Capítulo 10

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Anna se levantó y fue directo a su padre que la alzó en sus brazos y le plantó un beso en la mejilla.

- Hola revoltosa. Con que has estado espiándome. – le hizo cosquillas y la niña se rió encantada. – Hazme un favor, dile a Teresa que prepare un puesto de más en la cena para la maestra Cristina.

- Yo no...- Cristina comenzó a protestar pero él la ignoró y continuó hablando con su hija.

- Anda... déjame hablar un minuto con ella. – Anna salió de la habitación a cumplir su tarea. Heriberto entonces se permitió mirar a Cristina como deseaba hacerlo. Sus ojos se oscurecieron y se acercó a ella lentamente. Por su parte, ella comenzaba a sentir que se quedaba sin respiración. – Hola...

- No puedo quedarme a cenar.

- ¿Vas a seguir huyendo de mí?

- Mira... esto se está descontrolando. Yo... - el móvil de Cristina sonó y ella suspiró aliviada al verse interrumpida. Sentía que de un momento a otro acabaría lanzándose a los brazos de Heriberto a suplicarle que la amara. – Bueno... Hola Héctor, ¿Cómo estás?

Heriberto se tensó al escuchar que quien la llamaba era Héctor. ¿Sería él la verdadera causa del comportamiento esquivo de Cristina?

- ¿A cenar hoy? – Heriberto se plantó delante de ella con las manos en la cintura y una expresión nada amable. – Yo... creo que quizás podamos salir otro día. Ahora mismo tengo un molesto problema que solucionar. Bueno... bye. – Cristina se guardó su móvil en el bolsillo trasero del jean y miró a Heriberto con la barbilla en alto.

- ¿Qué te traes con Héctor Robledo?

- Una bonita amistad ¿y tú?

- Hablo en serio Cristina.

- No puedes pretender que te conteste... no es asunto tuyo.

- ¿Estás castigándome porque me fui de tu cama? Creí que las vírgenes no eran tan crueles. – al ver el impacto de sus palabras en el rostro de Cristina Heriberto maldijo – Lo lamento... no debí.

- No. La que no debió fui yo. No debí acostarme contigo, eres un... - ella comenzó a apuntarle el pecho con el dedo índice. Y él le sostuvo la mano con firmeza. La temperatura subió unos cuantos grados en la habitación y la respiración de Heriberto se hizo dificultosa.

- No sé lo que me has hecho... - Cristina quiso alejarse pero él la pegó más a su cuerpo. – Digo cosas que jamás diría... pienso en situaciones que no existen... me enojo con facilidad... no puedo dormir. Y la única culpable eres tú.

Sin dejarla hablar, Heriberto tomó sus labios con fiereza. Estaba descontrolado, esa mujer hacía que cambiara de personalidad. Se dedicó a doblegarla por medio del beso y en poco tiempo la tenía rendida entre sus brazos. Era tan suave... olía tan bien y se sentía tan bien. Al separarse de ella casi gruño de insatisfacción. Ella miró sus labios con anhelo por un segundo, y al instante se echó hacia atrás, como si recordarse que volvía a cometer un error.

Heriberto pensó que así mismo se sentía él. Por un momento se arrepentía de haberle hecho el amor y al segundo estaba queriendo arrancarle la ropa. Lo enfurecía que Héctor estuviese detrás de ella, pero al instante se daba cuenta que no quería una relación con ella. Era una hechicera... era la única explicación que le encontraba Heriberto.

Inocente DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora