11.- 365 días antes (II)

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—Susana Fernández era la encargada de una sala de Escape Rooms —anunció Castillo, dirigiéndose a Miranda—. El negocio contaba con hasta 4 salas; La casa del crimen, Asylum, Aquelarre, y Hotel. El accidente aconteció en la llamada Descensum, una habitación de Aquelarre acondicionada especialmente para que los sujetos pensaran de forma rápida y actuaran bajo presión. Ésta última, donde sucedió el accidente, estaba rodeada de calefactores industriales para imitar el calor del... infierno —Castillo carraspeó, mirando a la directora con seriedad—. Cuanto más tiempo pasaban allí dentro, más barras de calor se encendían. Evidentemente esto estaba totalmente controlado por, como ellos lo llamaban en el juego; la Suprema, quien se encargaría de ofrecerles mediante altavoces instalados en la sala, las pistas necesarias a los sujetos para continuar con el juego, o, en consecuencia, abrir la puerta si no lograban descifrar la Escape Room antes de que se agotara el tiempo. Los calefactores solo podían apagarse manualmente desde la sala de calderas. En aquel caso, nuestra suprema era Susana, quien se tomó 3 pastillas de Perfenazina; un medicamento utilizado para conductas graves de ansiedad, esquizofrenia, psicosis, delirio y manía, alegando que creía que eran caramelos para la tos. Dicho medicamento, procedente de Finlandia, fue utilizado en una caja de atrezo parte del decorado del establecimiento. La acusada refirió que los caramelos llevaban ahí desde que el negocio abrió, y en numerosas ocasiones vio cómo el propietario se metía unos cuantos en el bolsillo, fundamentando que, como bien había citado antes, eran caramelos de menta para la tos. El incendio fue causado por un contenedor de gas que goteó dentro de un calentador, causando la muerte de dos de los clientes que se encontraban en la sala, los que supuestamente, llevaban esperando más de dos meses para obtener su cita, pues el lugar poseía listas de espera de tres hasta cuatro meses. La muerte, según el forense, fue de intoxicación por monóxido de carbono, además de quemaduras de tercer grado. Por ello se le imputaron a la acusada 6 años de prisión por homicidio Imprudente.


 Por ello se le imputaron a la acusada 6 años de prisión por homicidio Imprudente

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—Ya, y... ¿y qué tenemos que ver nosotros con una presa ya encarcelada? —preguntó Miranda, con el informe en la mano—. Hace tres años de esto, Castillo.

—Le he explicado todo esto porque vamos a tener que trasladar a Susana Fernández mañana mismo.

—¿Qué? —preguntó contrariada, levantándose rápidamente—. Castillo, aquí no caben más presas, Cruz del Sur está totalmente lleno.

—Ya hemos preguntado en Cruz del Norte. No aceptan presas nuevas.

—No puedes hacerme esto. No ahora. Sabes perfectamente lo que estamos pasando. Han habido 2 intentos de fuga, un asesinato y un casi suicidio. Por el amor de Dios, Castillo, un poco de consideración —protestó, indignada.

—No hay opción, Miranda.

—¿Por qué, Castillo? ¿Por qué la traéis aquí? —no se fiaba, estaba nerviosa, impaciente.

—Porque la seguridad que hay aquí no se puede comparar con la de ningún otro penal.

—Ah —soltó un bufido, resignada—. O sea, ¿que nos queréis meter aquí a una peligrosa?

Platónico lo llaman.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora