Capítulo 4

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Estaba tranquilamente sentada con Matías y Jonathan cuando alguien se sentó a mi lado.

Era Zach que estaba empeñado en sentarse con nosotros pues éramos las únicas personas que conocía. El pobre chico no había comenzado con buen pie y en las dos semanas que llevaba ahí no había hecho ni un solo amigo.

El problema es que Zachary no entendía que los superiores no se sientan con los reclutas debido a una cuestión de rangos. Los reclutas se sentaban con otros reclutas hasta que subían de posición, además si alguien lo veía sentado con nosotros podría llegar a pensar que él tenía ventaja o nos estaba haciendo la pelota.

—Zach, ya te hemos dicho que no deberías sentarte con nosotros, cuando subas un poco más de rango podrás, pero es importante que ahora estés con otros reclutas para formar alianzas — le recordó Jonathan al chico.

—Adam me hubiese dejado —respondió Zach enfurruñado, y se marchó a una mesa vacía.

—Pobre —dijo Matías —me da pena.

Yo no dije nada, no quería meter más el dedo en la herida, el pobre chico lo estaba pasando mal y yo no podía hacer nada para ayudarle.

—Es —me llamó el Capitán Carpenter —cambiando de tema, ¿que vas a hacer estos 15 días de vacaciones?

—Pues la verdad lo de siempre, ver a mi padre y visitar a mi hermano. Llevo un tiempo sin hablar con él.

—Venga no exageres, lo viste en el funeral.

—Bueno, pero lo extraño. Estaba pensando en llevarme a Zach conmigo, lo está pasando mal y creo que necesita un cambio de aires, no creo que el ejército sea para él. Quien sabe, a lo mejor decide quedarse ahí y estudiar algo.

—Tal vez —respondió Jonathan —pero adivinad quien también se va dos semanas a Málaga para tomarse un descanso de su complicada vida —exclamó en todo burlón.

Ni Matías ni yo supimos que decir.

—El príncipe, como dentro de un mes es su coronación ha decidido pasar lo que le queda de libertad durante dos semanas en Málaga.

—¿Pero y tú dónde leíste eso? —preguntó Matías quitándome las palabras de la boca.

—En una noticia en la tablet, estoy suscrito a un periódico y me manda todo lo que sea tendencia.

Yo le miré con cara de sorpresa, no tenía ni idea de que mi amigo fuese amante de las noticias.

—De todos modos no sabemos si va a ir a la misma parte que yo, solo espero que si lo lo hace no haya montones de chicas mirándolo por ahí, sería raro llegar a la playa y encontrármela abarrotada de chicas caza fortunas.

Mis dos amigos me miraron con cara de extrañados.

—¿Y qué harías si te lo encontrases en la playa? —preguntó Matías.

—Pues como lo conozco le saludaría cortésmente como una persona normal, aunque de todos modos no creo que se acuerde de mí.

—No que va —respondió Jonathan —no es por nada pero con esos ojos resaltas, no creo que se haya olvidado y además... —se paró un momento par echarse a reír —con eso del desmayo nadie te olvida.

Entonces me vino a la cabeza ese momento en el castillo y lo ridícula que había quedado enfrente del príncipe y de mis superiores.

—Basta de hablar de mí —dije yo para sanjar el asunto — quiero saber lo que haréis vosotros en las vacaciones.

—Yo me voy con Aitana a Hawái, aunque prefiero el frío creo que será divertido.

Miré a Jonathan con una sonrisa pícara, todos sabíamos que él opinaba que Hawai era el sitio más romántico para pedir matrimonio, Estaba claro lo que quería hacer, a pesar de que su novia Aitana al ser tan despistada seguramente no se hubiera dado cuenta.

—Así que, puede que haya boda, espero ser una de las damas de honor — dije yo para hacer una broma.

—Eso —dijo Matías —y yo quiero que...

—Déjame adivinar —le interrumpió Jonathan —quieres ser el padrino de mi boda.

—¿Qué?¡No! Yo lo que quiero es que haya una fuente de chocolate con fresas para mojar.

Todos nos comenzamos a reír por la ocurrencia de nuestro amigo.

*****

Al día siguiente Matías nos llevó al aeropuerto a Zach y a mí para irnos a Málaga, al final Zachary había aceptado.

Llegamos media hora más tarde y aterrizamos. Era temprano, le había dicho a mi hermano que estaríamos allí a las 11am por si se retrasaba el vuelo o no encontrábamos las maletas, pero habíamos llegado puntuales y todavía quedaban 20 minutos para que mis parientes llegasen.

Nos dirigimos por lo tanto a una cafetería para comer unos croasanes.

Estábamos comiendo cuando veo que un chico alto de pelo rubio que me sonaba conocido entró en la cafetería con un periódico tapándole la cara.

El chico se me acercó y se sentó en la silla que estaba libre.

—Eikko, pero qué... —logré decir antes de que me tapara la boca con un dedo.

—Calla —dijo susurrando —no quiero que me reconozca el príncipe.

—¿Pero que dices? Si ni te conoce.

—Y pero a ti sí, ¿y si me reconoce como tu mellizo? Al fin y al cabo tenemos el mismo pelo rubio y de no ser por la heterocromía seguramente tú también tendrías los dos ojos verdes.

—Que tonto eres —dije levantándome para darle un abrazo y luego ir a pagar.

Cuando volví Zach y Eikko estaban hablando tranquilamente.

—Bueno hermanito —exclamé y me senté en la silla —tienes que contarme eso de que piensas mudarte.

—A ver, es que me han ofrecido un trabajo como médico en un hospital de primera categoría de Madrid, y es que pagan un sueldo inigualable. Es como el triple de lo que gano aquí.

—Pero...

—Sí, lo sé, quieres saber como mantendríamos a papá, pues déjame decirte que he hecho los cálculos y si tu le mandas dos tercios de tus ingresos y yo un tercio aproximadamente viviría muy cómodamente.

—¿Tú eres consciente de la que paga los gastos de esa casa soy yo y tu solo pagas la comida? No le puedo dar más dinero del que ya le mando, lo demás lo uso para pagar los gastos del hogar y los viajes.

—Pensé que como eras Coronel te pagaban más dinero.

—Siento decepcionarte, pero tus cálculos están muy mal, de hecho, si yo no viviese en la base militar prácticamente mi sueldo se lo comería el alquiler de mi piso.

—Vale, pero no te enfades, tal vez la solución es llevármelo conmigo a Madrid.

—¿Pero qué dices?¿Cómo te lo llevarías? Conmigo no puede ser, Helena ya tiene un hijo y otro en camino, no tiene espacio suficiente y Erika comparte piso con una compañera de trabajo.

Mi hermano no dijo nada, sabía que yo tenía razón, lo de irse a Madrid con papá no era una idea factible.

Una militar de la realezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora