Capítulo 17

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—Estoy reventada, no me puedo creer que hayamos tenido que explicarles la prueba haciéndola nosotros, aunque por lo menos no me he caído al barro como otros —le dije a Jonathan que tenía el uniforme cubierto de barro.

—Muy graciosa, si alguien no se hubiese atravesado en mi camino no hubiera perdido el equilibrio y no me hubiera caído.

—Sí claro, pero sabes perfectamente que había que hacerlo lo más rápido posible y por eso no presté atención a mi rival. —afirmé entrando en la base.

—¡Tu rival! Bueno, supongo que como soy tu rival deberíamos hacer las pases ¿Un abrazo? —dijo extendiendo los brazos.

—Ni lo sueñes, vuelve cuando te hayas dado una ducha, yo haré lo mismo.

*****

Después de ducharme y de cenar me dirigí a mi habitación para revisar mi teléfono.

Tenía muchas, pero muchas llamadas perdidas y mensajes sin contestar. Pero ni estaba dispuesta a dar explicaciones en ese momento así que opté por llamar a Abelino.

—¿Hola? —se oyó al otro lado de la línea telefónica —¿Quien es? ¿Qué desea?

Me pareció extraño que él no contestase a su propio teléfono y en vez de eso lo hiciese su secretaria.

—Soy Sky Castillo, por favor dígale al rey que necesito hablar con él... ¿Hola? —nadie contestaba.

Justo cuando me digné a colgar la llamada se oyó una voz.

—¿Sky?

Yo asentí inconscientemente sin percatarme de que él no podía verme.

—Quería hablar contigo, lo siento, no sé como me reconocieron. Supongo que te habrá molestado que todo el mundo viese lo que hacías sobre todo después de lo de Adam y tú...

—Da igual —dije sabiendo que no era verdad —lo cierto es que sí me molestó porque no me gusta sacar a flote mi vida amorosa, pero ese no es el problema.

—Sí, lo siento, no debería haberte invitado a un sitio tan publico por tu cumpleaños, del cual por cierto ni siquiera te he felicitado. Debes de estar extremadamente enfadada y todo es culpa mía porque te he arruinado tu cumpleaños.

—¿No me escuchas verdad? Eso no importa, lo importante es que necesito que este escándalo disminuya. Por la mañana vinieron paparazzis a la base militar.

—¿En serio?

—Sí, el Mariscal Bravo ya me ha avisado de que esto no puede ser, no pueden atosigar a un miembro del ejército como si fuese una celebridad. Quién sabe si esto podría poner en riesgo la seguridad de la nación.

—¿No te parece que ahí te has pasado un pelín? —preguntó con cautela.

—Te lo digo en serio.

—Vale, intentaré arreglarlo. De todos modos la gente no autorizada tiene prohibida la entrada a la base militar.

Yo asentí se nuevo a pesar de que sabía que no me podía oír.

—Y sobre lo del beso...

—El beso fue un error... no un error —rectifiqué —un impulso, todavía no me siento preparada para comenzar una relación.

—Eh, me llaman, tengo que irme, adiós—se excusó.

Después trancó; que curioso, ahora me doy cuenta de que al final no me felicitó por cumplir años.

Una militar de la realezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora