Capitulo 13: ¿Qué fue lo que hice mal?

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– Aimi – Gritaba con dolor mi hermano – No abras los ojos, no te atrevas a mirar – Ordenaba mientras que el sonido de las cadenas chocaban sobre su cuerpo.

Liam!! – Sollozaba – Hermano – Le decía a través de la conexión pues yo me encontraba en mi forma lobuna.

– No te atrevas a mirar – Advertía mi hermano – Solo mantén tus pequeños ojos cerrados.

Rogaba mi hermano mientras podía escuchar el rechinar de sus dientes. De fondo la maldita risa de Davor me dejaba helada. No podía moverme ya que me mantenía cautiva esposada con cadenas de plata sobre mis patas, simplemente me encogí cerrando con fuerza mis ojos, aullando de dolor.

– Maldición – Decía entre dientes mi hermano – Por la dios luna que te mato Davor – Y mientras más hablaba él, más golpes recibía – Te mato – Espetó antes de caer inconsciente.

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Mientras me dirigí a mi inminente muerte, aquel recuerdo invadió mis sentidos. Hacia un tiempo que había dejado de soñar con mis padres o mí hermano. Por aquella época yo era apenas una loba recién convertida, empezaba a conocer sobre la vida de los licántropos, pero sin mucho suerte, me vi de pronto cautiva por culpa de tres locos y desquiciados hermanos lobo. Privándome de mi libertad, lo único que pude conocer en ese momento fue la tortura y la desesperación.

El sonido de mis pisadas taladraba mi interior, mantenía con fuerza la palma de mi mano sobre mi pecho, a la altura de aquel hermoso anillo que colgaba con gracia de mi cuello. "Por favor, Damian dame fuerzas" pedía en mi interior.

– Pero que linda sorpresa – Dijo una voz gruesa detrás de mí – Déjame verte bien – Espetó mientras se colocaba frente a mí – Verdaderamente, una belleza.

Davor, aquel hombre lobo que había asesinado a mí manada junto con sus hermanos no había cambiado nada, aun lo recordaba aunque intente muchas veces sacarlo de mi cabeza. Era el mismo hombre robusto, de músculos bien trabajados, cabello castaño corto y ojos astutos. Con la palma de su mano comenzó a recorrer el contorno de mi rostro, su piel se sentía tan áspera y dura que me causaba temor. Tenía casi la misma edad que Damian, tal vez uno o dos años más joven.

– Me extrañaste – Dijo dedicándome una sonrisa.

La furia me invadió más que el miedo que me provocaba su presencia. Con un enorme coraje y sabiendo las consecuencias de mis actos, con firmeza y determinación le escupí en la cara, dedicándole una mirada llena de desaprobación y furia.

– Ajaja!!! – Comenzó a reírse por un segundo para después soltarme tremenda cachetada en la mejilla – No quieras mostrarme los colmillos – Gruño furioso.

– Si quieres – Solté sin miedo, había perdido completamente el juicio – También puedo mostrarte las garras – Espeté mientras me abalanzaba en su contra tumbándolo en el suelo.

– Que excitante!! – Dijo mientras me sostenía con fuerza por las caderas y giraba nuestros cuerpos quedando encima del mio – Pero... creo que prefiero que me muestres otro tipo de cositas – Dijo mientras intentaba abrirme las piernas. Y ahí si que perdí la poca valía que me quedaba.

– Suéltame – Me removía desesperada entre sus garras – Suéltame te digo – Grité mientras arañaba con fuerza su rostro.

Aquello lo había enfurecido, me tomo por entre la ropa levantándome con facilidad por los aires y arrojándome con fuerza contra el tronco de un árbol. Debido al impacto comencé a toser, ya que el aire había escapado de mis pulmones de un rápido golpe.

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