Capítulo 19

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Abrí los ojos, me encontraba en una habitación de hospital con un pierna enyesada y una vía en el brazo.

A un lado, sentado en un sillón estaba Eikko con los ojos rojos e hinchados como si hubiese estado llorando.

Al darse cuenta de que estaba despierta sus ojos se abrieron y se apresuró a acercarse a mí.

—Lo siento, lo siento, lo siento... —repetía pero yo no comprendía.

—No entiendo, ¿qué ha pasado?

—Un coche... te ha.... atropellado, el conductor venía borracho y... —no pudo terminar la frase porque las lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas.

Yo no dije nada, solo le observé confundida.

—Yo tengo la culpa, si no hubiese salido de casa nada de esto hubiera pasado y tu estarías bien.

—Tranquilízate Eikko, no pasa nada —mentí yo; claro que pasaba, había tenido un accidente y me había hecho daño en la pierna y quien sabe cuando podría volver al trabajo.

—Sí que pasa, y yo soy el culpable de que lleves semanas en coma.

—¿Semanas en coma? ¿De que hablas? ¿Que día es hoy?

—15 de enero.

No dije nada, no tenía palabras, me había perdido el año nuevo y había estado en coma durante más de 3 semanas.

Entonces entró un médico acompañado de una enfermera.

—Mucho gusto señorita Castillo —se presentó haciendo que le mirase extrañada ¿señorita? Nadie me llama así. —yo soy el doctor Lareo. Siento comunicarle que ha estado en coma por 22 días  y tiene una rotura en la tibia de su pierna derecha. A pesar de eso ha tenido suerte, pues no tiene lesiones cerebrales ni de ningún otro tipo. A poder ser le daremos el alta dentro de dos días pero por ahora quería hacerle más pruebas para asegurarme de que está usted saludable.

Cuando el médico se fue mi hermano se levantó para avisar a mis hermanas y a mi padre de que había despertado.

—Te traerán la comida dentro de una hora —me avisó mi hermano —ahora tengo turno así que tengo que irme.

Su comentario me molestó, no porque se fuese a ir, si no por el hecho de que me trajesen la comida. Sé que en los hospitales siempre es así (o suele serlo) pero a mí no me gustaba que me hiciesen las cosas. Me sentía impotente e inútil. No lo soportaba.

*****

Estaba tomando la sopa que me había llevado hacia un rato la enfermera cuando alguien tocó la puerta de mi habitación.

Al entrar esta persona se quedó en la puerta con timidez sin decir nada. Casi escupo la sopa al ver a quien allí se encontraba.

—Hola, me he enterado de que despertaste del coma y quería visitarte, no nos vemos desde hace tiempo y quería ver que tal estás para afianzar mi amistad contigo.

No me lo podía creer, la princesa Melany estaba de pie en mi habitación esperando a que dijese algo.

Pero yo no dije nada pues unos golpes en la puerta me sobresaltaron.

A los pocos segundos entraron mis hermanas junto con George y los niños.

Erika vino corriendo hacia mí ignorando la presencia de la princesa y dándome un abrazo de oso.

—Yo también me alegro de verte —dije con una sonrisa en los labios —¿Donde está mi regalo atrasado de reyes? —pregunté riendo.

Ella se separó de mi con lágrimas en los ojos y me recriminó.

—Idiota.

—Creo que no, después de lo que me ha pasado me merezco aunque sea una caja de bombones.

—Tú y la comida —replicó Helena suspirando.

—Hablando de comida, creo que en este yeso alguien podría hacer una obra de arte, algo con pizzas o donas por ejemplo.

—Podría probar a hacer algo —afirmó George, el cual daba clases de dibujo artístico y a veces algunas de sus obras eran expuestas en exposiciones.

—Tía, tía ¿sabes una cosa? —me preguntó Esteban —los reyes me trajeron un par de militares del ejército como tú. Si mamá me deja puedo traerlos mañana y jugamos.

Los dos miramos suplicantes a sus padres hasta que asintieron dando el visto bueno.

—Bueno pues mañana los traes.

—Pero seguro que me ganas —afirmó el pequeño.

—Que no, que no... —repetía yo mientras le hacía cosquillas al pequeño haciendo que soltase unas cuantas carcajadas.

Poco después se oyó como alguien se aclaraba la garganta. Melany estaba allí y nos habíamos olvidado de su presencia.

—Me gustaría hablar con Sky a solas por favor.

Mi familia me miró y se retiraron.

—Uf, menos mal —exclamó —Ya me empezaba a poner nerviosa. Se os ve muy unidos.

Yo asentí alegremente con la cabeza la cual era una de las pocas parte del cuerpo que ya no me dolían.

—Me gustaría darte mi número pero veo que aquí no tienes nada y como soy precavida... —dijo sacando de su bolsillo un papel y dejándolo junto a mi plato de comida — además quería hablarte de mi hermano. Es que cuando le rechazaste no sabía que decirte y por eso no se mantuvo en contacto contigo. No le suelen rechazar así que en este caso no sabía que hacer.

—Espera, pero yo no le he rechazado. Solo le dije que el beso no había sido acertado y que no estaba preparada par empezar una relación.

—¿Y no te parece lo mismo? —preguntó ella haciendo que ya no tuviese nada claro. A ver, he de de ir que llevaba mucho tiempo sin estar soltera y nunca me había pasado algo parecido.

Por eso no dije nada, me quedé callada y seguí escuchando.

—Yo solo digo que cuando se enteró de que tuviste un accidente se lamentó muchísimo. De hecho fue una de las pocas veces que le he visto llorar, aunque claro que él nunca lo reconocería —dijo bajando el volumen de su voz —por eso cuando se enteró de que habías despertado y de que yo vendría a verte quiso hacerlo él también pero no sabía como reaccionarías.

Yo no dije nada, necesitaba tiempo para procesarlo todo ¿Abelino llorando por mí? Nada de lo que estaba pasando me me tenía sentido. Era todo muy irreal, parecía un sueño.

Cuando fui a decir algo mi hermano entró en la habitación cargando a Esteban.

—Sky me debes una buena explicación.

—¿Por? —pregunté yo.

—Pues porque cuando venía a ver como estabas me encontré a la familia juglar en el pasillo y saludé a este de aquí —dijo señalando a Esteban —preguntándole quien era su tío favorito ¿Y sabes que me dijo?

—Seguramente...

—¡Me dijo que yo no! —exclamó haciéndose la victima —dijo que tú eras su tía preferida.

—Lo es —afirmó el pequeño.

—Eso ha dolido. Pero ya veremos quien es el preferido de Adam cuando crezca.

—Seguro que soy yo —aseguró Erika echándose el pelo para atrás —yo soy más mejor.

—Para ser profe en la universidad tu gramática está bastante mal —dijo Eikko ganándose una colleja de mi hermana.

Una militar de la realezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora