardar silencio—dije riendo—, me asomé a la ventana de la cocina mientras tomaba un vaso de agua y la observé mientras barría; estaba sonriendo, no sé si yo había causado eso o talvez se acordó de algo que la hizo feliz, de alguna u otra forma, me agradaba verla feliz.
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Un Susurro En El Silencio
Romance¿Estás listo para sumergirte en un mundo donde la búsqueda del amor desafía los límites del dolor y la traición? A través de las páginas de esta envolvente historia, descubrirás la fuerza de la perseverancia y el amor propio en medio de los obstácul...