Capítulo 24

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El despertador sonó más fuerte que otras veces, o eso me pareció a mí. No me apetecía levantarme, estaba demasiado cansada después de haber hecho las maletas el día anterior.

Mi hermano y yo nos íbamos a mudar a un apartamento de dos habitaciones que había alquilado por un módico precio.

Seguí en la cama con los ojos cerrados intentando volver a dormirme cuando noté que alguien me pegaba con una almohada.

Abrí los ojos para recibir un almohadazo en toda la cara de parte de mi hermano.

—La Comandante Sky Castillo Giménez levantándose tarde, esto es algo que no se ve todos los días.

—¿No me vas a dejar dormir?

—Claro que no, ya los demás están despiertos, tenemos que irnos al piso. Y luego tenemos que ir al supermercado para abastecernos porque mañana no lo podemos hacer ¿Tengo una operación recuerdas?

*****

Llegamos al apartamento, yo la verdad no lo había visto pero era acogedor.

Nada más entrar se encontraba la cocina junto con el comedor y el salón.

—Elige habitación —dijo hermano antes de irse a por sus cosas al coche.

Cerca de la entrada había dos puertas que pensé que serían los dormitorios pero me equivocaba, pertenecían al baño y a un armario para los abrigos.

Al final escogí una de los dos cuartos que se encontraban en un pasillo muy pequeño.

Me decanté por la habitación más pequeña porque era la casa de mi hermano al fin ya al cabo y yo no necesitaba tanto espacio.

No creía que vivir solo con Eikko fuese a ser difícil; al fin y al cabo cuando éramos pequeños compartíamos habitación, a pesar de que a medida de que nos fuimos haciendo mayores fue un poco más incómodo y tuvimos que acabar poniendo una cortina en medio de la estancia porque a veces la presencia del otro nos incordiaba. Sobre todo nos molestaba cuando alguno de los dos traía amigos a casa.

Cuando mi acompañante entró por la puerta cargado de cajas y las dejó en la encimera de la cocina hubo una de ellas que me llamó la atención.

—Así que aquí tienes la consola que me robaste —afirmé.

—No es tuya.

—Tienes razón, es de los dos, pero te adueñaste de ella. Aunque por lo menos ahora que la tienes aquí podemos echarnos largas partidas.

Esa consola la teníamos desde hace años, nuestros padres nos la compraron a Eikko y a mí por nuestro noveno cumpleaños porque amábamos los videojuegos. Cuando entré en ejército Eikko se la quedó y la tenía en casa. Pero supuse que al mudarse se la habría traído sin preguntar, a por lo menos a mí no me había preguntado.

—¿Ya escogiste cuarto? si no, hazlo rápido, tenemos que ir al mercado.

—Sí, elegí la habitación pequeña, aunque la verdad me parece extraño que las dos tengan camas matrimoniales. Aunque está muy bien par dos solteros como tú y yo.

—¿Por qué sigues insistiendo en tu soltería? —me reprochó —no es por nada pero a mí me parece que mantienes una relación con el rey de España y, aunque no lo quieras reconocer sois algo más que amigos.

—Lo sé, somos algo más que amigos, no te lo voy a negar, pero el caso es que no sé qué somos exactamente. No sé en qué rango de la relación estamos.

—Ya lo descubrirás —me aseguró.

Asentí intentando creerle, me daba miedo que el príncipe en tan poco tiempo se haya vuelto una parte tan importante de mi vida pero a la vez me asustaba que no significase nada para mí.

  
*****

Después de ir a comprar comida me dispuse a poner mi ropa en el armario de mi habitación pero mi hermano se negó e insistió en que pasásemos un rato como hermanos viendo una película. Buscamos una película romántica porque era lo que a mi hermano le apetecía ver, de hecho era su género favorito y decía que necesitaba vivir historias de amor aunque fuese en la pantalla del televisor.

Eikko nunca había sido un chico que siempre andase rodeado de chicas ni mucho menos, de hecho se pasaba la mayor parte del tiempo en casa estudiando, jugando a videojuegos, leyendo o viendo pelis ¡Si hasta yo salía más que él con mis amigos y yo soy la persona menos fiestera del mundo!

—Mira, está va sobre una chica normal que se enamora de un príncipe de casualidad —me dijo mi hermano —igual a lo tuyo con Abelino, a diferencia de que él es un rey y tú no eres normal.

Le di una colleja ¿A qué venía ese comentario?

Se empezó a reír maliciosamente y a continuación le dio a la película para que comenzase.

Sinceramente no sé si fue sólo mi impresión pero me pareció que mi hermano me estuvo mirando durante toda la película por el rabillo del ojo, especialmente en las escenas que se parecían en algo a lo que en tan poco tiempo Abel y yo habíamos vivido.

Una militar de la realezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora