14. Déjate llevar.

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UN AMOR DISPAREJO

Capítulo 14: Déjate llevar.

—Kiara Jacksyn—

Cuando la señora Steel me dijo que hoy sería el lanzamiento de las prendas de vestir nunca me dijo que esto estaría tan lleno, no me he cansado de ver por las cortinas la cantidad de gente que hay en este salón, mis amigos están todos y me alegra verlos porque vienen apoyarme, tengo nervios, pero creo que es normal porque nunca he estado en eventos como estos.

Siento unas manos en mi cintura que me hacen gritar y cuando me giro a ver es Robi, me le tiro encima porque me alegra verlo, tenía entendido que estaba fuera del país solucionando lo de su estadía para poder estar con nosotros en la universidad, la verdad desde que Melisa me lo presentó nos hemos llevado muy bien porque es como si fuera yo, pero un poco más atrevido y travieso cuando quiere serlo.

—No sabía que venías —se aparta—. ¿Por qué no me avisaste?

—Melisa me avisó que hoy era tu noche, y pues no podía perderme este momento. La llamé esta tarde y fue por mí al aeropuerto y nos vinimos para verte.

—Claro, fuiste tú quien la llamó cuando estaba con Nicolás y conmigo —recuerdo cuando nos dijo que su mamá la había llamado.

—¿Nicolás? —me hace un baile de cejas—. Ya me contaron las chicas lo que pasó con Aron, y lo que pasa con ese chico. Conocí a tus nuevos amigos, me cayeron bien.

—El muy imbécil me traicionó, resulta que tenía otra y yo siempre detrás de él pensando que todo lo malo lo hacía yo.

—Hija —la voz del señor Rubén nos hace girar y veo la cara de sorprendido de Robi.

—Después te explico todo —le digo cuando lo abrazo y asiente con una sonrisa

—Permiso —dice antes de irse para dejarme a solas con el señor Rubén.

Me mira con una sonrisa y es un poco incómodo para mí. No me siento en confianza.

—Eres idéntica a tu mamá cuando tenía tu edad —dice sin quitar la sonrisa.

—Eso dicen. Debo irme, en unos minutos me toca salir a mí —me toma del brazo.

—¿Por qué eres así, hija? Yo no tengo la culpa de lo que tu mamá les dijo, no es fácil para mí verlas tan grandes y saber que me perdí parte de su vida.

—Disculpe que sea grosera, pero no sé cómo tratarlo. Para mí es alguien desconocido, yo era una niña cuando lo vi por última vez y verlo ahora después de once años es extraño.

—Dame una oportunidad, quiero que conozcas a tu hermano. Ya sabe de ti y quiere conocerte, Milagros está muy contenta con nosotros.

—Ya me dijo que la tratan bien, y voy a pensar lo que me dice —lo miro y veo sus ojos idénticos a los míos.

—¿Es tu novio el chico con el que estabas? —pregunta de repente—. Lo digo porque los vi muy cariñosos.

—Es mi amigo, y es el novio de una de mis mejores amigas —le explico—. Cuide a Milagros, es un poco extrovertida y a veces no mide las cosas.

—De eso me he dado cuenta, pero no te preocupes, está bien conmigo. Antes de irme debo decirte que me alegra que tú seas una de las modelos de la colección de la señora Steel.

—Gracias —trato de sonreír y escucho cuando me anuncian. Doy un largo suspiro antes de salir y sé que ha llegado la hora.

Pongo mi mejor sonrisa, y salgo para que todos vean el vestido que llevo puesto. Los aplausos comienzan hacerse presentes y yo me empiezo a soltar más. El vestido me queda perfecto y creo que todos lo notan. Modelo por la pequeña imitación de tarima y veo al final a Nicolás, quien me tira un beso y le guiño un ojo. Todas las chicas empiezan a salir y la señora Steel comienza a presentar su hermosa colección, esperamos unos minutos hasta que se termina todo y regresamos al camerino. La señora Steel nos felicita llena de emoción por lo bien que nos ha ido y pide que nos dejen sola. Me abraza y correspondo con el mismo cariño.

—Eso de allá fuera estuvo genial para ser la primera vez. En serio que esto te ayudará a salir adelante, uno de los que comprarán la colección es el señor Rubén Sang y quedó encantado contigo.

—Qué bueno —trato de sonar normal.

—¡Buenísimo! —dice con emoción—. ¿Por qué llegaste tarde? Nunca llegas tarde.

—Este… yo —tartamudeo sin saber qué decir, no quiero que se entere de lo que pasó—. Le dije que se me presentó un asunto familiar.

—Sí, claro, un asunto familiar que se llama Nicolás Steel y que también llegó tarde. Yo sé que estabas con él —me sonríe—. Hace tanto no lo veía tan feliz, no ha sido fácil para él superar todo lo que le pasó, tú has sido como una nueva oportunidad de vida para mi hijo.

—Lo sé, y por eso lo admiro tanto.

Seguimos hablando y me cuenta algunas cosas que ya sé y entre eso sobre la novia de Nicolás que lo dejó cuando pasó lo de su accidente, no comparto su manera de pensar porque fue una tonta al dejar a Nicolás solo porque pensaba que tenía que lidiarlo, en este tiempo he conocido poco de él, pero me gusta, no es perfecto, y así me sigue gustando. Su rehabilitación fue muy dura, pero ahora ya camina y es algo de admirar, puso el empeño para salir adelante.

Los chicos entran a felicitarme por lo del desfile y me invitan a una discoteca, no suelo ir a esos lugares, pero creo que debo de aprovechar esta noche y hacer lo que me venga en gana, no puedo seguir siendo la misma inocente de siempre. Le digo a los chicos que sí y esperan que me vista, como estoy maquillada no tengo que arreglarme, así que me dejo los jeans que traía puestos, con una blusa de mangas cortas que deja ver mi ombligo, mis zapatos tipo tenis y salgo con todos los chicos rumbo a la discoteca, estoy dispuesta a pasarla bien y qué mejor que al lado de mis amigos.

—La vamos a pasar muy bien —me dice Daniel con media sonrisa.

—Por supuesto que sí, cachetón, aparte, estamos todos juntos —como vamos los dos en el asiento de atrás me ruedo para quedar a su lado—. ¿Tú y Sacha qué?

—¿Qué de qué?

—No te hagas el loco, los vi besarse aquella vez en mi fiesta.

—Solo fue un beso, sabes que la que me interesa es otra.

Lo dice en voz alta y sé que Nicolás lo escucha que va de copiloto porque veo cómo su cuerpo se tensa, no digo nada porque no pensé que diría eso, Sacha lo quiere y es injusto para ella que Daniel solo la esté ilusionando, los dos son mis amigos y los quiero como no tienen idea y si llegara a pasar algo entre ellos yo sería la más feliz, pero si Daniel la lastima no sabría qué hacer porque nadie merece ser lastimada por amor.

Llegamos a la discoteca y nos dejan pasar sin problema alguno y eso es porque los chicos son hijos de personas muy importantes y nadie les niega la entrada, la música retumba por todo el lugar, la pista de baile está tan llena que todos están muy pegados, la discoteca es enorme y aun así se ve más pequeña por la cantidad de gente. Los chicos se llevan a bailar a mis amigas y siento cuando me toman de la mano y sé que es Nicolás, me niego a ir, pero entre risas me termina por llevar a la pista, no soy tan buena bailando y lo menos que quiero es pasar pena delante de tanta gente.

—¿No sabes bailar? —niego con la cabeza cuando escucho la voz entre la música—. Déjate llevar.

—Si te piso no es mi culpa —sonríe y yo hago lo mismo—. Es en serio, Nicolás.

—Amor, nunca hemos sido parejos, lo que yo sé tú no y lo que tú sabes yo no lo sé, es por eso que te digo que somos un amor disparejo —comienza a moverse al ritmo de la música y yo hago lo mismo—. Vas muy bien.

Me dejo llevar de la música y de sus movimientos, es bueno bailando y yo que casi nunca tengo tiempo para andar de fiestas no soy tan buena bailarina. Mis amigos están muy emocionados bailando y por supuesto mi hermana no pierde el tiempo con Oscar.

Me centro en mover la cintura como es y Nicolás cada vez me pega a su cuerpo, su aliento choca contra mi mejilla y sus manos están en mi cintura, estar así de cerca con él me hace perder el control, es como si lo quisiera más de lo que puedo sentir.

Oscar me pasa un vaso con alguna bebida y también le da uno a Nicolás, me lo tomo sin preguntar qué es y es una mezcla agridulce, pero sabe espectacular, me tomo otro sin respirar y cuando suelto el vaso siento un mareo por algunos segundos, pero después siento una corriente de placer y ganas de seguir bailando, doy un pequeño grito cargado de emoción y comienzo a bailar sin control alguno.

Me pego a los labios de Nicolás que para nada le molesta porque me corresponde, como estamos en lo último de la pista casi nadie nos puede ver, me pega a una de las paredes y me baila muy sensual, sigue besándome y me encanta cuando mete su lengua en mi boca porque es como si me excitara, mete sus manos en la parte de atrás de mi blusa y acaricia mi espalda con disimulo, baja sus manos hasta los botones de mis jeans y lo detengo.

—Estás loco si piensas que me tocarás delante de este montón de gente.

—¿Nos quedaremos con las ganas? —tira de mi labio—. Ven conmigo.

—¿Adónde me llevas? —sonríe y comenzamos a subir las escaleras del segundo piso, caminamos por unos pasillos hasta llegar a un balcón que tiene una vista preciosa y puede verse el cielo y las estrellas en su mejor momento, me pega contra las barandas del balcón mientras sonríe.

—¿Dime por qué eres tan hermosa? —dice con la mirada en mis labios.

—No lo soy, tú eres un exagerado —bajo la mirada cuando siento que suelta los botones de mis jeans, pongo mis manos sobre las suyas para detenerlo—. No quiero que te enfades, pero no quiero hacer nada, me duele todo y…

—No me voy a enfadar —me interrumpe—. Es tu decisión y no te la voy a discutir, pero no vamos a perder el tiempo, mira la vista que tenemos, es un buen lugar para estar juntos.

Nos sentamos en el balcón con la vista hacia el frente y subo una de mis piernas sobre Nicolás que pone su cabeza en mi hombro, me gusta este chico que voy descubriendo cada día y creo que es cierto cuando las personas dicen que las personas con personalidad dura son las que mejor corazón tienen cuando logramos descubrirlo, no tengo idea de lo que dirá mamá si sabe que estuve con Nicolás cuando hace días le dije que no pretendía hacer nada de esto, pero si ella falló por estar enamorada de alguien más tiene que entender que yo tuve mi primera vez con el chico que quiero y con el que voy a estar hasta que la vida así lo quiera porque no daré un paso atrás para complacer a nadie.

—Especial Daniel—

El sonido de la música invade mi ser y me muevo muy cerca de Sacha que ha estado conmigo toda la noche para que yo no esté pendiente de Kenia. Me lastima ver cómo se besa con Nicolás, cómo él la abraza y ella sonríe con tanta ternura que me llena de celos, yo daría lo que fuera para ser yo quien la pueda tener. No sé cómo pude fijarme en ella cuando lo único que ha hecho siempre es aclararme que soy su amigo. Veo entre la gente cuando Nicolás lleva a Kiara tomada de la mano y supongo que van al balcón, voy detrás de ellos, pero me toman del suéter evitando que los siga.

—¿Adónde vas?

Sacha me mira esperando mi respuesta.

—Al baño.

—Sí, claro, déjala que sea feliz, Kiara no te ve como alguien con quien le gustaría tener una relación —me dice en voz alta por la música—. Es feliz con Nicolás, ¿acaso no lo ves?

—No te metas en esto.

Le digo antes de irme para ir por Kiara, lo menos que quiero es que Nicolás se aproveche de ella, voy directo al balcón y me detengo cuando escucho su risa, me asomo con cuidado que no me vea y le tiene las piernas a Nicolás encima mientras él la besa pegándola a su cuerpo, ella lo quiere y no puedo negar que me hierve la sangre saber que yo nunca podré besarla como él lo hace. Me alejo con cuidado y las lágrimas bajan por mis mejillas, me encuentro con la mirada de tristeza de Sacha cuando voy regresando, yo sé que me quiere, pero no puedo verla con otros ojos que no sean de amistad.

—Te dije que no vinieras —se acerca y me abraza mientras yo me ahogo en el llanto—. Kiara te quiere, pero no de la manera que tú quisieras.

—¿Y cómo le hago entender eso a mi corazón? Llevo años enamorado de ella y he tenido que guardarme todo cada vez que la veo con alguien —se aleja—. Kiara es la chica que quiero para mi vida y nadie puede hacer que la olvide, ni siquiera verla con otros me hace olvidarla porque la amo.

—Eres un estúpido —masculla entre dientes y veo sus ojos llenos de lágrimas que deja salir—. Entiende que no es para ti, siempre has tenido los ojos puestos en ella y nunca te has fijado en mí, ¿tan mal estoy?

—Eres hermosa, pero yo no te veo como mujer, eres como mi hermanita —le digo para calmarla y suelta una risita sin ganas.

—¡¿Entonces por qué demonios me besaste el día de la fiesta de Kiara?! ¿Por qué me besaste cuando nunca me verás como mujer?

—Sacha, no era mi intención lastimarte.

—Pero lo hiciste. Tú más que nadie sabe qué es estar enamorado y no ser correspondido y aun así me metiste en tu juego.

Se aleja de mí y me deja peor de lo que estaba, lo menos que quería era lastimarla, tiene razón cuando dice que por qué la besé, no debí hacerlo, ella sufre porque está enamorada de mí y yo sufro porque estoy enamorado de Kiara aún sabiendo que no me va a corresponder nunca.

—Kiara Jacksyn—

Siento la luz en mi cara y me doy la vuelta para no despertar, pero mi hermana se me tira encima haciéndome abrir los ojos, ayer llegamos muy tarde y por eso se quedó conmigo, mamá regresa hoy en la tarde y me toca acompañarla a casa del señor Rubén antes que ella regrese porque no quiere verla, y la entiendo, lo que hizo mamá no tiene nombre.

Me siento en la cama con toda la pereza que me consume, me duele todo el cuerpo como si hubiera cargado más peso del que puedo, ya entiendo por qué Nicolás dijo que hoy amanecía peor, incluso me duele mi parte íntima, no es un dolor de gravedad, pero sí es un pequeño fastidio. Milagros me mira con seriedad y después suelta una escandalosa carcajada.

—¿De qué te ríes?

Le tiro una de mis almohadas.

—¿Tuviste tu primera vez, cierto? —pregunta cuando ha controlado su risa y la miro confundida porque no sé cómo puede saber eso, a la única que le conté todo fue a Sacha ayer cuando salimos de la discoteca y no creo que ella le haya contado a mi hermana—. No pongas esa cara, tienes un colorado en tu seno, y no creo que tú te lo hayas hecho o que hayas dejado que alguien te viera en sostén sin tener sexo.

Bajo la mirada y me doy cuenta de que tengo la blusa baja y se me ve parte del seno y, efectivamente, tengo un colorado. Me la acomodo y sonrío recordando el momento.

—Sí, estuve con Nicolás y no tuvimos sexo como lo llamas, me hizo el amor que fue diferente —la miro y tiene una sonrisa—. No sabes cómo me hizo sentir, fue algo único.

—¿Y qué tal es en la cama? —le hago mala cara—. Hermanita, no es un secreto para ninguna de las dos que él no ha estado con nadie en mucho tiempo.

—Para que sepas es muy bueno, y vez arreglarte que debo llevarte a casa de Rubén.

—¿Nicolás se cuidó? Porque si no fue así debes tomarte una píldora del día después.

—Sí nos cuidamos, ¿cómo es que sabes todo esto?

—Será por ser una santa —bromea—. Porque tengo vida sexual, estúpida, creo que no nací virgen.

Suelto una carcajada al escucharla decir eso y me voy al baño, mi hermana no es para nada normal, siempre ha sido así y creo que por eso más de una chica le tiene rabia, me doy una ducha bastante larga y me pongo una falda gris que va hasta mis tobillos, zapatos blancos, blusa de tirantes blanca y me hago una trenza hacia atrás que no deja ni un mechón de cabello afuera, hoy conoceré la casa donde vive papá porque estos días no ha dejado de insistir y creo que debo ir, conoceré a mi hermano, bueno, hermano como tal no es porque cuando mi padre se metió con su mamá ya él estaba y pues la señora murió en un accidente y a papá le tocó quedarse con él y creo que por eso dice que es su hijo Veamos qué nos prepara la vida para hoy y enfrentemos lo que se venga.

Recibo un mensaje de Sacha antes de salir de casa pidiéndome que vaya a su casa esta tarde, según Melisa también irá porque tiene cosas que decirnos, por supuesto, dije que sí, no hay trabajo que hacer y no nos toca ir a la universidad. Por cómo escuché su voz debe de estar triste y por eso quiero verla para saber qué le pasa y hacerle saber lo importante que es para mí y para todos los que la rodeamos.

Un amor disparejo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora