UN AMOR DISPAREJO
Capítulo 23; Mi lugar favorito.
—Kiara Jacksyn—
¿Te gustaría empezar de cero? Recuerdo con claridad la pregunta del doctor hace dos días cuando fui a una de mis quimioterapias, le respondí con seguridad que no, y quizás pude decirle que sí, porque podría empezar de nuevo mi vida, pero tengo claro que tengo amigos y personas que me quieren y que quizás no vaya a tener en otra vida.
Los hubiera no existen y lo he llevado claro siempre, es difícil pasar por todo este proceso, pero es lo que me tocó y no puedo cambiar mi vida, es horrible sentir mareos y vomitar cada vez con más frecuencia por los efectos secundarios de la quimio, no pensé que fuera tan difícil todo este proceso, me han dicho que puede empezar a caerse mi cabello y tengo miedo que cada vez que tengan que hacerme la quimio sea así, pero todo sea por eliminar las células del tumor.
Mis amigos me han venido a visitar y ya saben lo de mi enfermedad, Sacha no lo tomó nada bien porque justo cuando vino a disculparse por el sucedido mi hermana le contó que estaba en el hospital, o bueno, también se lo dijo a Sofía y Melisa aquella vez donde me tuvieron que hospitalizar. Es duro para ellos saber de mi enfermedad, pero ninguno sabe cómo me siento yo, cómo lloro en la soledad de mi habitación mientras maldigo mi vida, ahora entiendo cómo se sienten las personas que tienen alguna enfermedad, la frustración que sienten al saber que nada puede volver a ser como antes.
Me tocó dejar mi trabajo en la fundación, ya no puedo seguir trabajando, me hicieron una despedida tan linda que no evité derramar más de una lágrima.
Escucho la voz de mi hermano Josiah hablar con alguien y salgo de mi habitación para saber quién es, me quedo estática al ver que es Nicolás, no me ha buscado en muchos días y verlo ahora solo hace que quiera correr a sus brazos, pero no puedo hacerlo, si decidió estar lejos de mí es porque no confía en mí. Me alegra que no vaya a sufrir cuando se entere de que estoy enferma, no pienso decirle nada y tampoco pienso regresar con él, quise explicarle lo que había pasado y no me escuchó, me escondo para poder escuchar qué hablan porque la curiosidad es más grande que mis ganas de regresarme a la habitación.
—Solo déjame pasar, necesito hablar con ella —escucho la voz de Nicolás—. Tengo días sin verla y quiero saber qué le pasa.
—Tú decidiste alejarte de ella porque pensaste que te había traicionado con Daniel, cuando él te fue a buscar para explicarte lo que había pasado no quisiste escucharlo. Y mi hermana salió con la señora Marcela —se le acerca—. Déjala en paz.
—No puedo, la quiero y necesito verla, por favor, dile que baje. Ya sé que ella debe estar odiándome por no creerle cuando me dijo que no se besó con Daniel, pero me dejé ganar de la rabia.
—Nicolás, mi hermana no está en condiciones de recibir visitas y menos si eres tú, no me lo tomes a mal, pero no es momento de visitas.
—¡Kiara! —comienza a gritar—. ¡Kiara, mi amor!
Comienza a gritar como loco, intenta subir las escaleras, pero Josiah lo detiene, lo saca de la casa y cierra la puerta, escucho cómo le pega a la puerta mientras grita mi nombre. Bajo las escaleras y Josiah me mira con una sonrisa, me siento en uno de los escalones y se me sienta al lado, me abraza y dejo mi cabeza en su hombro, tener un hermano a la final no fue tan malo, Josiah me ha apoyado en todo lo que he necesitado y yo lo he ayudado con Brenda que muere de celos cada vez que lo ve con Sacha, me gusta estar con él porque me entiende y no me juzga como otras personas.
—Gracias por no dejarlo subir —rompo con el silencio que se ha formado.
—Estuve a punto de dejarlo pasar, Kiara, tú lo quieres y él a ti, de verdad no sé por qué tienen que estar separados.
—Estoy enferma.
—Que estés enferma no te quita que puedas amarlo y estar con él.
—No pienso acabar con su vida, cuando se ama de verdad hay que hacer sacrificios y yo los estoy haciendo, Nicolás es guapo, tiene dinero y conoce de la vida más que yo, con el tiempo me olvidará y sé que a su vida llegará alguien que lo quiera tanto como lo quiero yo. No puedo ser egoísta cuando él apenas está regresando a su mundo donde yo antes no existía.
—Pero ahora existes, cuando se ama no se olvida de la noche a la mañana, tú misma te diste cuenta todo lo que le dije para que se fuera —sonrío con pesar—. Olvídate de que estás enferma y búscalo, no te niegues una oportunidad de amar.
—Solo quiero que sea feliz —me levanto y lo miro, doy dos pasos, pero lo escucho hablar.
—Eres una cobarde.
—Tal vez tengas razón, pero no daré un paso atrás porque no seré yo quien vea sufrir a Nicolás por mi culpa —termino por decir y subo las escaleras, Josiah tiene razón en muchas cosas, pero cuando dije que no puedo negarle la oportunidad de ser feliz a Nicolás lo decía en serio, somos jóvenes y sé que él puede conocer otra persona y enamorarse para que pueda ser feliz, quizás no deba darme por vencida tan rápido, pero me di cuenta de que cuando se ama se hacen las mayores muestras y esta es una de esas.
—Varias semanas después—
Tomo mis cosas y salgo a toda prisa porque el chófer está que me deja, Milagros ya está lista hace rato y no ha dejado de apurarme, me he sentido mejor estos días y por eso me dieron orden de regresar a la universidad, he seguido con mis quimioterapias y a pesar de que ha sido terrible andar vomitando por casi un día completo es lo que me toca, mi cabello ha empezado a caerse y he tomado la decisión de cortármelo, hoy cuando regrese de la universidad lo voy a hacer, lloré de la emoción y tristeza cuando vi a mi papá y mi hermano totalmente rapados, lo hicieron por mí y me llena de felicidad saber que no estoy sola, mamá se cortó el cabello más arriba de los hombros y mi hermana también, sé que hacen todo esto para que yo no me sienta mal, pero solo me hacen ver lo mucho que me quieren y saldré adelante por ellos, sé que habrá días donde ni yo me soporte y otros que serán muy duros, pero tengo claro que ellos estarán para darme una mano y decirme; puedes hacerlo.
Dejo todo lo que me afecta y me subo en el auto, ya quería regresar a casa, ver a mis compañeros y estar con mis amigos, Nicolás ha venido a buscarme todos estos días y como siempre le han puesto mil excusas, voy hablando y riendo con mi hermana hasta que llegamos a la universidad, nos bajamos del auto y los chicos al verme se me tiran encima, los abrazo como si no hubiera un mañana y mi corazón se acelera con más fuerza al darme cuenta de la presencia de Nicolás, está vestido de negro y debo aceptar que está más guapo que la última vez que lo vi, nos separamos y no puedo creer que esté de vuelta con ellos.
—Los extrañé, chicos —vuelvo abrazarlos—. Ya quería regresar con ustedes.
—Lo importante es que estás aquí, chaparrita, te quiero —Oscar me abraza—. Habla con él, merece saber la verdad.
—Yo también te quiero —le digo cuando nos apartamos porque sé que tiene razón en lo que dice.
—Eras la única que hacía falta para estar completos —Diego me carga—. Mi rubia favorita.
—Esta es mi rubia —Robi desordena mi cabello.
Termino por saludar a todos y cuando llego a donde Nicolás no sé si deba saludarlo o salir corriendo, me decido por la primera opción y le extiendo la mano, los chicos no nos quitan la mirada de encima y sé que quieren ver cómo actuamos.
—Nicolás —aprieta mi mano
—Kiara —sonríe
—Bueno, ya podemos ir a clases —Sacha nos mira—. Yo creo que ustedes deben hablar.
—Primero están mis clases —hablo con firmeza.
—Vienes conmigo, chicos, vayan siguiendo —Nicolás me toma de la mano, hago fuerza para soltarme, pero me sujeta más fuerte—. He dicho que vienes conmigo.
—Dije que no —me niego—. No quiero hablar contigo.
—Pero yo sí —me carga en su hombro como si fuera un saco de papa y comienza a caminar.
—¡Suéltame, imbécil! —le doy puños, pero parece que no le duelen, me sube en su auto y le pone seguro, para después subirse él—. Eres un imbécil, Nicolás, no puedo perder las clases.
—Y tú eres una niñita llorona —me voltea a ver—. Estás hermosa.
Me cruzo de brazos y no digo más nada, yo pensando que venía a clases y no a donde carajos me llevan ahora, no puedo estar cerca de él porque soy débil antes sus caricias, ante esa sonrisa tan sexy que pone cada vez que me mira, o cuando me besa, son cosas que me hacen querer estar más con él a pesar de saber que no puedo hacerlo.
Miro la hora por tercera vez y llevamos casi una hora en el auto, quiero preguntar, pero sé que no me va a decir a dónde vamos, miro por la ventana los árboles y casas que pasamos, la naturaleza es una creación perfecta y creo que es una de las cosas que siempre me han gustado, el silencio que se siente es tan acogedor que quisiera estar así siempre.
Voy tan concentrada en todo lo que pasa hasta que me doy cuenta de que el auto se ha detenido en la nada, lo veo bajarse y me hace señas con la cabeza que haga lo mismo, me bajo con cautela porque todo está solo, me toma de la mano, pero esta vez con más cuidado, caminamos por algunos minutos hasta que nos encontramos de frente con una enorme puerta de color marrón, la empuja y me hace pasar, mi boca cae al suelo cuando me doy cuenta el hermoso paisaje donde estoy, jamás había visto algo como esto, pero sencillamente me encanta.
Hay árboles que tienen las hojas rojas, en el suelo hay algunas de esas hojas que cubren el lugar haciendo que todo se vea más romántico, hay algunas casas que parecen abandonadas, pero no se ven nada mal, cerca de los árboles hay una pequeña banca de color negro que marca la diferencia entre todo, y al final hay especie de una fuente de deseos, este lugar es hermoso a pesar de que parece abandonado.
Me agacho y tomo un par de hojas en mi mano, son del color de la sangre, pero tan suave como el algodón, doy un par de pasos mirando el lugar que nunca pensé que existiría y veo que la mayoría de cosas que hay tienen el mismo color, siento unos brazos rodear mi cuerpo y sonrío con tristeza porque no podemos seguir como hasta hora, no quiero atarlo a una vida miserable como la que puedo tener.
—¿Te gusta? —pregunta con voz melosa—. Es mi lugar favorito, tenía años sin venir, desde mi accidente prácticamente.
—Me fascina, es hermoso este lugar, de hecho, es lo más lindo que mis ojos han visto —me giro en sus brazos—. ¿Por qué me traes aquí? Los lugares favoritos no se le muestran a cualquiera.
—Tú no eres cualquiera —se aleja y se sienta en la banca, así que hago lo mismo—. Quería que me disculparas por lo que pasó con Daniel, ya sé que tú y él no tienen nada y el que te besó fue él.
—Ya no tiene caso —hablo con la mirada perdida—. Quizás era mejor que creyeras eso para que te alejaras de mí, yo no soy una chica para ti, tú eres un chico de clase alta, guapo y que puede tener lo que quiera, yo soy todo lo contrario a ti.
—A mí no me importa el dinero ni nada de lo que mencionas, te quiero a ti —hace que lo mire—. Nunca hemos sido parejos, ¿por qué serlos ahora?
—No hagas las cosas más difíciles.
Se levanta y se arrodilla frente a mí.
—Te amo, Kiara, y ni tú ni nadie va a ser que yo deje de amarte, ¿no quieres estar conmigo? Pues no me interesa, porque te seguiré buscando hasta que te canses y me grites que me amas —me da un beso en los labios y no correspondo—. ¿Qué pasa contigo? ¿Acaso no me quieres?
—Ese es el problema; que te sigo amando.
—¿Entonces por qué no estar juntos?
—Porque no siempre las personas que se quieren están juntas —mi voz se vuelve casi un susurro.
—¡Tonterías! —se levanta—. Dos personas que se quieren deben estar ahí para todo, el amor se hace complicado porque uno mismo lo vuelve así.
—¿Me llevas a casa? No quiero estar más aquí.
—¿Estás segura de que lo que quieres es irte? —asiento en silencio—. ¿Será la última vez que volveremos a estar solos?
—Sí, no quiero estar contigo —comienzo a caminar directo al auto, pero justo cuando llego me pega contra el auto, pone sus manos en mi cuello y sus labios encuentran los míos, me besa con desesperación, como si no quisiera que me fuera nunca de su lado y me duele tener que hacerlo. Trato de alejarlo, pero lo evita y sigue besándome, muerdo su labio hasta hacer que se separe y lo he hecho sangrar—. ¡Dije que no quiero estar contigo!
—Lo dices, pero no lo sientes, y eso es una diferencia muy grande —se seca con la mano la sangre que su labio está derramando—. Sube al auto.
—No me mandes.
—Y tú no me mientas —me toma del brazo y me sube, pero antes de salir ve el moretón que me ha causado—. ¿Yo te hice eso?
Miro mi brazo y se nota bastante, últimamente no pueden agarrarme porque se me forman moretones, pero sé que es normal por mi tratamiento, levanto la mirada y me encuentro con sus ojos, su mirada está llena de lástima y eso es lo que quiero evitar, no estoy dispuesta a ver la lástima nuevamente cuando le confiese que estoy enferma.
—No fuiste tú —me acomodo en la silla del copiloto—. Estaba jugando con Milagros y creo que nos pasamos porque estoy llena de moretones.
—Ten más cuidado, ¿si?
—No soy una bebé para que me digas qué hacer.
—No lo eres, pero te quiero y me preocupa lo que te pasa.
Hago silencio porque parece que fui un poco grosera, se sube y comienza a conducir, no nos hemos separado y ya lo estoy extrañando. Nicolás se volvió alguien muy especial para mí y tener que dejarlo ir me duele, me acostumbré a verlo reír, a ver y escuchar sus rabietas cuando estaba celoso, me acostumbré a cada beso y a cada caricia que recibía de su parte, pero lo más importante es que me enamoré, me enamoré como pensé que nunca pasaría, porque decía que mi corazón le pertenecía a Aron y me equivoqué, porque entre querer y amar hay una gran diferencia, no se siente igual. Quise a Aron y no lo niego, pero Nicolás me hizo ver más allá de lo que podía sentir, sin tocarme me hacía sentir que estaba en otro mundo, su mirada me acariciaba y su corazón estaba conmigo, y sé que por mucho tiempo que pase siempre habrá sentimientos que desde la distancia permanecen y eso es lo que pasará conmigo, que aunque no pueda tenerlo lo seguiré amando, incluso más que la última vez que le dije te amo.
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Un amor disparejo.
Teen FictionKiara Jacksyn es una joven estudiante de fisiatría. Es hermosa y su vida es casi perfecta hasta que conoce a Nicolás Steel; un joven con facciones perfectas, pero que tiene el alma oscura. Su manera de ser y tratar a las personas no es la mejor desd...