Capitulo 20: Una vuelta para corazones rotos.

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La Sala Común estaba completamente vacía salvo por mi que había llegado hace tres días antes que mis compañeros. Había convertido una lata de cerveza en un traslador y me aparecí en Hogsmeade para luego caminar hasta Hogwarts donde la profesora McGonagall me recibió y le había comentado lo sucedido entonces ella había escrito a Harry y a los Jal para avisar que estaba allí y que estaba a salvo. Sin embargo, yo no les había escrito ni nada. Tenía mucho en que pensar. Bien, me habían descubierto y no podía hacer nada contra eso más que esconderme bajo la túnica de Dumbledore. No me agradaba la idea de ser una protegida, no lo necesitaba, pero sabía que en realidad sí y no tenía otra opción, no quería ser como mi madre aunque, si estuviera en su lugar, preferiría morir. Tal vez haya sido injusta con ella pero el hecho de que alguien sea parte de la gente cuyo objetivo final es verme muerta me destroza por completo. Me había dado cuenta después de tanto tiempo de que era un punto blanco para Voldemort y sus amigos, tendría que comenzar a madurar un poco y dejar esos bobos juegos de niña siguiendo chicos lindos para preocuparme por lo verdaderamente importante: mi vida.

Me puse de pie acercándome a la tabla de anuncios e hice de el un espejo por un momento. Sabía que no era la única que estaba aquí, dos o tres compañeros no habían ido a casa por navidad, pero por alguna razón no me interesaba que me vieran. Acomodé mi cabello sobre mis hombros, llevaba una remera grande de color blanco que citaba "Led Zeppelin" con el dibujo de una bandera americana y un ángel cayendo. Abajo traía unos jeans negros con zapatillas y me puse una campera antes de salir de la Sala Común volviendo el tablero a la normalidad. Baje las escaleras recorriendo el castillo, viendo cuadro por cuadro. Hoy sería el día en que regresaban todos y estaba ansiosa por ver a Draco, él no había contestado ninguna de mis cartas y quería una razón para eso aunque sabía que sería inútil.

- ¡Aadhya! - la primera en aparecer fue Hermione que se acercó a mi corriendo. Nos saludamos con un fuerte abrazo.

- ¿Cómo estás? - pregunté separándome de ella.

- Estuvo bien, ¿qué tal en casa de Zora?

- Todo lindo, la verdad.

- Leí que los gitanos tienen alguna tradición, ¿hay alguna para navidad? – pregunto mientras merodeábamos por la escuela.

- Bueno, no se si sea una tradición gitana pero desde que los conozco vi que en las fiestas navideñas hacen una fiesta enorme desde nochebuena hasta el otro día en donde bailan y cantan y así.

- Suena interesante – sonrió – ojalá pueda verlo alguna vez.

- Lo harás, estoy segura – sonreí a medias – debo contarte algo.

Entonces proseguí a contarle todo lo que había sucedido en estos días exceptuando lo de los poderes. Al terminar, Hermione penso un momento y luego me dedicó una mirada expectante.

- ¿No te parece un poco injusto, Aadhya? Es decir, creo que lo hizo para protegerte.

- No me interesa por qué lo haya hecho – dije frunciendo el ceño. Estábamos sentadas en las escaleras de un vestíbulo cerca de la sala común pero alejado de cuadros chismosos – hubiera preferido cualquier otra cosa a que sea parte de la gente que me quiere... eso.

- ¿Por qué no me cuentas que sucede? - preguntó extrañada. Le había dicho que no podía contarle esa cosa pero que algún día lo haría. Hermione siempre tuvo cierta mala espina cuando de mi se trataba, lo recordaba bien, pero creía que se había esfumado.

- Todo a su tiempo, Hermione – respondí fría.

- De acuerdo – suspiró pesadamente – en cuanto a Malfoy, me parecé que la suposición de Harry no es tan alocada si lo dice tu amigo de Norteamérica.

No debiste volver | [D.M]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora