Un amor disparejo.

5. Qué floja eres

UN AMOR DISPAREJO.

Capítulo 5: Qué floja eres.

-Nicolás Steel-

No sé qué estaba pensando cuando le propuse a Kiara cambiarle un poco el look. Nos la hemos pasado discutiendo porque no está de acuerdo en nada de lo que escojo y al final termina por aceptar. Es testaruda y logra sacarme de mis casillas, pero tampoco puedo negar que hoy he reído más de lo normal porque esta chica sale con unas cosas que por más que trate de tener mi careta de que me fastidia todo lo que haga, ella la rompe con cada una de sus pendejadas.

No sé qué carajos pasó cuando veníamos en el auto que toqué su mejilla y una corriente estremeció mi cuerpo. Era como si tenerla cerca me hiciera querer más de ella, y me sorprende que esto me pase porque nunca fue así con una de mis exnovias que quise tanto y me terminó cuando se enteró de que no podía caminar. Fue muy duro para mí, pero me di cuenta de que estaba pagando todas las veces que jugué con chicas que quizás sí llegaron a quererme.

Hemos ido a casi todas las tiendas, y ya le he escogido mucha ropa a Kiara que, la verdad, se le ve muy bien. Tiene buen cuerpo, y todo se le ve muy bien. Como no puedo caminar Kiara se ha encargado de llevarme a todos lados en la silla de ruedas. Estamos en un salón de belleza y le he pedido al chico que nos atendió que le haga un corte en su cabello, que vaya con su cara y su personalidad. Pasan y pasan los minutos y nada que terminan, tomo una revista para distraerme mientras que espero.

Me concentro más de lo debido en la revista hasta que escucho la voz de Kiara, y cuando levanto la mirada quedo embobado al ver lo diferente que se mira. Su cabello ondulado tiene un poco más de volumen y brillo, se lo han cortado un poco, pero igual se ve linda. Sus cejas se las han sacado y le han aplicado maquillaje en tono a su piel blanca y con una que otra peca en sus pómulos. Le he pedido que se deje un short negro, con una blusa amarilla que deja ver sus hombros para hacerla ver un poco más atrevida. No puedo negar que he logrado que la dejen como yo quería y todo por verle la cara de estúpido a su exnovio cuando la vea así de guapa.

Quizás no es la única razón que tenga para tratar de hacerla más linda, pero me gusta esta nueva Kiara, físicamente, claro. Porque todavía sigue siendo altanera y no la soporto.

-¿Cómo me veo? -pregunta sin ganas.

-Mejor que antes -levanta una de sus cejas-. Ya podemos ir a comer, muero de hambre y creo que tú no me darás de comer.

-No tengo nada que darte -responde con inocencia, y la miro de pies a cabeza mordiendo mi labio-. No seas estúpido.

-Tampoco te las creas, no creo que puedas darme algo.

-¿Seguro? -se me acerca, pasando su lengua por sus labios-. ¿Seguro de que no puedo darte algo?

-¿A ver, qué me puedes dar?

-Te puedo dar una patada donde más te duela para que dejes de mirarme como si lo que te quisieras comer fuera yo -me suelta de repente haciéndome reír, y prefiero no decirle nada, sé que voy a resultar perdiendo.

Llegamos a un restaurante, pedimos hamburguesas con papas fritas y gaseosa. Comenzamos a comer en silencio y de vez en cuando siento la mirada de Kiara sobre mí, yo evito mirarla y no sé por qué debo comportarme así. Me tenso cuando siento su dedo limpiar cerca de mis labios y trato a toda costa de no mirar sus ojos color café, pero las ganas me ganan y me pierdo en su mirada.

-Tenías salsa -me explica, quitando su dedo de mi labio-. Tan grande y no sabes comer.

-Cuidado y me pegas -hablo sin dejar de verla-. Y claro que sé comer, pero utilizo la boca para cosas mejores.