Capítulo 20

1.6K 147 19
                                    


Cristina entró a su departamento agarrada del brazo de su padre, quien afortunadamente no había pedido explicaciones. Las lágrimas silenciosas de su hija habían sido suficiente motivo para quedarse al margen y dejarla con su dolor. Sin embargo, su instinto paternal luchaba por salir y destrozar al hombre que había hecho llorar a su pequeña.

- ¿Quieres algo de comer querida? – Cristina sacudió la cabeza lentamente y suspiró.

- Iré a dormir un rato. – Su celular sonó y le puso los nervios de punta, lo tomó del bolso y lo lanzó al suelo haciendo que se destrozara.

- Querida... - el tono condescendiente de su padre fue lo que necesitó para echarse a llorar una vez más. Enseguida Juan Carlos la llevó al sofá y la abrazó a él para darle consuelo.

- No puedo papá... no puedo casarme con él.

- Y no lo harás si no quieres.

- Pero me estoy muriendo... - le dijo llorando desconsoladamente. – me muero sin él.

- Tienes un pequeño regalo que te hará querer vivir, aunque él ya no esté. – ¡Qué sabio era su padre! Pero, el proceso no iba a ser tan fácil... Heriberto no se lo iba a dejar nada fácil.

Ya estaba anocheciendo cuando el sonido del timbre de su departamento sonó. Juan Carlos abrió la puerta y se encontró con Heriberto y una expresión de "no me moveré de aquí".

- Ella no desea verte.

- Que ella venga y me lo diga. – ninguno se movió un ápice, hasta que escucharon la voz de Cristina.

- Déjalo papá. – Heriberto entró al departamento después que Juan Carlos con mucha resistencia se quitó del medio para dejarlo pasar. Al verla, su corazón dolido comenzó a latir apurado. Estaba en pijamas y el cabello amarrado en una coleta, ya comenzaba a cambiar su cuerpo, él lo había sentido esa mañana cuando hacían el amor.

- ¿Quieres que me quede querida?

- Mi conversación con Heriberto será breve. – dijo sin quitar la mirada de Heriberto. Las horas que había pasado llorando y lamentándose le habían hecho pensar muchas cosas. Algunas tendría que hablarlas con el padre de su hija.

- Entonces esperaré afuera. Mientras tanto haré unas llamadas a la hacienda.

- Gracias papá. – Después que Juan Carlos salió, Cristina carraspeó e inició la conversación.

- ¿Quieres un café? – la tranquilidad de los movimientos de Cristina no eran una buena señal, o así pensaba Heriberto que la siguió a la cocina después de solo asentir.

- Quise... pensé que era buena idea dejar pasar una horas para entonces hablar.

- Y te lo agradezco... - la conversación estaba tan cortante que Heriberto quiso rechinar los dientes.

- Traje el anillo. – le dijo colocándolo sobre la encimera de la cocina al lado de Cristina. Ella lo miró unos instantes y quiso aferrarse a él como un salvavidas, pero no... más bien sería como amarrar un yunque a una cadena, y lanzarse al mar con eso amarrada.

Inocente DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora