—¿Qué es lo que me estás tú diciendo? ¿Qué Zulema te besó? —preguntó Sole, completamente atónita.
—Nos besamos. Las dos —corrigió—. Pero por favor, Sole, no puedes decirle nada a nadie. Zulema no puede enterarse de que alguien sabe esto.
—¿Nadie más lo sabe?
—Nadie.
—¿Ni tampoco Saray?
—Ni siquiera Saray.
—¡Ay! ¡Pero cómo tú me dices esto a mí! ¡Me dejas con tremenda responsabilidad, muchacha!
—¡Tú me has preguntado!
—¿¡Y por qué me haces caso!?
—Escúchame, es tan sencillo como olvidarte de lo que te acabo de contar.
—Sí, claro. Es muy sencillo olvidarme de que tú y Zulema se besaron. ¡Já! Tú dime, ¿cómo hago? ¿Ah?
Susan colocó sus manos sobre los hombros de Sole para tranquilizarla y la miró fijamente.
—Tienes que prometérmelo.
Su mirada no era solo de súplica, sino también de temor. Había cometido un grave error; contar lo que sucedió en aquella casa, en aquella fuga, y una de las protagonistas era Zulema Zahir. Si se enteraba de que alguien sabía aquello, la chica estaba perdida.
Sole la miró angustiada, era complicado no contar algo así, tan fuerte, y olvidarlo no era una opción.
Susan suspiró, soltando a la mujer, y preguntó con pesadumbre y desconsuelo:
—¿Me entiendes ahora?...
Sole la observó con lástima.
—No, chiquita... No podré entender nunca cómo alguien puede tirar así su vida a la basura... Esto es casi como si le vendieras tu alma al diablo.
Susan chasqueó la lengua. Sole continuó:
—Mujer, tienes que entender que Zulema no te va a traer nada bueno...
—Tú tan bien como yo sabes que eso es imposible, menos aún sabiendo lo que ya sabes.
—Tienes que tener mucho cuidado. Si alguien se entera... van a ir a por ti. Todo el mundo odia a Zulema.
Susan frunció el ceño:
—¿Ves esto? —inquirió, señalando con su mirada las escayolas en sus piernas—. Sería capaz de volver a hacerlo por ella. No le tengo miedo al dolor, Sole. Le tengo miedo a su dolor.
Soledad contempló con disgusto y pena a la chica, chasqueó la lengua y acarició sus manos con suavidad, como lo haría una madre.
—Cuídate mucho, mi hijita... —le dio un ligero apretón y se levantó, depositando un beso en su frente—. Intenta descansar.
Al día siguiente.
—Maca. Escúchame atentamente. Viene Anabel a ponerte el sonotone.
—¿Qué dices? ¿Qué es eso del sonotone? —la rubia parecía despreocupada, como si no se tomara en serio lo que la mora le estaba diciendo, así que ésta la agarró del brazo para que no se alejara y le prestara atención, era un asunto muy serio.
—El sonotone es que te meten un alambre por el oído, y le dan vueltas y vueltas y vueltas hasta que no escuchas nada más el resto de tu vida. Solamente un ligero... piiiii.
Macarena frunció el ceño.
—Le has hecho perder mucho dinero a Anabel, con las apuestas en el boxeo. Y yo le tengo muchas ganas. A ella y a sus chicas. Así que te voy a ayudar. Están al venir. Vamos.
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Platónico lo llaman.
FanficUna presa trasladada de una cárcel fuera de España llega a Cruz del Sur. Tras un año comienza a sentirse extrañamente atraída por la reclusa más peligrosa de todas; Zulema Zahir. Es entonces cuando todo se rompe, todo se derrumba, y las cosas empiez...