Capítulo 17

2.3K 158 81
                                    


- ¿Cómo está? – Heriberto le preguntó ansioso al colega que había operado a Anna.

- Está bien.

- ¿Por qué la crisis?

- Hombre... si tuvieras 6 años y te despiertas desorientado y conectado a mil tubos seguro te angustias. – replicó el médico haciendo unas anotaciones. Cerró la historia médica de Anna y la pasó a la enfermera, para entonces mirar a Heriberto. – Debes calmarte. Anna está bien, el monitor registró sus constantes vitales durante el ataque de pánico... respondió muy bien.

Heriberto se pasó las manos por el cabello, frustrado por sentirse así. El poco descanso le estaba pasando factura y el temor de perder a Anna lo estaba llevando al precipicio.

- Deberías descansar Heriberto.

- Lo sé – le dijo suspirando y pasando sus manos por sus ojos. – Gracias por venir.

- Voy a quedarme. – le comentó mirando su reloj – En pocas horas tengo que pasar una consulta.

- Lamento haberte hecho venir así.

- Hiciste lo correcto. – le palmeó el hombro – De haber sido mi hija probablemente estaría dándome contra la pared. Bueno... me voy. Cualquier cosa me llamas.

- Gracias.

Después de respirar hondo para calmarse, Heriberto se dirigió a la habitación de Anna en Cuidados Intensivos. No entró de inmediato, sino que se quedó en el umbral de la puerta mirando lo que pasaba dentro de esas cuatro paredes estériles. Cristina parada muy cerca de la cama de Anna, sosteniendo su mano y Anna la miraba con una sonrisa en el rostro.

- La yegua ayudó a su pequeño potrillo a levantarse, le temblaban las patitas... pero lo logró.

- ¿Vas a llevarme Cris? – le suplicó la niña en un susurro.

- Apenas te recuperes cariño.

- Quiero ver un caballo. – dijo bostezando por el efecto del sedante que le habían administrado. Cristina le acarició la frente y le apartó un mechoncito rubio.

- Y lo verás... yo me haré cargo – Cristina quiso soltarse para buscar una silla y Anna se quejó.

- No te vayas Cris...- Heriberto notó la ansiedad de su hija, al pensar que Cristina se iría de su lado. Un sentimiento que él conocía bien, porque Cristina se estaba volviendo tan indispensable como el oxígeno.

- No me iré cariño. Solo buscaré una silla. – Heriberto entonces entró a la habitación y carraspeó.

- Te ayudo. – llevó una silla hasta Cristina y ella se sentó. Entonces él se acercó para besar la frente de su hija.

- ¿Todo bien?

- No quiero que te vayas papi.

- Entonces no se diga más... ¿Me harás espacio en esa cama? – Anna sonrió y bostezó una vez más, pero apretó la mano de Cristina.

- Te quiero papi. – susurró y él la amó más de ser posible.

- Yo también mi cielo. – la respiración de Anna se hacía cada vez más pausada, indicando que comenzaba a dormirse.

Inocente DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora