Depresión. Cap. #29

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Adam en multimedia.
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Tomas Campbell P.O.V.

—Mierda... no puedo respirar... Aaron, imbécil...—intentaba articular mientras el mencionado me tenia sujetado de mi cuello contra la pared de los vestidores, dificultándome la respiración. Miré a mi alrededor una vez más; estaba Chuck y uno de los gemelos Pereira quien reía al respecto.

Adam mencionó algo que no logró escuchar bien y entonces vi aquel puño acercarse a toda velocidad hasta impactar y apagar las luces.

~*~
11 años antes.

Caí en aquel charco de lodo mientras los niños frente a mi se reían y burlaban, señalándome.

—¡Vete a jugar con las niñas!—me gritó uno de ellos, mientras los demás le seguían la corriente gritándome más insultos, yo sólo podía encogerme y llorar.—Vamos chicos, dejemos a la niña sola.—dijo para irse junto a su grupo y dejarme solo allí tirado, me paré rápidamente y salí corriendo hacia atrás de los baños de mi escuela, donde me escondí y me acurruqué en un rincón.

¿Por qué tenía que ser más débil que ellos? Ojalá me gustara el futbol y los carros también, odio que el color rosa sea mi favorito, por eso no tengo amigos. ¿Qué está mal conmigo? ¿Por qué soy así? Quisiera ser un niño normal... desearía no ser así, Dios, ¿por qué me has hecho de esta forma? ¡Por favor cámbiame! ¡Te lo pido, te juro que no te pediré nada más! Te juro que me portaré bien... yo sólo... ya no quiero estar triste por ser así, sólo quiero tener amigos, sólo quisiera ser normal... no quiero sentirme más así de raro.

—¿Tomas...? ¿De nuevo te han molestado Adam y sus amigos? Vamos, te ayudaré a limpiarte.—dijo mi maestra en cuanto me encontró para llevarme con ella hacia su oficina. Mientras me limpiaba decidí preguntar.

—Maestra... ¿por qué me odian tanto?

—Tommy...—me nombró apacible mientras me escrutaba con compasión.—ellos no te odian a ti, solamente odian lo que no entienden, es culpa de sus padres por no enseñarles qué hay personas diferentes en el mundo.—me explica.

—Odio ser diferente...

—No digas eso, cariño, ser diferente no está mal, ¡todo lo contrario! Eso te hace único y especial.—me cuenta.

—Ser único y especial duele mucho... aquí.—decía mientras señalaba mi pecho, justo en el corazón.

La puerta de aquella oficina se abrió dejándome ver a mi hermano mayor.

—Tommy, ¿estás bien? ¿Qué pasó profesora?—cuestiona arrodillándose frente a mi para revisarme, la mujer le indicó que saliera del lugar con ella para hablar, dejándome en aquel lugar, sentado en aquella silla mientras movía mis pies en el aire intentando no llorar otra vez. ¿Qué estará mal conmigo?—Vamos Tom, hay que irnos.—habla mi hermano en cuanto está de regreso para tomarme de la mano y dirigirnos fuera del lugar.

Íbamos en su carro, mientras yo miraba por la ventana del copiloto, distrayéndome con el paisaje.

—Le diremos a nuestros padres qué hay que cambiarte de escuela.—me comenta Robert, a lo que asentí.—Tommy... ¿sabes que te amo mucho, verdad?—pregunta, lo volteo a mirar y le sonrío.—¡Eres mas increíble que todos esos niños! Te tienen envidia, por eso te molestan, no dejes que nadie apague tu luz, porque tú entre todos ellos eres quien más brilla.—me dice.

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