Capítulo 5

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Llegamos a la casa donde vivían mi padre y mi hermano además de donde yo me quedaba durante las vacaciones.

Era una pequeña casa que le había comprado a mi padre poco después de la muerte de mi madre. Eikko le cuidaba cuando yo no estaba porque mi padre tenía problemas en una pierna y problemas de corazón al igual que yo y que Eikko.

Entré dejando mis maletas en el recibidor y dirigiéndome a la biblioteca.

Sabía que encontraría ahí a mi padre, él amaba leer. De hecho era tal su gusto por la lectura que llevaba escribiendo un libro desde hacía varios años y según él estaba apunto de terminarlo. Nunca nos había dicho sobre que iba a pesar de que cada vez que lo veía le preguntaba sobre su contexto.

Entré en la habitación y me quedé junto auna de las estanterías.

Luego cogí un libro y dije mientras que lo habría:

—Que raro que entre todos estos libros no se encuentre ya el futuro best seller de Abraham  Castillo.

 —¡Sky! —exclamó mi padre —que bueno verte mi niña.

—Hola papá —dije yo dándole un abrazo.

—¡Pero bueno Es! —exclamó —¿Cuántas veces te he dicho que nada de uniforme durante las vacaciones?

Mi padre había formado parte del ejército durante varios años, de hecho ahí había conocido a mi madre. Por eso tenía una tradición de no llevar uniforme durante las vacaciones, pues a él siempre le ha gustado más la ropa de calle, pero yo estoy tan acostumbrada a ir uniformada que me cuesta desadaptarme.

—Te prometo que una vez que suba me daré una buena ducha y me pondré ropa de calle par ir a visitar a Dahna.

—Ah —suspiró —tú y esa amiga tuya un día de estos me vais a volver loco.

Yo solté una pequeña carcajada y a continuación dije:

—Por cierto, Zachary ha venido conmigo, no tenía con quien quedarse así que... Y no sé, tal vez podría encontrar aquí su vocación o algo que le apetezca estudiar.

—Oh pequeña, me alegra que hayas decidido ayudar al chico en este momento tan duro, tu madre estaría orgullosa de ti

Dijo y volvió al sofá de la biblioteca.

—¿Hola? —saludó una voz a mi espalda. Mi padre se levantó otra vez y recibió a Zach con alegría.

*****

Después de un rato de hablar mi padre se decidió por contarnos de que iba el libro, ¡sí, por fin! Estaba a punto de descubrir la razón de tanto misterio.

—¡Qué bien! —exclamó mi hermano —ya verás cuando le cuente a Erika y a Helena que hemos escuchado sobre que iba el libro de papá. Se van a morir de la envidia.

—Mejor manténganse tranquilos —respondió mi padre —el libro trata sobre la historia de amor de vuestra madre y la mía, no encontraba un final y por eso no lo había dicho antes, pero después de lo que ha pasado me gustaría que lo supierais.

Me quedé atónita, mi madre y mi padre se habían conocido en el ejército, se habían casado y formado una familia. Yo siempre deseé tener una historia de amor como la de mis padres, de hecho cuando encontré a Adam pensaba que él sería mi final feliz, pero veo que me equivocaba.

Aunque pensándolo bien, mis padres tampoco tuvieron un muy final feliz, mi padre tuvo que retirarse del ejército por un accidente con un tanque y mi madre murió en combate cuando yo tenía 23 años.

*****

Tiempo después me duché y me dirigí a la playa con Zach y Eikko donde habíamos quedado con Dahna. Dahna era mi mejor amiga de toda la vida, su personalidad era mucho más extrovertida que la mía y llevaba toda la vida esperando conocer al príncipe.

Cuando llegamos Dahna estaba tomando el sol en su toalla. Me acerqué a ella sin que me viese y le quité las gafas de sol para que los rayos de luz le pegasen en la cara y se levantase.

—Es, Sky, que mala eres.

Me abrazó y me quitó las gafas para volvérselas a colocar. Luego saludó a los demás antes de decirme.

—Mira quien está ahí —dijo señalando a un chico de cabello marrón y ojos azules.

—Ya lo veo, ¿y?

—¿Pero cómo que y?¿Te falta un tornillo o que?¡Es el príncipe!

—Ya lo sé, pero no veo por que me dices esto.

—Necesito que vayas y te acerques, lo saludes y que él le diga a sus gorilas que me dejen conocerle. No dejan acercarse a nadie.

—¿No prefieres tomar el sol o charlar?

—Sky Castillo Giménez sabes que desde siempre me muero por conocerlo, así que no me lo fastidies, ve y haz que te dejen pasar —me ordenó.

—No se que te hace pensar que a mi me va a dejar hablar con él, si no deja ni a los pibones.

—Perdona pero tú eres guapísima —me aseguró ella —y además le conoces.

—¿Tengo que hacerlo? —pregunté con fastidio.

—Sí, pero antes... —dijo y me soltó el moño que llevaba en el pelo para dejar mi melena rubia suelta —así mejor, y además con ese short y esa blusa lila te ves perfecta. Venga ya te puedes ir.

Me fui caminando un poco molesta hasta donde estaba el chico. Ya era mucho decir que fuese a ayudarla con eso, pero que me soltase el moño para verme mejor era demasiado.

Una militar de la realezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora