Capítulo 2: ¿Cuándo fue que lo perdí?

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Aquella simple presencia, aquel dulce aroma me quitaba el sueño y la tranquilidad, pase toda la noche dando vuelta tras vuelta sobre mi cama, no podía dormir, simplemente recordaba aquel olor a menta y lluvia mientras un sentimiento de anhelo se posicionaba en mi pecho.

– No seas tonta Aimi, solamente tienes una regla... – Decía para mis adentros – No debes de relacionarte con nadie, ocúltate... eso es lo que debes de hacer.

Al día siguiente no había escuela, las clases habían sido canceladas según sé debido a una fiesta de bienvenida al alfa de la manada Black Moon quien había ido a E.U. por algunos asuntos, bueno eso es lo que se cuchicheaba en cada pasillo del castillo. No obstante, no era una buena noticia para mí, se me ha ordenado hacer un montón de cosas, a parte de preparar la vestimenta de cada uno de los miembros de la manada, debo de ir a la mansión de la manada Black Moon para ayudar a limpiar y organizar las cosas para la fiesta que se llevara a cabo el sábado en la noche.

Dejo escapar un gran suspiro de mi boca, cuando un golpe en seco me da por detrás de la espalda, como odiaba que me atacaran por detrás, si querían hacerlo preferían que lo hicieran de frente, no podía sino pensar que eran más que unos cobardes.

– Eres una idiota – Grito Amanda la zorra – Te dije que mi vestido debía de ser azul azulado, no azul marino.

"Pero que tontería, en verdad a veces me pregunto ¿Qué tiene esta tipa en su cerebro?"

– Yo misma me asegure de ello, la dependienta de la tienda me dijo que...

– ¡Cállate! - Grito mientras me daba un puñetazo en el vientre – Eres más que una inútil.

Simplemente me doble por el dolor colocando la palma de mi mano derecha sobre mi estomago, en ese momento perdí la razón y comencé a reírme "Por dios, azul azulado ¿Si quiera existe ese color?" pensé para mis adentros soltando de nuevo una carcajada, ese fue mi peor error.

– ¿Te estas burlando de mí?... Pequeña rogue.

Cuando menciono la palabra rogue la sonrisa que se dibujaba en mis labios desapareció por completo, la época en la que fui una loba sin hogar ni rumbo no fue de las mejores, tenía un montón de malos recuerdos.

– Lo siento mi luna, yo no pretendía...

– Maldita zorra – Grito mientras la furia la consumía y sus ojos cambiaban de color, las uñas de las manos comenzaron a crecerle y de una zarpazo me araño de extremo a extremo el rostro.

– Por favor, perdóneme mi luna – Dije sin querer discutir más con ella.

– Esto no se quedara así, Andre sabrá la falta que has cometido el día de hoy – Sentencio para después retirarse.

"Maldición"  pensé mientras que con la yema de mis dedos recorría aquellas marcas, aunque se curarían para final del día, la maldita aplico mucha fuerza en ellas, eran profundas y ardían como las malditas garras de una gata. Antes de que la zorra le contara misa y media a Andre salí del castillo y me dirigí a la mansión de la manada anfitriona.

La mansión de la manada Black Moon se encontraba al noreste de nuestra mansión, retirada y oculta entre el espeso follaje del bosque. Después de caminar por lo menos 2 horas ya que no podía convertirme y exponerme a los ojos de algún curioso debía caminar en mi forma humana, a la entrada me recibieron dos hombres realmente hermosos y gigantescos.

El primero de ellos era alto y robusto, su cabello era rubio y corto y sus ojos parecían dos esmeraldas verdes, el segundo de ellos igual de alto que el primero tenia el cabello un poco más largo negro azabache al igual que sus ojos.

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