Capítulo 4: ¿Cómo puedo confiar en ti?

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- Andre Miller - Dijo aquel hombre con furia en su voz - Eres hombre muerto - Espeto mientras se acercaba con la firme determinación de arrancarle la cabeza.

- Por favor Sr. Damian - Chillo Amanda colocándose entre ambos - No lo lastime - Suplico.

De nuevo aquel hombre gruño tan fuerte que hizo eco por todo el lugar, pensé que golpearía a Amanda aunque se lo merecía gracias a dios que no lo hizo.

- Quítate mujer - Ordeno aquel hombre.

- Vamos Damian - Hablo Evan - Debes de tranquilizarte.

- ¿Qué es lo que sucede aquí? - Grito un señor un poco más mayor - ¿A que se debe todo este alboroto?

- ¡Largo! ¡Largo todos! - Ordeno aquel quien estaba segura era mi mate - La fiesta se ha terminado, fuera de aquí.

Todos los invitados hicieron una pequeña reverencia en respeto como si de un alfa se tratara, se pusieron de pie, tomaron sus cosas y comenzaron a salir de la mansión. Con pasos inseguros comencé a retroceder yo también.

Aimi, espera... no puedes irte ahora - Chillo Aisha - No ahora que por fin lo conocemos.

¿Pero qué no lo vez? esta furioso - Dije con temor.

Lo sé pero no es con nosotras con quien esta enojado - Intento explicarme Aisha - Esta furioso con quienes te han lastimado.

- Andre Miller y su luna ustedes quédense aquí - Dijo mi mate un poco más calmado - Y tú... - Me señalo con el dedo - Ni si quiera pienses en huir de nuevo.

Mi corazón latía desenfrenado, me invadía una alegría por al fin conocer a mi mate, en verdad quería probar aquellos fuertes brazos y esos suculentos labios, sin embargo, en mi corazón se posicionaba un sentimiento de terror que me hacia temblar desde el interior.

El jardín se encontraba despejado, solo nos encontrábamos Evan, aquel señor mayor, Andre, Amanda, mi mate y yo. Sin pensármelo dos veces di media vuelta y emprendí carrera lejos de allí pero no alcance ni a dar dos pasos cuando una firme mano me sostuvo por la cintura, su roce provocaba en mi descargas eléctricas que nunca había sentido, no me hacían daño pero me hacían perder la razón por completo.

- Te dije que no huyeras de mi de nuevo - Su aliento chocaba sobre mi rostro, era embriagador.

- Por favor... déjame ir - Suplique mientras intentaba zafarme de entre sus brazos.

- Nunca... eres mía - Dijo mientras me aprisionaba entre sus brazos y ocultaba su rostro en mi cuello.

- No sabes ni quien soy - Dije con atisbo de tristeza en mi voz - Cuando lo sepas... me rechazaras ¿Para que hacerme ilusiones?

Me tomo con firmeza haciendo girar mi cuerpo, con su mano derecha me tomo con seguridad por la cintura como garantía de que no saliera huyendo, mientras que con su mano izquierda tomaba mi mentón y levantaba mi rostro para mirarme fijamente. Por dios este hombre era gigantesco, a duras penas mi rostro llegaba a su pecho, tenia músculos muy bien trabajados y su cabello negro desaliñado lo hacia ver más que sexy.

Trague saliva con dificultad mientras me perdía en esos ojos azules como el cielo.

- Yo Damian Blair alfa de la manada...

Coloque mi dedo índice sobre sus labios para callarlo sin poner atención a sus palabras, él me miro con desconcierto y aguardo por que le explicara la razón de hacer eso.

- Ni si quiera sabes quien soy - Dije mientras apartaba mis ojos de los suyos.

- No es necesario - Dijo con dulzura en su voz - Tu eres mía... mi mate, no necesito saber nada más.

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