Negociación. Cap. #28

348 36 1
                                    

Jessica Style en multimedia.
__________________________*

Jessica Style P.O.V.

—No recuerdo demasiado acerca de mi infancia, supongo que mi subconsciente ha reprimido ciertos recuerdos que no me parecían del todo placenteros, y es que ser la hija única de una importante y reconocida diseñadora de modas no es tan bonito como parece. Mi madre pagó la fecundación artificial para tenerme, ella decía que no necesitaba de ningún hombre para nada, lo cual en realidad es algo que admiro profundamente en ella viendo que en las demás familias quienes llevan ese papel son los hombres. Así que si, no tuve una figura paterna, bueno, tampoco es que la necesitara para ser honesta... entonces, ¿por qué me quejo de mi infancia? bueno, no fue parecida a muchas infancias que haya conocido, mi madre tenía cierta percepción de la vida y de lo que ella quería que fuera mi vida, así que empecemos por lo primero:

Ella decía que no era necesario que me distrajese creando vínculos con otros niños porque tenía que concentrarme en mis estudios y en ser inteligente, ya que siempre me había contado que ella estaba donde estaba gracias a su intelecto, por lo que había optado porque que me dieran clases privadas en casa hasta sexto año después del preescolar, claro... el cual por cierto también lleve en la comodidad de mi casa, o bueno... de las casas. Ese es otro punto que creo ha marcado mucho en mi.

Al ser una diseñadora de renombre mi madre tenía que estar viajando constantemente de un lugar a otro, a veces estábamos en América, otras en algún lugar de Italia o en la mansión de Francia, algunas ocasiones en Inglaterra y otras tantas en Canadá, lo peor era cuando la semana de la moda comenzaba. Viajar es hermoso, conocer culturas nuevas, aprender otros idiomas, no lo niego, sin embargo empiezas a odiarlo en cuanto esos viajes te quitan la oportunidad de poder socializar con otros seres humanos que no sean la servidumbre de nuestras casas, mis maestros o mi propia madre. Debo admitir que me costaba, o que me era casi imposible lograr hacer un vínculo con alguien que no estuviera bajo el sueldo de mi madre cuando tenía la oportunidad de convivir con otra persona fuera del ámbito.

Hasta que un día, en un evento de moda que se llevaba acabo en Black R. City mi progenitora me presentó a una de sus amigas de infancia; Charlotte Foster, me dijo que habían estudiado juntas en Francia, de dónde de hecho, la familia Foster era natal, puedo recordar perfectamente ese día, porque es para mí uno de los más preciados.

Flashback.

—Jess, quiero presentarte a Charlotte, fuimos muy buenas amigas en el instituto.—dijo ella, saludé a la mujer con una amable sonrisa.

—Vaya que es hermosa tu hija, Miranda, se parece mucho a ti cuando tenías su edad, ¿cuántos años me dijiste que tenía?—cuestionó.

—Tengo 15 años.—respondí.

—¡Vaya! eres de la misma generación que una de mis hijas, deja te la presento, debe estar por aquí cerca.—comentó y comencé a tener nervios, estaba teniendo sin duda alguna lo que se conocía como presión social.

Después de unos minutos vi como volvía a entrar a la habitación la vieja amiga de mi madre, pero esta vez no estaba sola; venía acompañada de una linda chica de piel oscura, era un poco más oscura que la tez de su madre, seguro lo había heredado de su padre, sus ojos eran negros de igual manera, sin embargo eran profundos y te transmitían cierta paz y calma en demasía intrigantes; pude describirla sin mucha dificultad como una puesta de sol en Maldivas, porque era más que radiante.

Bad passive.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora