El "soldaduqui". Cap. #2

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Connor en multimedia.
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El sonido de una alarma me despertó, pero al parecer no solo a mi; habían más personas conmigo en un cuarto que no conozco, estoy en la cama y a lado mío hay un chico hermoso, aunque obvio, no más que yo. Busqué el responsable de aquel ruido infernal y al encontrar mi celular apagué la alarma, me quedé sentado en la cama frotándome las sienes por la jaqueca que tenía.

Miré a mis costados, además del apuesto tipo que está en la cama conmigo había una chica desnuda a nuestros pies y Tom estaba en un sillón acompañado de un negro enorme. Joder, Tom sí que está loco.—pensé en ese momento, entonces sin verlo, de la nada un golpe llega fuerte a mi mejilla derecha, desconcertándome y aumentando mi jaqueca. Lo último que puedo ver es al apuesto hijo de puta huyendo con su ropa del cuarto. ¿Qué hora era?—pensé mientras frotaba el lugar del golpe, miré de nuevo mi móvil y suspiré, ya había perdido las tres primeras clases... pero tal vez aún me dejen entrar.
Me paré rápidamente y fui a mover a Tom del sillón, tirándolo y haciendo que se quejara.

—¡Arriba o no llegaremos al instituto!—le dije mientras buscaba nuestras mudas de ropa para vestirnos.

—¿Qué? ¿Pero qué hora es?—dijo aún aturdido por la resaca. Después de mudarnos salimos huyendo del motel donde estábamos, nos subimos a mi auto y arrancamos hacia el Instituto Rosewaller; Colegio que a tenido a casi todas las generaciones de mi familia, y la de muchas familias ricas de la ciudad y de otras partes del país y del mundo. Reconocido por sus lujosas instalaciones y el alto precio de la colegiatura el Instituto Rosewaller puede ser tachado de la mejor preparatoria y universidad del país.
Cuando llegamos el portero nos detuvo en el portón decidido a no dejarnos pasar.—¡Vamos! Solo son tres horas de retraso.

—Joven, me temo que no es posible, esta estrictamente marcado en las reglas del colegio y...—está bien, este portero era nuevo, el otro sabía como era el trabajo por acá.

—Si, si, si... tome sus reglas y abra el portón.—le dije extendiéndole cien dólares, el hombre calló y se metió el dinero en sus bolsillos para después abrir los portones. Reí un poco por lo gracioso que me parecía.—Malditos marginales...—dije entre risas.

—¡Amiga! ¿Pero qué te pasó? ¡Tu cara!—inquirió Tom y me miré en el espejo retrovisor. Mierda, ese estúpido si me dio duro.

—Un maldito "hetero curioso", no deberían dejarlos entrar a los antros de ambiente si aún no están seguros si les gusta la verga o la vagina. ¡Mira como me dejo el imbécil ese!

—¿Y tú cómo sabes qué era un curioso?

—Es obvio Tom, ¿qué gay o bisexual en su sano juicio le estamparía un golpe al hombre extremadamente hermoso con el que se acostó anoche? ¡Ninguno!

—Ay Niall, creo que se te cayó algo...

—¿?

—La humildad amiga.—viré los ojos en señal de frustración mientras estacionaba el auto.—Oye... ¿Te diste cuenta que aún apestamos a alcohol y sexo? Y... ¡AY POR TODOS LOS PENES!—gritó en cuando se quiso bajar del auto.

—¿Qué pasó?

—¡Ese negrito sí que me ha destrozado el culo amiga!—me dijo mientras se jorobaba como anciano.

—Eso te pasa por golosa, o sea Tom, mides como uno sesenta y te vas a meter con un hombre de dos metros y medio.

—Pero me hizo llegar a la luna... ¡Ufff sí que sabía lo que hacía! No había tenido un hombre así amiga, te lo juro. ¡Me hizo sentir colegiala virgen de nuevo! Fue como si perdiera la virginidad de nuevo...

Bad passive.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora