CAPÍTULO 37
Hiccup se despertó abruptamente por culpa de la estruendosa alarma, cuyo sonido metálico llenó la habitación, rompiendo el suave murmullo del amanecer que se filtraba tímidamente por las cortinas. Con el ceño fruncido, apagó el reloj de un golpe seco, sin darse tiempo a saborear la tranquilidad de la mañana. Sabía que debía apresurarse: las clases a las que no había asistido durante más de una semana estaban a punto de comenzar, y con la graduación a la vuelta de la esquina, cada minuto contaba.
Aún envuelto en el calor de la cama y enredado en sábanas que parecían abrazarlo, Hayden se esforzó por incorporarse. Fue entonces cuando se percató de que Astrid, su inseparable y hermosa novia, estaba acurrucada a su lado. Su cabello desordenado y esa expresión adormecida le daban un aire de ternura y vulnerabilidad, haciendo que el mundo exterior pareciera distante.
Fue entonces cuando, con una voz dulce y entrecortada por el sueño, esta le suplicó:
—Por favor, Hiccup, no te muevas. Me siento tan cómoda así—
El tierno tono de su voz hizo que, a pesar de la prisa, Hayden se detuviera por un instante para besarle la cabeza, sintiendo la suavidad de su cabello y el cálido latido de su corazón. Sin embargo, la urgencia del día volvió a interrumpir ese instante de intimidad.
—Tenemos clases, princesa— respondió con una mezcla de cariño y resignación.
—No quiero ir— replicó ella entre un leve gemido y una mueca de descontento.
—Pero debemos hacerlo— insistió él mientras acariciaba con suavidad su cabello. —La graduación se acerca y no podemos permitirnos faltar—
Aunque en sus ojos se notaba una pizca de tristeza, Astrid aceptó el destino con un suspiro que parecía pesar en el ambiente.
Pero, antes de que pudiera acomodarse nuevamente, Hayden, en un gesto juguetón, le dio un leve empujón y añadió:
—Aún tenemos una hora; puse la alarma con suficiente antelación—
—No me lo puedo creer, ¡eres un tonto!— exclamó Astrid con tono burlón, mientras rozaba el costado de Hayden con delicadeza.
—Lo siento, MyLady, pero recuerda que siempre puedes volver a la posición de antes— replicó él, guiñándole un ojo, y en ese instante la complicidad entre ambos se hizo palpable, como si el tiempo se detuviera en medio del caos.
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Después de un rato, y con el implacable tic-tac del reloj en la mesita de noche recordándoles la premura, se dieron cuenta de que en tan solo diez minutos sonaría el timbre.
Astrid, que intentó robarle otro beso a su novio, se percató del paso del tiempo y saltó de la cama con un grito sorprendido:
—¡Dios mío!—
En medio del torbellino matutino, la habitación se transformó en un escenario de movimientos apresurados. Mientras Astrid corría hacia el baño con la urgencia de quien teme llegar tarde, Hiccup se vestía con la rapidez de un hombre que sabe que cada segundo importa. Con cada prenda que se colocaba, sus pensamientos divagaban entre el bullicio del día y el anhelo de esos momentos compartidos que parecían robados a la rutina.
Ya portando una manzana en cada mano, como si fueran pequeños amuletos de buena suerte, ambos se lanzaron fuera de la mansión sin tiempo para despedirse de sus padres y hermanos. El lujoso Lamborghini que aguardaba en el garaje brillaba bajo la luz matutina, reflejando la prisa y el glamour de una vida que se movía a gran velocidad.
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Ahogados en los recuerdos |EN CURSO|
FanfictionSi quieres definirla con una sola palabra, esa sería, hermosa. ... Astrid es una joven atrapada en una vida sombría y sin salida. Criada en Oslo, Noruega, su belleza natural no ha sido suficiente para compensar la soledad que la rodea. Sin el apoy...