Capítulo 24

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- ¿Qué has dicho?

- Lo que escuchaste.

- Cristina, no puedes estar hablando en serio. – Cristina se pasó una mano temblorosa por la frente.

- Deberías irte Heriberto.

- No puedes lanzarme semejante bomba y pretender que me vaya así como si nada. – Dijo él verdaderamente enojado

- Otro día podemos hablar de esto, por favor. – Heriberto respiró hondo y apretó los puños con fuerza.

- Está bien. Hablaremos después, pero no puedes decidir algo así sin tomar en cuenta lo nuestro. – Ella alzó la barbilla y Heriberto entonces resopló frustrado. – Toma. – le dijo entregando la bolsa con las medicinas y salió más enojado que nunca.


Por segunda vez en ese día, Heriberto estaba sentado en una sala de espera; pero ahora por motivos diferentes. Era su consulta con Mónica y ahora la estaba necesitando más que nunca. Cristina definitivamente se había vuelto loca, casarse con Héctor... O quizás era él quien se había idiotizado con esa mujer que ahora quería vengarse de él, no había explicación mejor.

Mónica salió del consultorio despidiendo a un paciente, entonces lo vio ensimismado en sus pensamientos.

- ¿Heriberto? – Él reaccionó al escuchar su nombre y se levantó enseguida. – Pasa es tu turno.

- Gracias. – Al entrar comenzó a caminar por la habitación sin detenerse, lo que le dio a Mónica una idea de su estado de ánimo.

- Entonces... ¿qué sucedió?

- Robledo le ha pedido matrimonio a Cristina – le soltó y Mónica se detuvo un momento antes de sentarse en su silla tras el escritorio.

- Supongo que eso te ha molestado.

- ¿Molestado?

- ¿Qué sientes entonces? – Heriberto se llevó las manos al cabello y los revolvió frustrado y se sentó en la silla que le correspondía.

- Quiero matar a Robledo por atreverse siquiera a tener un mal pensamiento con Cristina. Me molesta que Cristina pretenda darle un padrastro a mi hijo antes que siquiera nazca.

- ¿Y con respecto a ella? ¿Qué te hace sentir esa noticia? – Heriberto apoyó los codos en la mesa y se sostuvo la frente con las manos. Después de unos segundos en silencio lo soltó.

- Me ha roto el corazón. – su tono desolado enterneció a Mónica, pero se mantuvo impávida.

- ¿Se lo dijiste?

- No me dio tiempo. Me pidió que me fuera, que estaba cansada, que no quería hablar... - Miró entonces a Mónica - Creo que la he perdido en serio.

- ¿Qué pasaría si eso fuese cierto?

- No lo sé. – Heriberto volvió a levantarse y caminó hasta una ventana cercana. - Como si un puño le apretara el corazón, así se sentía, pero rió sin gracia para aligerar el asunto – No soy muy bueno afrontando las pérdidas.

Inocente DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora