Capitulo 22: Amortentia.

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Risas de niños.

Dumbledore con Harry.

Dumbledore cayendo.

- Concentrate, Aadhya.La voz de Dumbledore se oía lejana otra vez pero su petición no era algo que podía hacer. No podía concentrarme, mi mente estaba literalmente en otra parte y algo increíble sobre esta cosa era que no sentía el mismo dolor que siempre.

Dumbledore dejando a un bebé en una puerta.

Dumbledore sonriendole a Harry.

Dumbledore recibiéndome en su despacho el primer día.

Lo único que sentía era mareos. Sentía como si estuviera ebria, como si estuviera a punto de vomitar todo el alcohol ingerido pero no habían ni dolor de pecho ni jaqueca. ¡Por fin! Tenía la suposición de que era porque ya lo estaba controlando pero creo que Dumbledore no pensaba lo mismo. Las imágenes pasaban borrosas y por más que evitaba que llegaran a mi mente del todo, el hecho de que sea todo tan débil molestaba a Albus.

- Es suficiente – sentenció Dumbledore retirando mi mano de su hombro.Cuando recuperé el conocimiento y me puse firme, vi con indiferencia a Dumbledore caminar por el despacho. Tenía las manos en su espalda y, con gesto severo, se dirigió hasta su escritorio. - No se que te ha sucedido hoy – dijo apoyándose en la mesa – has estado progresando pero lo de hoy ha sido sumamente débil, Aadhya, y eso es algo que no puede suceder. Tienes que estar preparada, no sabes cuando tendrás que partir.

- ¿Partir a dónde? - interrumpí de mala manera.

Me enojaba su empeño en esto, me sentía utilizada. Dumbledore se me quedo viendo un momento con el cejo fruncido, analizándome. Siempre analizaba. A diferencias de muchos, Dumbledore era alguien que no era del todo mi agrado. Me parecía manipulador y un tanto codicioso, pero quiera era yo para juzgar.

- No se por lo que estés pasando, Aadhya, pero no dejes que te consuma. Retoma tus clases. Buenas tardes.

Sin decir nada me fui de allí a grandes zancadas. Claro, era mucho más importante que aprenda a ser una vidente en vez de mi salud mental, ¿no es así? Viejo ponzoñoso. Mi pies se dirigían a la clase de pociones, por suerte la última en el día. Dumbledore había decidido hacer una clase luego del almuerzo por alguna razón en especial, seguramente se iría de nuevo. Estaba exhausta y lo que menos quería era ver a Draco en clases de pociones, y menos tenerlo de compañero. Luego de lo de ayer estaba destruida, mental y físicamente. Me había quedado en aquel salón llorando hasta quedarme dormida; desperté hoy a la mañana gracias a una preocupada profesora McGonagall que me había mandado a la enfermería pero me desvié a mi habitación para tomar un baño y luego ir a clases. Y ahí estaba él, el que me rompió el corazón primero, sentado casi hasta atrás en la clase de DCAO. Tome asiento detrás de él tratando de que mis nervios no se salieran de control. En la de Encantamientos también estaba allí, entonces quedaba Pociones pero no estaba lista para compartir con él, no después de lo terriblemente mal que quede ayer. Me asustaba. Pero cuando entre al salón pensando que sería la única al ser aún muy temprano, él ya estaba en su lugar, en nuestro lugar. Nos quedamos viendo durante un momento, el desde su asiento y yo desde el umbral de la puerta, inhale profundamente y entré al salón de la manera más lenta que podía pensando que así tal vez el tiempo correría más rápido. La mirada de Draco estuvo en mi en todo momento haciéndome más difícil mi intento de mantener la cordura. Tome asiento junto a él sin decir absolutamente nada y fije mi vista en un caldero sobre la mesa.

- Hola – dijo él y por alguna razón me enoje. ¿Por qué demonios me hablaba? Solo me complicaría más las cosas.

- Hola – respondí cortante.

No debiste volver | [D.M]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora