Primera noche tras la fuga.
02:54 p.m
El corazón de la morena latía con fuerza en su interior, sabía de primera mano lo que le pasaba a una cárcel cuando alguien se fugaba, y tal y como estaban las cosas en Cruz del Norte, era más que obvio que se iban a poner feas. Por ello, cuando la voz de la mora en la quietud de la noche sonó bajo su litera, sintió que se tranquilizaba.
Zulema se asomó a la litera contraria, de pie, a su lado. Ella tampoco había conseguido conciliar el sueño todavía.
—¿No puedes dormir? —preguntó.
Susan negó, boca arriba, con las manos entrelazadas sobre el pecho.
—¿Puedo subir? —preguntó Zulema.
Curiosamente la morena no se negó, sino que le hizo un sitio, pegándose a la pared para que pudiera tumbarse a su lado. Y cuando lo hizo, Zahir inquirió:
—¿Sigues enfadada?
—Yo no estoy enfadada.
—Ya, bueno, eso ya lo sé. Sino no me hubieras dejado subir —un momento de silencio—. Pero ya sabes a lo que me refiero.
—Te he dejado subir igual que le hubiera dejado hacerlo a cualquier otra presa.
—Qué forma tan sutil de decirme que ya no soy especial.
—He estado practicando.
—Ya... ya veo que has tenido tiempo de sobra para hacerlo.
—Todo el que tú tuviste para disfrutar de una playa en el caribe.
Zulema soltó un bufido, irónico.
—No hubo ninguna playa de ningún Caribe.
—Pero hubo una libertad —giró su cuello para mirarla, aún boca arriba—. Una que yo no tuve.
Zulema se quedó en silencio uno segundos, mirando a Susan, pensando muy bien en qué decirle.
—Una que puedes tener si dejas de hacer el imbécil.
Susan suspiró.
—Zulema... —e hizo una breve pausa—. ¿No te cansas de huir?
Zulema se colocó boca arriba, dejando de mirarla, y soltó el aire pesadamente por la boca, negando.
—¿Y tú no te cansas de preguntarme lo mismo? —la miró—. Ya te dije que no. Que mi puto plan no es hacerme vieja aquí dentro —volvió su vista al techo—. Hay mucha humedad para una señora mayor.
Susan chasqueó la lengua a modo de reproche, a lo que Zulema respondió:
—Cuanto antes lo asimiles mucho mejor. Para ti y para mí. Para las dos.
—Ya, claro. Es muy sencillo asimilar que te vas a pasar toda la vida huyendo de la justicia, sin enfrentarte a la condena que mereces.
—¿Que me merezco?
—¿Crees que no te lo mereces?
—Déjalo. Somos... peor que un matrimonio —protestó, en una risa irónica.
Y entonces Goya interrumpió:
—Joder macho. Follad ya y callaros de una puta vez, coño, que son las 3 de la mañana.
Ambas ahogaron una risa, negando.
Si fuera tan fácil...
Si ellas fueran más fáciles...
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Platónico lo llaman.
FanfictionUna presa trasladada de una cárcel fuera de España llega a Cruz del Sur. Tras un año comienza a sentirse extrañamente atraída por la reclusa más peligrosa de todas; Zulema Zahir. Es entonces cuando todo se rompe, todo se derrumba, y las cosas empiez...