Nos separamos poco después del beso. Tenía el corazón a mil por hora y sus ojos puestos en mí.
No dije nada, solo sonreí avergonzada por no haberlo pensado mejor. Solía ser una persona que pensaba en las consecuencias pero esta vez no.
—No sabía que te interesase en lo más mínimo. Tú a mí también me gustas, a pesar de que te cueste reconocerlo.
Le miré sorprendida, de todas las cosas que podría haber dicho esa no era la que yo esperaba.
—Pero ahora no sé cual es es siguiente paso ¿me dices cuál es? Tal vez podríamos poner un nombre a nuestra relación. O decir lo que sentimos. Es lo que se suele hacer —me explicó Abelino.
—Es que no quiero poner una etiqueta a nuestra relación, porque no sé lo que somos. Tú a mí también me... gus... tas —admití arrastrando las palabras —pero quiero ir...
—Poco a poco —me interrumpió —lo sé. No tenemos que definir nada, sé que todavía es muy pronto y no quiero presionarte. No se me dan muy bien las relaciones.
—Ni a mí el amor —dije arrepintiéndome enseguida de lo que dije, no estaba convencida de que eso fuera amor.
—¿Qué te parece amigos con derechos?
Negué con la cabeza aguantándome la risa. A veces este hombre tenía unas ocurrencias.
—Vale, es complicado si me das otro beso.
—¿En serio?
Afirmó con la cabeza consiguiendo su objetivo.
—¿Mañana te apetece dar un paseo por el parque?
—No te ofendas, pero lo de hacer promenades está vetado para mí.
—Así que francés.
Asentí con la cabeza, había aprendido a hablar muchos idiomas en mi vida, el principal era el español pero también podía mantener una conversación con una persona en inglés, francés o alemán. Los primeros los aprendí en la escuela y en cursos más en mi formación de militar pero el último lo aprendí al igual que mis hermanos de mi madre la cual era de ascendencia alemana.
—Tengo algo para ti —dijo Abel levantándose del sofá para buscar algo en su mochila.
—No tenías que regalarme nada Abi —repliqué en tono burlón —Yo no te tengo nada. Digamos que no he podido ir a la tienda estos días.
—Tú presencia es suficiente —respondió mirándome a los ojos, haciendo que por unos segundos mi corazón se derritiera con ternura. Nunca había oído una frase tan cursi, bonita, tierna y empalagosa; ni siquiera Adam me había dicho algo así y eso que era un romántico empedernido.
Se acercó a mí y me entregó una letra S de decoración pintada como una noche estrellada.
—Gracias, es muy bonita, la pondré en la mesita de noche.
Él negó con la cabeza le dio la vuelta. En la parte de atrás había un pequeño botón con forma de estrella. Lo presionó y se abrió un pequeño compartimento. Después de mirarme con sus grandes ojos azul oscuro sacó lo que había adentro.
Era la gargantilla que había comprado aquella vez en la joyería. Le miré confundida esperando una explicación.
—Me gustó, y pensé que te pegaba. No te conocía demasiado pero la vi y tuve el impulso de comprarla. Luego mandé a hacer la letra de tu nombre como un cielo estrellado porque te gusta mirar las estrellas y por el significado de tu nombre en inglés.
—¿Qué significan los dijes? —pregunté.
—La pluma representa tu espíritu libre y ganas de vivir —dijo haciéndome señas para que me colocase y me pudiese poner la gargantilla.
—¿Y la llave?
—La llave significa algo que no te puedo revelar todavía —afirmó terminando de colocar el objeto alrededor de mi cuello.
Le miré sin estar segura de qué decir. Me apetecía insistir pero me decanté por no hacerlo, ya me revelaría la razón de la llave cuando le fuese oportuno.
—Cuando quieras guardarlo lo metes aquí y nadie se enterará de que el escándalo de las revistas era justamente para ti. Además...
No siguió hablando porque de repente escuchamos como la puerta de la entrada se habría y entraba mi hermano con un bebé en los brazos.
—Hola chicos, Helena me pidió que recogiese a Adam de la guardería —saludó mi hermano. Me pareció extraño que no estuviese confundido.
—Hola Eikko —se me adelantó Abelino —Esteban también está durmiendo así que no tienes que preocuparte por que se despierte con el ruido.
Cuando mi hermano hubo salido de la estancia con mi sobrino dormilón me quedé mirando interrogante a Abel.
—¿Qué?
—Nada, es solo que te he visto muy cómodo con Eikko y de hecho me parece raro que no le haya sorprendido o incomodado tu presencia.
—Claro, porque él ya sabía que yo venía, de hecho él fue quien me dio la dirección.
En ese momento caí en la cuenta, Abelino no tenía la dirección lo que implicaba que tendría que habérsela preguntado a alguien.
Mi hermano tendría que darme un par de explicaciones.
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Una militar de la realeza
RomanceSky Castillo es una Comandante del ejército, vive bien y tiene su vida completa. Hasta que un día acude al castillo para conocer al futuro rey y para prever estrategias militares. Ese día su vida cambiará al punto de enamorarse del príncipe que en...