Heriberto sonrió alegremente al escuchar la respuesta de Cristina y ella se preguntó cómo era posible enamorarse más de lo que ya estaba. Se mordió el labio inferior y enseguida notó el cambio en la atmósfera en los ojos de Heriberto. Se habían oscurecido y ahora respiraba con cierta dificultad, eso hizo que se sintiera poderosa. Ahí tienes Angélica... un punto para mí; pensó ella.
- Sé que dijiste que nada de besos – comentó Heriberto con voz ronca mientras miraba sus labios. – Pero... tenemos que sellar el compromiso.
- Creo que estás aprovechándote – le dijo ella bromeando en un susurro.
- No puedes culparme – Heriberto se acercó hasta que sus alientos se entremezclaron – Soy un hombre tradicional.
No esperó la protesta que ella probablemente tendría a la mano, así que se lanzó a sus labios como un indigente hambriento frente a un banquete. Cristina lo abrazó con fuerza y permitió ser besada como no sucedía desde aquella noche en su departamento.
Había decidido decirle que sí por una única razón, lo amaba. El amor le había comido los sesos... esa era la verdad. Pero tenía que aceptar que la conversación con Helena la había convencido lo suficiente para arriesgarse.
Después había llegado él con ese "Te quiero en mi vida" y había derrumbado todos los argumentos que tenía para decirle que no. Quizás era ingenua, pero esperaba convencerlo de que él podía amarla. No esperaba que olvidara a Angélica, después de todo había sido su gran primer amor. Lo que verdaderamente deseaba era convertirse en su actual y último amor, ese que durante la vejez aún te sacara una sonrisa.
Heriberto estaba acabando con todas sus defensas. Sus besos eran calientes y seductores, y estaban haciendo que ella se quemara al punto de olerlo... o quizás no era ella. Recordó donde estaban y lo qué estaban haciendo antes de ponerse a batallar con sus lenguas. Entonces se separó bruscamente haciendo trastabillar a Heriberto.
- Maldición... - Cristina pasó por debajo de los brazos de un Heriberto con cierta molestia por haberse visto privado de un néctar suculento. Cristina apagó la estufa rápidamente y zapateó con fuerza el suelo - ¡Es tu culpa! – El pollo estaba quemado... achicharrado mejor dicho.
- ¿Mi culpa?
- Me besaste cuando expresamente te dije... - Heriberto interrumpió su retahíla de reclamos.
- No te vi quejándote hace unos minutos – le dijo poniéndose las manos en la cintura y mirándola con intensidad; más excitado que molesto por su actitud. Cristina lo señaló con un tenedor.
- Eres un peligro. – él sonrió como si estuviese de acuerdo.
- ¿Por qué? – le dijo acercándose otra vez a ella con ojos llenos de pasión – ¿Porque puedo hacerte olvidar todo con un beso? – se plantó frente a ella y le tomó un mechón de pelo y lo olió – ¿Porque mis besos te hacen perder la razón?
- Eres un engreído – le soltó ella suavemente, sin dejar de mirar sus labios.
- ¡Tú eres el verdadero peligro! – con un dedo trazó el contorno de su rostro, deteniéndose en varios puntos donde después depositaba un beso. – Tan inocente... tan cálida... eres una hechicera... o un hada.
- Heriberto... - le dijo ella sofocada por la pasión. Él apoyó sus manos en los hombros femeninos y aflojó un poco la tensión del cuerpo de Cristina. Después plantó unos cuantos besos en el cuello, que la hicieron gemir.

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Inocente Deseo
FanfictionAnna Ríos Bernal es una niña de seis años que vive con su padre, un hombre taciturno y dedicado a su trabajo, viudo y encadenado al recuerdo de su esposa muerta. Anna desea con todo corazón una mamá, pero su padre Heriberto Ríos Bernal no está dispu...