Epílogo.

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Aadhya veía enternecida las arrugas que se formaban debajo de sus ojos grises. Él estaba triste durante esos días, pues pronto se tendrían que ir y él volvería a estar solo. Volvió a decir otro chiste haciendo que otra carcajada se le escapara como si fuera un ladrido.

- Eres increíble, pequeña – dijo con una suave risa - ¿a quien saliste tan bromista?

- Supongo que a una leyenda de las bromas – contestó con notable orgullo en su rostro.

- Oh – dijo Sirius pensativo - ¿eres Potter? ¿o Lupin?

- Lupin es aburrido – dijo divertida mientras arrugaba la nariz – y Potter tuvo un niño.

- ¿Entonces de quien eres hija, pequeña?

- ¡Del fantástico Sirius Black! – exclamó orgullosa, pasando su orgullo a su padre.

Él estaba encantado con su hija, sumamente encantado. Sonrió ampliamente, como hace tiempo no sonreía. Sentía que Aadhya era su pequeño rayo de sol, su luz en la oscuridad, su niña. Agradecía al cielo poder tener la oportunidad de compartir con ella luego de tanto tiempo y que su relación sea así lo hacía sentirse más afortunado.

- Sí, eres mi niña – dijo un tanto conmocionado plantando un beso en su frente.

- Oh vamos, papá – dijo con burla Aadhya mientras se recargaba en el balcón de su casa - ¿te pondrás a llorar?

- No te burles, Aadhya. Es triste que no hayas sacado mis ojos. ¡Miralos! - dijo abriendo sus ojos a la vez que ella reía – hubieras sido una rompe corazones con estos.

- Me subestimas, papá. Tengo a todos a mis pies con solo ser yo.

- Mmh – su voz sonó a gruñido – no me agrada mucho esa idea. Tendré que ponerte guardaespaldas, me parece.

- No espantes a mis futuros novios – rodó sus ojos café.

- Ahora, hablando en serio – dijo Sirius - ¿tienes novio?

- Nop – respondió sonriendo.

- Pero te gusta alguien, ¿no es así? - Aadhya rió haciendo que el frunciera el ceño - ¿quién?

- No me gusta nadie, papá.

- Yo se que sí, lo veo en tus ojos.

- Oh vamos – bufó – eso es tan cliché.

- Oh no, para nada cliché. Tienes los ojos de tu madre, ¿te lo he dicho? - ella asintió – y tu, al igual que ella, tienen un brillo diferente cuando mencionan a alguien especial.

- Pero no mencionaste a nadie.

- Yo no, pero tu pensante en él, ¿no es así? - Aadhya se sonrojo levemente – tu madre tenía ese mismo brillo cuando eramos jóvenes y comenzábamos a salir. Siguió allí el día que nos casamos... y el día que nos separamos. Y permaneció incluso hasta el día que nos volvimos a ver, eso me hizo entender cuan enamorada está ella de mi aún.

Sirius miraba al cielo estrellado con nostalgia y alegría. Aadhya podía notar también en sus ojos un brillo singular, su papá seguía completamente enamorado de su madre y eso la volvía feliz. Contemplo a su padre admirada y por un momento pensó si tal vez ese brillo en realidad se debía a él. Amaba a su padre, no sería extraño que por él brillaran sus ojos y no por cualquier otro chico.

- Así que – dijo su padre volviéndola a ver con una sonrisa - ¿quién es el afortunado?

Aadhya se contuvo un momento. Sabía que tal vez a su padre no le gustaría la respuesta así que dudo en responderle, de todas formas, hace tiempo que no tenía del todo claro sus sentimientos.

No debiste volver | [D.M]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora