Capítulo 24: ¿Quién será el primero? - Parte 2: AMIGA

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********** Aimi Blake 7 años – Cautiverio

La primera noche de mi cautiverio sin duda alguna fue la más difícil de todas, aquella persona se había aprovechado de mi debilidad tendiéndome una despiadada trampa, aunque más bien diría que todo era un tipo de juego para él. Mi inocencia y falta de madurez no solo resulto destrozando mi alma sino que había dejado una enorme llaga en el corazón de Aisha.

Antes de todo esto, la oscuridad era algo que me provocaba terror, esa ausencia de luz solo posicionaba en mi mente sospecha, ansia y miedo, como si algo siniestro se ocultara entre todo ese manto de penumbras, algún tipo de maldad solo esperando el momento indicado, un instante de debilidad, una apertura para salir de las sombras y herirme de maneras inimaginables.

La oscuridad y todos los misterios que encerraba eran la menor de mis preocupaciones, a decir verdad lo prefería de esa manera, entre menos pudiera distinguir mejor seria, de una extraña manera la oscuridad se había vuelto mi aliada tranquilizando la angustia que apretujaba mi corazón y despedazaba mi alma; mis sentidos eran los que ahora jugaban en mi contra, la agudeza en mi nariz que percibía hasta el mínimo aroma en el escaso aire encerrado en este calabozo, hacia que el olor a carne putrefacta y la podredumbre de la sangre de la cabeza de mi madre no me permitiera olvidar que se encontraba prisionera entre estas cuatro paredes justo al lado mio.

Aisha y yo lloramos en silencio la trágica muerte de mi madre y su parte lobuna Ivy, ninguna dijo una palabra, no hubo reclamos, ni si quiera un "Te lo advertí" de su parte, simplemente nos quedamos allí envueltas en la oscuridad, embriagándonos con el fétido y podrido aroma a cadáver, no sabría con exactitud en que momento ambas perdimos la conciencia, lo único que sabia es que solo podía haber nada más que oscuridad a partir de este punto en adelante. La esperanza de vislumbrar un pequeño rayo de luz se había esfumado por completo.

Eventualmente perdimos la noción del tiempo, desde aquel día en donde mi hogar fue consumido por el fuego abrazador y como consecuencia había sido tomada prisionera por aquellos lobos, no sabíamos con exactitud y a ciencia cierta cuantos días habían transcurrido a partir de nuestra captura. Un solo minuto encadenada aquí parecía una verdadera eternidad. Estoy más que segura que erraría en decir la cantidad de días en los cuales había sido botada dentro de estas cuatro paredes, dejada al olvido, desechada como algo inservible o inútil, aunque mi cuerpo podría darme algunos indicios, la sensación de hambre, el cansancio físico y la resequedad en mi hocico advertían que llevaba no menos de 4 días aislada de todo, sin probar bocado alguno o beber un sorbo de agua.

El único que se "nutría" por así decirlo era mi nariz, cada segundo, cada minuto, cada hora una fragancia nueva y extravagante se abría paso por mis fosas nasales: fétido, podrido, maloliente, nauseabundo, [...]; nunca me hubiera imagino que un cadáver emanaba una enorme variedad de sensaciones y aromas, no era algo placentero, a decir verdad, no había algo peor que el olor a muerte.

Llegue a pensar que este era mi final y solo podía agradecer que no fuera tan cruel como el destinado a mi querida madre; morir de inanición era más compasivo pese a que el sufrimiento y agonía se vivía por varios días. No había vuelto a escuchar la voz de mi padre y aun desconocía si mi hermano y Lilly habían sido tomados prisioneros también, en mi mente y corazón albergue la posibilidad de que solo yo seguía con vida.

Irremediablemente Aisha y yo perdimos de nuevo la conciencia, pudieron haber pasado unos cuantos minutos o un par de días, para cuando recobramos un poco de fuerzas caímos en cuenta de que tenían un mejor plan que solo dejarnos morir de hambre. La habitación estaba siendo iluminada por una pequeña lámpara que despedía un tenue luz, suficiente para librarnos de esta eterna oscuridad, el cadáver de mi madre había desaparecido, incluso se habían tomado la molestia de limpiar la sangre seguramente seca y pútrida del suelo, y en un plato de perro habían servido algo de comida, aunque tenia un aspecto realmente desagradable, por instinto tal vez de supervivencia o necesidad lo devoramos al instante.

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