Capítulo 25

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Cristina estaba sentada en el jardín del edificio donde vivía, mirando la luna enorme que se posaba sobre ella. Hacía unos instantes que Heriberto la había dejado allí y después se había marchado haciendo que los neumáticos de su auto chirriaran. Esa había sido la única muestra de enojo que había visto en él después de decirle que se casaría con Héctor.

Una lágrima se escapó de sus ojos verdes, y la opresión en el pecho que la acompañaba desde que lo conocía se mantuvo ahí, más dolorosa que nunca. ¿Qué había querido? ¿Qué Heriberto la sacudiera hasta hacerle entender que era una locura casarse con Héctor? ¿Qué le dijera que lo estaba haciendo por despecho?

Todas esas preguntas se las hacía ella misma desde que había dicho que sí en un arrebato de celos. Miró su teléfono y como si lo conjurara una llamada entró sobresaltándola, temblorosa respondió.

- Hola...

- Estoy fuera de tu departamento

- Héctor...

- ¿Dónde estás querida?

- En el jardín trasero del edificio.

- Espérame allí. – como si Héctor la viera asintió y trancó la llamada. Una vecina le saludó afectuosamente y siguió su camino. Unos pocos minutos después Héctor se sentaba a su lado en el banco y le imprimía un dulce beso en la mejilla. - ¿Qué haces aquí?

- Estaba mirando la luna... - Héctor la imitó y asintió

- Está hermosa, como tú. – Cristina se volvió un poco hacia él y le tomó una mano.

- Héctor... sabes que te quiero, ¿verdad? – Él asintió y le colocó un mechón tras su oreja para después pasar su dedo índice por la mejilla femenina.

- Claro que sí. Lo que me recuerda esto... - Héctor sacó de su saco una cajita de joyería, lo que hizo que el corazón de Cristina se acelerara enloquecido.

- Héctor... - él la interrumpió abriéndola para mostrarle un hermoso anillo de compromiso.

- Cuando lo vi pensé en ti... en que fácilmente podría verte con este anillo puesto para toda la vida. – entonces se lo colocó donde correspondía y le besó la mano con suavidad. 

Cristina estaba muda y una lágrima de dolor se le escapó. Héctor aprovechó para besarla con dulzura en los labios, antes de verse violentamente separado de ella por un tercero. 

- ¡Suéltala! – Heriberto había tomado a Héctor por el saco y lo había lanzado lejos de Cristina. Estaba respirando agitadamente y se notaba que no estaba nada contento.

- Ríos Bernal... ¿Qué te crees?

- El hombre que te partirá la cara si no te alejas de una buena vez. – Cristina se levantó rápidamente para interponerse entre los dos, pero Heriberto la tomó del brazo con suavidad para alejarla.

- Por favor... Heriberto... Héctor...

- Cristina es mi prometida. – dijo Héctor sin mirar a Cristina

- Antes tendrás que matarme. - Héctor fue a acercarse de nuevo para empezar una pelea, pero Cristina volvió a colocarse frente a ellos, esta vez apelando a la razón de ambos hombres.

Inocente DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora