Capítulo 23

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Cristina estaba sentada en la sala de espera junto a Heriberto, quien había insistido en acompañarla a su chequeo. No había podido negarse, y en el fondo no habría querido. Por eso, llamó a Héctor para hacerle saber que no necesitaba su compañía, Cristina odió la nota triste en su voz al decirle que no había problema, que otra vez sería.

Héctor se había convertido en una persona muy importante para ella, hasta el punto de considerar su propuesta de matrimonio. Sin embargo, el lazo que la unía a Heriberto parecía apretarla con fuerza, así que tomar una decisión no iba a ser nada fácil.

- ¿Te sientes bien? – le preguntó extrañado porque su mirada estaba fija

- Eh... si... es solo que estoy algo nerviosa.

- ¿Por qué?

- Es un nuevo doctor... debe ser eso. – Heriberto le tomó la mano para tranquilizarla pero ella se soltó con suavidad, pero él no pudo decir nada porque apareció la secretaria del médico.

- Señora Maldonado, es su turno. – Con la ayuda de Heriberto se levantó y ambos entraron al consultorio. Después de un interrogatorio breve y una evaluación diestra del médico, este anunció que realizaría una ecografía. Cristina se acostó en la camilla y Heriberto permaneció a su lado, mientras el obstetra evaluaba el estado del bebé. Entonces, el sonido del corazón de su hijo inundó la habitación.

- Creo que todo está bien Cristina – anunció el médico y ella sonrió en respuesta. Sin embargo, Heriberto no dejaba de mirar la pantalla con una sonrisa. – Hombre, parece que fuese la primera vez que ves un bebé en una ecografía.

- Es la primera vez que veo a mi hijo. – Contestó emocionado y Cristina entonces le tomó la mano y él la miró. – Gracias.

- Bueno, lo único que me preocupa es que el bebé ha descendido mucho. Por eso, te recomiendo que descanses mucho y cualquier cambio me avises.

- ¿Puede ser malo eso? – preguntó Cristina.

- No necesariamente, pero no queremos que tu bebé sea prematuro. – Le dio una palmadita a Heriberto y salió para dejar que Cristina se vistiera. Ella se levantó y lo notó pálido.

- ¿Qué pasa? ¿Hay algo que deba saber?

- No. – le dijo él esquivando su mirada

- Te ves preocupado. No quiero que me oculten cosas médicas de mi bebé.

- Y no lo estamos haciendo. – le dijo mientras le pasaba su ropa - Solo me preocupé por lo que dijo Miguel, pero él es un excelente obstetra así que podemos confiar en él.

- ¿Seguro? – Heriberto miró entonces a Cristina y agradeció que esa tarde pudiera hablar de sus mayores miedos. Entonces le acarició la mejilla con suavidad.

- Estoy seguro. Te dejaré para que te cambies de ropa.

Al salir del hospital, una ráfaga de viento frío los envolvió y Cristina tiritó dando un suspiro. Heriberto se quitó entonces su saco y la detuvo para colocárselo con delicadeza. Después la miró con ternura y ella pensó que si no tenía cuidado terminaría gustándole esa faceta de Heriberto.

- ¿Tienes hambre? – su hijo se movió en ese instante y ella recordó lo poco que había comido en la mañana.

- Pues si... la verdad es que sí. – Heriberto entonces miró su reloj

Inocente DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora