Capítulo 11

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- Cristina...

No podía existir peor momento para encontrarse con Heriberto después de un mes sin verse. Ella se quedó mirándolo como si de una aparición espiritual se tratase, y no pudo pronuncia ninguna palabra. Vio como él sonreía de medio lado y sus ojos se iluminaban, o eso quiso creer.

- Estás aquí. – le dijo como si no pudiese creerlo.

- Heriberto... ¿Cómo estás? – preguntó en cuanto pudo articular una oración coherente.

- Ahora bien. – él estaba muy cerca de ella, y todavía le sostenía los brazos con sus fuertes manos después del tropiezo. Y gracias a Dios, porque ella estaba sintiendo que sus rodillas cederían en cualquier momento.

- ¿Qué haces aquí? Este no es tu hospital – Heriberto sonrió aún más al sentir la pregunta acusadora de Cristina.

- Tengo que dar una conferencia acá. Quizás el destino manejó todo... ¿no te parece? – ella carraspeó y se liberó de sus brazos. Al recordar la noticia que acababan de darle, sus manos le cosquillearon; allí donde tenía los panfletos con instrucciones para llevar un embarazo sano. - ¿Qué haces tú aquí Cristina?

- Vine a un chequeo anual – ella quitó la mirada y rápidamente metió los papeles en su bolso. Él no notó nada porque solo podía mirar el rostro de la mujer que martirizaba sus noches. – pero ya me voy...

- No te vayas – le suplicó y la tomó suavemente de la mano. – Tómate un café conmigo.

- No creo que sea conveniente Heriberto.

- ¿Acaso no puedes permitirme un poco de tu tiempo? ¿Es tan difícil para ti? – Ella lo miró a los ojos y vio tristeza. Lo difícil era hacer que su corazón entendiera que no había futuro entre los dos. – Acepta tomar un café y te cuento la buena noticia que acabo de recibir. Dime que sí. – Rechazar la voz enronquecida de ese hombre era imposible. Se sentía como un ratoncito tras el flautista de Hamelin.

- Bueno... un café. – Él sonrió y le tomó la mano. Ella quiso soltarse pero él la retuvo con fuerza y le guiñó un ojo.

- Compláceme en esto también.

Caminaron de la mano a la cafetería del hospital, Cristina iba en silencio pero no había que expresar palabras. Mientras avanzaba miraba de reojo a Heriberto que hablaba por su móvil indicando que retrasaría su conferencia unos minutos. El bolso con los panfletos le quemaba donde la tocaban. Ella sabía que tendría que decirle la verdad, Heriberto no le perdonaría que le ocultara que estaba embarazada. Sin embargo sintió un miedo tremendo porque le había mentido la última vez que se vieron.

Llegaron a la cafetería y él la ayudó a sentarse, entonces le sonrió una vez más, de esa manera encantadora que la perturbaba.

- Entonces... ¿Dónde estuviste todo este tiempo Cristina? – Ella sopesó ocultarle información pero decidió que suficientes mentiras llevaba ese día.

- En Guadalajara. – El enarcó una ceja.

- ¿Allí vive tú padre? Anna me dijo que tiene una hacienda. – un rayo de alegría la atravesó al pensar que habían hablado de ella.

- No. Estuve trabajando allí. – Heriberto asintió y le tomó la mano para acariciarla con suavidad.

- Querías alejarte de mí. – un nudo se formó en la garganta de Cristina y por más que trató no pudo soltar su mano.

Inocente DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora