365 días antes.
—Mi nombre es Paloma Garrido, soy la jefa de módulo, aunque para todas las internas soy simplemente la gobernanta. Desnudaos, por favor, y dejad vuestra ropa en las cestas numeradas. En Cruz del Sur el día comienza a las 7:00, así que cuando mañana oigáis la sirena, tendréis 15 minutos para vestiros, hacer la cama y formar para el recuento en celda. Después comienzan los desayunos y los talleres de trabajo de los que seréis informadas puntualmente. Tendréis un kit básico de aseo. Para cualquier otra cosa hay un economato, donde compraréis lo que queráis. Obtendréis cheques de la prisión a cambio de vuestro trabajo en los talleres. Por las noches podréis hacer uso del baño comunitario de cada módulo, con un tránsito controlado. Está prohibido quedarse charlando en los pasillos. Sois novatas, en cuanto crucéis esa puerta, os van a humillar para someteros, intentarán que escondáis su droga, que la llevéis de un lado para otro, que la recojáis en vis a vis ficticios. No lo hagáis. ¿Alguna pregunta?
Nadie respondió.
—Poned los pies sobre la línea amarilla y daos la vuelta. Las manos apoyadas en la pared. Abrid las piernas.
Obedecieron sus órdenes, una a una, todas las mujeres que ahora, desnudas, se sostenían de aquella mugrosa y fría pared de piedra.
—Os pedirán dinero y favores a cambio de protección. No cedáis. Os aconsejo que os mantengáis firmes. Aquí dentro, los delitos conllevan una pena aumentada y anulan inmediatamente cualquier intento de reducción de condena.
La gobernanta tuvo que introducir sus dedos en las vaginas de cada una de las allí presentes, averiguando así si llevaban algo en su interior. No era la primera vez que se topaban con un teléfono móvil insertado en una vulva.
Todas, por suerte, pasaron la inspección, así que, una vez se vistieron, la acompañaron hacia la puerta principal del hall, allí donde comenzaría su nueva vida.
—Traigo 4 para módulo tres y una para el módulo dos.
—¿Nombres?
—Para módulo tres tengo a Cristina Olivera, Adara López, Omhaira Abiodun e Itziar Lizarralde.
—¿Módulo dos? —preguntó el guarda a cargo, apuntando cada nombre para asignarlo a una celda.
—Susana Fernández.
—Susan —interrumpió la morena.
—¿Cómo dices? —inquirió la gobernanta, girándose hacia ella.
—Que me llamo Susan.
—No es eso lo que pone en tu ficha —se giró hacia el guardia, corrigiendo a la chica—. Susana Fernández.
Tras un par de minutos, ya tenía hecha la lista de asignación de cada una de las celdas respecto a las nuevas reclusas.
—Muy bien, pues aquí tienes —dijo, entregándole el folio.
—Gracias, Márquez —respondió, guiñándole el ojo—. Vosotras, seguidme —ordenó, poniéndose en marcha.
Los gritos y abucheos no impresionaron a la morena, ni eso, ni la charla que la Gobernanta les había dado. Ella bien conocía todo aquello, de qué iba, cómo funcionaban ahí dentro las cosas.
—Fernández. Tú te vienes conmigo al módulo dos.
Susan asintió y bajó las escaleras tras haber acompañado al resto de presas al módulo 3.
—Me imagino que no tengo que explicarte cómo funciona esto —comentó, deteniéndose y girándose para mirarla—. Ya me han dicho que-
Pero Susan la interrumpió.
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Platónico lo llaman.
FanfictionUna presa trasladada de una cárcel fuera de España llega a Cruz del Sur. Tras un año comienza a sentirse extrañamente atraída por la reclusa más peligrosa de todas; Zulema Zahir. Es entonces cuando todo se rompe, todo se derrumba, y las cosas empiez...