•Te amo•
AlekEl tiempo pasó. Tiempo perdido en el que solamente pude ver a Capri cruzar algunos pasillos a lo lejos, y aunque muchos pudieran pensar que eso no era nada, para mí lo era todo. La extrañaba mucho, cada detalle de su ser.
Eran tres semanas de habernos separado y dolía como nada jamás lo había hecho antes. Especialmente cuando me percaté de su estado. Adelgazó, su semblante era cansado, su rostro estaba pálido y ojeroso, el encanto en su mirada, aunque se mantenía, estaba apagado.
Observé la pulsera en mi muñeca, esa que siempre me acompañaba desde que me la obsequió aquella noche en las viejas vías del tren, y recordé lo que dijo. No tardé en depositar un beso en el ancla, viéndome meramente estúpido, pero también esperanzado. La extrañaba tanto que cualquier intento era bueno, así fuese absurdo. Lo más impresionante de todo residió en que ella apareció frente a mí minutos más tarde, dejándome perplejo. ¿Había funcionado? Joder, me inmuté solo unos segundos antes de poder actuar, diciendo:
—He aprendido que es bueno sentirse mal, pero no hay que prolongar lo negativo para siempre. Solo hará que te dañes y realmente no vale la pena. Debemos disfrutar la vida a cada segundo, con sus altas y bajas —cité sus propias palabras.
Sin embargo, ella no dijo nada. Con la mirada perdida, apretó su mordida.
—Tú lo dijiste —intenté aclarar, solo por si no lo recordaba—, el día que...
—No quiero hablar contigo, Alek.
Maldición. Yo sí quería hacerlo, Capri.
—Por favor, niña. En verdad lamento todo lo que hice, lo único que quiero es poder volver a leer ese maldito libro contigo y caminar sin rumbo alguno tomados de la mano.
Sus ojos, después de tanto, se fijaron sobre los míos. Ese horrible sentimiento de decepción se transmitió como cuchillos atravesándome con fuerza, una y otra vez.
—Las cosas no son tan fáciles, Alek. No cuando hiciste todo eso.
—Nunca quise hacerlo. Solo déjame explicarte, yo no la bes...
—No quiero saberlo. Y si me permites, no me he sentido muy bien últimamente, quiero ir a descansar.
Esquivó mi cuerpo, pero no la dejaría ir tan fácil. Sujeté su brazo y la devolví hacia mí en un suave movimiento. Necesitaba abrazarla y sentirla cerca, aunque fuese solo por un segundo. La estreché entre mis brazos y por fin, aspiré el exquisito aroma de su perfume floral. Me sentí en paz.
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LA PRIMERA VEZ
Teen FictionLa vida está llena de primeras veces. Algunas maravillosas, otras buenas, y unas quizá no tanto. Capri lo sabe muy bien, y a pesar de ello se mantiene firme en su decisión. Son catorce cosas que debe hacer en seis meses, y aunque no lo contemplaba...