Capítulo 29

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Cristina abrió los ojos y se dio cuenta que había dormido muy poco, dándole vueltas a la escena que había visto la noche anterior. No obstante, Anna estaba casi encima de ella abrazándola y no pudo menos que sonreír y plasmar un beso en la frente de la pequeña. Se imaginó despertando así todos los días, junto a Ángel, Anna y Heriberto. La cama era lo suficientemente grande para los cuatro...

De pronto frunció el ceño porque sus pensamientos estaban encaminados a soñar con una vida al lado de un hombre que en medio de la noche se quedaba a hablar en el pasillo con otra mujer, cuando la mujer que supuestamente amaba estaba suspirando por sus besos. Sacudió la cabeza para alejar sus pensamientos y el movimiento hizo que Anna se despertara.

- Buenos días – canturreó Cristina y Anna pareció darse cuenta de la realidad que la rodeaba. Entonces la abrazó con fuerza.

- Buenos días – Cristina rió

- ¿Tienes hambre? – Anna asintió - ¿Qué quieres comer?

- Panqueques de banana y jugo de naranja – le dijo sin dejar de abrazar a Cristina

- Bueno... creo que usted y yo señorita, iremos a preparar panqueques de banana y jugo de naranja. – Anna suspiró complacida.

- Quédate para siempre Cris. - le suplicó y Cristina sonrió.

- Primero, creo que vamos a cepillarnos los dientes y a comer algo. Anda – le dijo dándole una palmadita en el trasero. La niña entonces gateó hasta el borde de la cama y se bajó. – Nos vemos abajo en unos minutos.

Unos minutos más tarde, Cristina estaba en la cocina y aunque intentó varias veces que la dejaran cocinar, nadie aceptó. Los panqueques con banana y jugo de naranja los prepararía el servicio, sin discusiones.

Salió con el ceño fruncido de la cocina y caminó hasta el comedor donde desayunaba la familia, allí se encontró con Heriberto que leía el periódico. Estaba recién bañado y casi completamente vestido, salvo porque no tenía su corbata. Además, estaba ese mechón de cabello que rebelde se negaba a quedarse en su sitio y por el cual le picaban las manos a Cristina para tocarlo. Su mirada debió ser muy intensa porque Heriberto la miró y sonrió.

- Buenos días.

- Buenos días – le contestó ella mirando los lugares para determinar donde sentarse. Heriberto pudo ver su dilema y con ojos divertidos se levantó para ayudarla con la silla que estaba a su derecha.

- No somos tan formales, así que puedes sentarte aquí a mi lado. – Ella se sentó un poco tensa porque no olvidaba que la noche anterior había estado con Mónica. ¿Habrían entrado juntos a la habitación? El estómago se le revolvió y pensó que esos panqueques no tendrían tan buen gusto. - ¿Cómo dormiste?

- Bien... ¿Y tú?

- Todo lo bien que se puede dormir cuando tu mente está a unas cuantas habitaciones. – le dijo mirándola con intensidad.

- ¿Vamos a ir a ver a Ángel? – Heriberto mordió un poco de fruta y asintió

- Cuando tú estés lista. – Heriberto tragó y se limpió con una servilleta – He solucionado para que no tengas que ir de compras para organizar la fiesta de Anna. Mónica tiene una amiga que organiza fiestas para niños – Cristina alzó una ceja al escucharlo - esta tarde vendrá para que le indiques todo lo que necesitas.

Inocente DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora