Capítulo 22

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Heriberto salió del departamento de Cristina después que ella no pronunciara más que un "vete", y con esa sola palabra sus esperanzas estaban derrumbándose poco a poco. Llegó a su automóvil y antes de subirse miró a la ventana de Cristina, quiso tener el valor de regresar pero sabía que sería inútil. Abrió la puerta del vehículo y entró, golpeó el volante con fuerza y lo agarró tan fuerte que sus puños perdieron el color. Después de unos instantes, tomó su teléfono y marcó a la única persona que podía ayudarle a calmar su dolor.

- Hola... ¿Podemos vernos? ¡Te necesito!... Gracias. – Heriberto posó su frente en el volante y respiró profundamente; entonces se irguió y siguió su camino.

-Flashback-

Desde aquel fatídico día donde Cristina le había recriminado y abandonado, la vida de Heriberto se convirtió en un caos. Una semana después de su partida perdió los estribos al ver una fotografía de Cristina en el estado de whatsaap de Robledo. Estaba en su despacho esperando verla en línea para hablarle y rogarle que regresara, pero se consiguió con esa sorpresa que lo dejó helado para pasar a la furia. Lanzó su vaso de whisky con fuerza y se rompió en la puerta del despacho. Helena entró rápidamente al escuchar el estruendo.

- Pero... ¿qué sucede?

- Déjame solo mamá.

- Heriberto...

- ¡Que me dejes a solas! - le dijo con más fuerza.

- Ay ya basta hijo, esto no puede seguir así. Deberías llamarla.

- ¿Llamarla? Pero si ella ya me ha olvidado... ahora se fotografía con Robledo y debe estar muy feliz de haber cortado el compromiso conmigo – le dijo levantándose y caminando de un lado a otro. Helena levantó su ceja y se acercó un poco más.

- ¿Estás hablando desde el ego herido? – Heriberto miró a su madre con una mirada de "¿vas a empezar?". – No me mires así, podrás intimidar a cualquier menos a mí. – Helena se sentó en una silla y tamborileó sus dedos. Entonces Heriberto siguió tal como ella esperaba.

- Claro que me hiere el orgullo, esa mujer es mía... no de Robledo. Pero ella se empeña en alejarse de mí.

- ¿te has preguntado por qué?

- Porque tiene la loca idea en la cabeza de que estoy obsesionado con Angélica.

- Y según tú no es cierto... - Heriberto se arrodilló frente a su madre

- Sabes bien que amé a Angélica con todo mi ser... yo... no puedo simplemente olvidarla.

- ¿Y Cristina?

- A ella... la amo.

- ¿Se lo has dicho?

- Por supuesto... - entonces dudó – Bueno, quizás... no tan seguido... no lo sé Madre. – entonces se pasó las manos por el cabello con frustración.

- Quizás no quieras escuchar lo que voy a decirte.

- Igualmente me lo dirá – dijo poniendo los ojos en blanco y alejándose de su madre.

Inocente DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora