Capítulo 15

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- Cris... - Repitió Anna y ambos se acercaron de la mano.

- Aquí estoy pequeñita – le dijo Cristina tras el tapabocas estéril. Anna abrió sus párpados lentamente y el brillo afectó sus ojos. Heriberto colocó una mano para tapar la fuerte iluminación y que fuese más fácil para la niña abrir sus ojos.

- Hola mi amor. – Anna volvió a abrir los ojos y miró a su padre.

- Papi. – Heriberto sonrió tembloroso. Entonces soltó brevemente a Cristina para tomar la mano pequeña de su hija. Sentirla calientita fue como estar en la gloria.

- Te amo Anna. – dijo y no pudo evitar que la voz se le quebrara. Cristina observó la imagen que de haber podido inmortalizarla, lo habría hecho. El médico estaba evaluando a la niña, mientras ellos solo miraban a la niña que ahora dormía de nuevo.

- Las primeras horas son fundamentales para saber cómo irá el trasplante. Pero en mi experiencia, Anna tiene muy buen pronóstico Heriberto.

- Gracias. No sabes... - su colega lo interrumpió.

- No hay nada que agradecer. ¿Quieres unos minutos más con ella?

- Por favor... - el galeno asintió y se dirigió afuera a dar indicaciones a la enfermera. Heriberto miró a Cristina y ella le sonrió aunque él no pudo verlo, tras el tapabocas.

- En poco tiempo la tendrás contigo. – Heriberto le tomó la mano de nuevo

- Con nosotros.

Estuvieron unos minutos tomados de la mano, mirando a Anna mientras dormía. Al cabo de un rato la enfermera anunció que las visitas tendrían que esperar fuera. Heriberto se resistió un poco, pero Cristina lo haló con suavidad después de acariciar con un dedo la nariz de Anna. Él sí imprimió un beso a la frente de su hija y le susurró "estaré afuera".

Caminaron hacia la habitación que Heriberto había solicitado para esperar la recuperación de Anna. No pensaba moverse de allí, se cayera el mundo afuera o no. Cristina entró con él y puso los brazos en jarra.

- No has dormido nada. – las ojeras en su rostro lo confirmaban, además de la lentitud en los movimientos de Heriberto.

- Ha sido imposible conciliar el sueño - Cristina activó un sofá cama que estaba dispuesto para los familiares y tendió la cama.

- Deberías estar descansado para cuando Anna reaccione. – Heriberto suspiró y se pasó una mano por los ojos.

- Lo he intentado... pero no puedo. – Cristina lo arrastró y empujó con suavidad para que se recostara.

Heriberto gruñó un poco, pero la protesta murió cuando vio lo que ella hacía. Cristina se quitó los zapatos y se recostó sobre su pecho. Ante la sorpresa sus manos quedaron en el aire, hasta que notó que ella se instalaba para dormir.

- ¿Qué haces?

- Vas a dormir... Vamos a dormir. – Él bajó sus brazos lentamente y la rodeó hasta pegarla bien a su cuerpo.

- ¿Estás segura que quieres que duerma? – le bromeó.

- Chitón... - el encendedor de las luces estaba cerca, así que dejó la habitación a media luz y le susurró con esa voz suave a la cual estaba volviéndose adicto. – Duérmete.

Inocente DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora