Capitulo 29: El error de Harry.

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Mi cuerpo se electrizaba a medida que pasaba sus dedos sobre las estrías a los costados de mis glúteos. Nunca las había notado hasta la noche de la primera vez, cuando él las menciono. Me había sentido mal en aquel momento, no me gustaba como se veían, pero luego Draco comenzó a besarlas haciéndome sentir hermosa otra vez.

- Creo que se volvieron mi parte favorita – oí que dijo. Sonreí.

- Estoy segura de que solo te gusta mis asentaderas – dije divertida.

- No niego esa parte – dijo – pero me encantan tus marcas.

Me encontraba recostada boca abajo, con mi cabeza apoyada en mis brazo, mientras que Draco estaba recostado en mis piernas. No habíamos salido en todo el día y no nos importaba.

- ¿No crees que nos estén buscando? - pregunté cerrando los ojos. Estaba demasiado cómoda en esa cama.

Draco se movió hasta quedar encima de mi, dándome pequeños besos en mi espalda.

- ¿Dices que sea necesario? - dijo corriendo mi cabello a un lado.

- Si fuera por mi me quedaría a dormir por siempre.

- Una novia normal diría que se quedaría para estar juntos. Pero no. Tu solo quieres a mi cama – rió suavemente.

Yo me callé. En ningún momento me había pedido ser su novia pero no me molestaba nada que me llamara así, me encantaría serlo. Él pareció darse cuenta de lo que dijo por lo que lo oí carraspear.

- Porque... eres mi novia, ¿no? - dijo nervioso y me causo ternura. Volteé quedando debajo de él para chocar con sus ojos grises y me acerqué para plantar un beso en sus labios.

- Eres muy lindo – sonreí en sus labios – yo soy tu novia y tu mi novio.

- Ya me estaba asustando.

- Lo siento – reí.

Presionó sus labios con los míos para cortar esa carcajada que había provocado en mi. Y a pesar de que sus manos se sentían frías contra mi mejilla, sus labios eran cálidos. Los besos de Draco eran suaves. Todos cargaban ternura y eso me hacía sentir como si hubiera ingerido uno de esos hongos mágicos y delirara en colores místicos.

- De todas formas – dije separándome de él – creo que deberíamos salir.

- Luego – contestó acomodándose en la cama y poniéndome sobre él, acostada en su pecho.

Comencé a trazar pequeños círculos con mis dedos sobre su pecho. Su suave y pálido pecho que me hacía recordar a la seda. Era un pequeño niño atormentado, todo era un huracán dentro de él, pero desprendía una increíble atmósfera de tranquilidad que hacía que deseara dejarme morir para quedarme eternamente a su lado. Levante mi vista para verlo. Sus ojos estaban cerrados y parecía sereno, en una paz tan calmada.

- Te amo – susurré más para mi que para él, pero me escucho. Abrió los ojos a la vez que sonría con ternura y me mirada.

- Y yo a ti – dijo bajito, tomando mi mejilla y acercándose para darme un beso.

Volvió a acomodarse, pasando un brazo por sobre su abdomen para acariciar mi brazo. Fijé mi vista en su marca, aquella marca tenebrosa que me hacía tener leves escalofríos aunque nunca lo admitiera. Es curioso como la vida llega a jugártela en contra de las maneras más horribles. Que mis seres queridos sean parte de eso era, posiblemente, el mayor miedo que tenía. Pero supongo que uno esta obligado a superar sus miedos de la manera más dura y jodida que había; esto era lo que a mi me había tocado. Lamentablemente.

No debiste volver | [D.M]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora