Capítulo 1

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Esa mañana escuché el despertador y como otra cualquiera me tuve que levantar para arreglarme. Me puse el uniforme, me hice un moño y a continuación salí de mi habitación para desayunar.

Mi amigo Matías estaba sentado en una de las mesas así que me dirigí hacia allí.

—Buenos días, la veo muy elegante Comandante Castillo ¿No será que quiere impresionar al príncipe?

—Buenos días Capitán Carpenter, parece que se ha levantado con ganas de contar chistes, si sigue así no llegará a ser Mariscal. - le respondí a mi amigo que era de un rango menor que yo y soñaba con algún día llegar a Mariscal o a General.

—Venga Sky, no te enfades, era una broma, sé que no te interesa impresionar a nadie.

—No estoy enfadada, es solo que la verdad preferiría no tener que ir a ese encuentro, comprendo que sea esencial para las estrategias y que me quieran presentar al futuro rey pero me encantaría quedarme en la base, tengo cosas más importantes que hacer.

Acabé mi comida y me quedé esperando en la puerta de la base a que mi General y mi Teniente General saliesen para dirigirnos al palacio.

Cuando salieron y se acercaron al coche negro que nos esperaba me empecé a poner nerviosa, al principio no lo estaba, pero a medida que avanzaba el trayecto me percaté de que me dirigía al palacio ya que mis superiores habían organizado este encuentro para presentarme a mí concretamente.

De repente me empezó a sonar el teléfono así que lo saqué de mi bolsillo y miré la pantalla: era un número desconocido por lo que lo apagué y lo volví a meter en el mismo lugar al darme cuenta de que mis superiores me miraban con enfado.

Al llegar nos recibió un mayordomo llamado Humberto el cual nos llevó a una sala de conferencias en la que estaba sentado el príncipe en el cabezal de la mesa.

A un lado se encontraban su madre y sus tres hermanas.

Cuando entramos se pusieron de pie .

—Teniente General Herrera, General Sorní bienvenidos como siempre —el anfitrión haciendo que me sintiese excluida.

El futuro heredero de la corona se nos acercó y les tendió la mano a mis acompañantes y al llegar a mi me la tendió también y el General Sorní habló:

—Ella es la Comandante Castillo, es la mejor en su rango y una experta en estrategias de defensa.

—Mucho gusto su Majestad. —dije yo estrechándole la mano.

—Por favor llámame Abelino - y a continuación mis superiores me hicieron un gesto negativo con la cabeza, estaba claro, mejor no le llamaba Abelino - Bonitos ojos, son interesantes - y con ese halago el príncipe finalizó su interés hacia mí y se dirigió a la mesa de nuevo.

Me pareció extraño que el príncipe halagase mis ojos, sé que despiertan la curiosidad de la gente al ser uno verde y el otro gris, pero esos no eran ni el momento ni el lugar adecuados para hacer un comentario de ese tipo.

—Ella es mi madre Palmira y mis hermanas Melany, Aurora y Eleanor.

Yo para saludarlas hice el gesto militar y sonreí un poco.

Nos fuimos a sentar cuando al General Sorní le empezó a sonar el teléfono y se excusó para atenderlo.

—Bueno, y yo que pensaba que se iba a quedar más tiempo en la sala, necesito que haya más hombres —bromeó Abelino —¿Se imagina usted cuando me case? ¿Y si tengo como heredera a una niña? ¡Son demasiadas mujeres! —remarcó riendo —Por lo menos sé que Eleanor tendrá gemelos.

Miré de reojo a la princesa Melany, no me había dado cuenta de que estaba embarazada.

En ese preciso momento entró mi General en la sala:

—Lo siento mucho, pero la reunión va a tener que posponerse uno o dos días. Es un problema privado.

Entonces nos hizo una seña para que saliéramos.

*****

Entramos en la estancia yo, mis acompañantes y Abelino que estaba empeñado en saber la razón de posponer la reunión.

Nos sentamos yo y el príncipe en un sofá y mis superiores en el de enfrente.

—Es Adam, ha recibido un disparo, ha muerto en el hospital.

Al oír esa frase se me vino el mundo encima, el amor de mi vida había muerto y yo no me había enterado hasta ese momento.

Mis lágrimas comenzaron a caer rápidamente por mis mejillas, tanto que no me di cuenta cuando el príncipe me abrazó para consolarme, yo solo quería que nada de eso fuese verdad.

—¿Quién es, era Adam? —preguntó Abelino.

—Su prometido —respondió alguien pero no logré captar su voz porque mis ojos cedieron y caí desmayada en la alfombra.

Una militar de la realezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora