Capítulo 29

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Intentaba divisar mi maleta cuando Matías se me acercó. Habíamos vuelto de Irak junto con otro grupo de compañeros. Se me había hecho raro volver al trabajo en el campo de batalla, pero por suerte había salido ilesa y ahora había vuelto para afrontar la cena que me esperaba.

—¿Quién te viene a recoger? —preguntó.

—No lo sé, creo que Erika y su noviete —respondí recalcando la última palabra.

—¿Sigue sin caerte bien Ulises verdad?

—Lo tolero, pero se lo toma todo muy a pecho.

—Bueno tal vez os llevéis bien, ¿quien sabe? el amor hace milagros —me aseguró él con una mirada soñadora.

—Hablando de amores —dije interrumpiendo sus pensamientos —¿cuando le piensas decir a Dahna lo que sientes?

—No le pienso decir nada, porque no siento nada.

Rodé los ojos; opinaba que era necesario que lo intentase porque si no, nunca sabría lo que opinaba ella sobre él y se quedaría con la duda.

—Eso no te lo crees ni tu chaval.

Después de un rato de charla y de que un par de personas nos miraran de manera extraña aviste mi maleta y la recogí.

Al salir a la zona en la que me iban a recoger casi me da un infarto. Allí estaba parado Abelino junto a toda mi familia incluido Zach, Ulises y mi padre.Me acerqué a ellos lentamente, la verdad no sé la expresión que puse en ese momento pero estoy segura de que no era la de plena felicidad.

Me acerqué a mi familia a la par que Esteban venía corriendo hacia mí para abrazarme. Empece a saludar a la gente y me fijé en que todos estaban muy arreglados para la ocasión, como si fuese una fiesta o un cena de negocios.

Después de saludar a mi novio con basto abrazo bajo a mirada curiosa de un par de personas todos nos dirigimos hacia afuera.

—Te lo tenías muy bien guardado   —me reprendió Zach.

—¿El que?

—Tu relación con el rey —Abelino nos lo ha dicho, ¿por qué crees que estoy aquí? Para la comida familiar, bueno más bien la cena porque son las seis de la tarde.

—¿Qué? ¿Entonces todos sabéis que es mi novio? —pregunté preocupada sin darme cuenta de que estaba gritando.

Asintió alegremente. No me podía creer que Abelino no me hubiese hecho caso, habíamos quedado en que lo contaríamos después de que llegase, no antes.

—¿Estás enfadado?

—No —me aseguró Zachary —Si yo mismo fui el que te dijo que pegabas con el príncipe, ¿por qué habría de estar enfadado?

—Pues por lo de Adam y... —empecé a explicar pero me interrumpió.

—Es verdad que al principio me chocó un poco, me parecía extraño que estuviese saliendo con otra persona, pero al fin y al cabo Adam está muerto y no va a volver. Tenía que aprender a aceptar que la gente, incluyéndome, tiene que seguir con su vida a pesar de la pérdida.

—Me impresiona lo sabio que te has vuelto. Me acuerdo de cuando te conocí, eras solo un niño de 10 años.

—Yo soy muy sabio, además el 17 de agosto me he vuelto todavía más sabio.

—Por cierto feliz cumpleaños muy atrasado.

—No tanto, solo un mes.

Sonreí, sabía que había hecho mal al perderme su decimonoveno cumpleaños pero había tardado en volver más tiempo de lo previsto. Estábamos a principios de septiembre y me había perdido varios cumpleaños como los de mis hermanas y el de Esteban, pero no podía hacer nada para remediarlo.

—¿Me perdonas un momento? —le pregunté a Zach —Tengo que matar a Abelino.

Zach asintió riendo, pero a mí no me parecía divertido, alguien me debía una explicación.


Una militar de la realezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora